Un milagro. Así podría describirse lo sucedido en la playa de Matata (Nueva Zelanda) cuando un pescador encontró flotando en el mar a un bebé de tan solo dieciocho meses. «Al principio pensaba que era una muñeca, hasta que de repente soltó un grito y ... supe que era un bebé y que estaba vivo». Rápidamente alertó a los servicios de emergencia, que consiguieron localizar a los padres del pequeño.
«Fue un shock para todos. Fue un resultado muy, muy afortunado ... podría haber sido un incidente muy trágico», dijo la Sra. Salter. «Es un milagro».
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