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Portugal aprueba, finalmente, la ley de eutanasia

El Parlamento saca adelante la norma por 138 votos a favor, 84 en contra y cinco abstenciones, después de reformarse el texto legal que había sido tumbado hace ocho meses

Imagen de archivo de protestas en el exterior del Parlamento portugués Efe
Francisco Chacón

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Portugal ha dado el visto bueno final a la ley de eutanasia , que había sido tumbada hace ocho meses porque el presidente Marcelo Rebelo de Sousa se la remitió al Tribunal Constitucional. Pero ahora, después de algunos retoques aquí y allá, el Parlamento ha aprobado la norma por 138 votos a favor, 84 en contra y cinco abstenciones.

Ha sido la perseverancia socialista el motor de esta polémica regulación. Además, ha influido el hecho de que se mirase a España y de que los conservadores del PSD no hayan impuesto una disciplina interna de sufragio, lo cual quiere decir que algunos diputados de la oposición se han alineado con el Gobierno de Antonio Costa (impensable en Madrid).

Esta vez la izquierda radical, los comunistas y el Bloco de Esquerda no defraudó las expectativas del primer ministro, solo una semana después de desatar una tormenta política con su rechazo a los Presupuestos Generales del Estado.

Queda así zanjado un asunto que los socialistas se han tomado como una cruzada prioritaria, toda vez que restan pocos días para la disolución de la Asamblea de la República, en vísperas de la Navidad y… de las elecciones anticipadas del 30 de enero.

Costa dijo a su gabinete que, antes de todo este proceso, había que sacar adelante la ley de eutanasia , salvando todos los obstáculos del camino.

En efecto, estamos ante la segunda vez que el Parlamento aprueba la normativa, solo que después pasó por el Constitucional ante las dudas de Rebelo de Sousa. Y ahí fue donde los jueces intervinieron sin tapujos.

Por eso, ahora la redacción del texto era una cuestión clave, no fuera que sucediese de nuevo lo mismo. Pero no, porque súbitamente han desaparecido todas las ambigüedades e imprecisiones que antes se manifestaban, en aras de dejar abiertas unas connotaciones que, a la postre, se volvieron en su contra.

El Tribunal Constitucional había emitido su veredicto gracias al criterio preponderante de siete de los 13 jueces implicados. Transcurrió un mes y medio desde la aprobación por parte de los grupos parlamentarios.

Era la carta que jugó con calculada maestría el presidente de la República, quien no titubeó en absoluto a la hora de reenviar el diploma al Palacio de Ratton para que «fiscalizara» el contenido.

Lo que muchos portugueses piensan, como se refleja en el muro de mensajes a través de las redes sociales, es que el contexto actual de la pandemia del coronavirus, con un incremento del número de personas que muere cada día, no parece el momento más adecuado para regular un tema de estas características. Por eso, hay quien se siente decepcionado porque el papel del Constitucional no ha quedado en nada.

¿Para qué sirvió que Marcelo Rebelo de Sousa citara expresamente la hipotética «inconstitucionalidad» de la legislación, en virtud de la «inviolabilidad de la vida humana» ? Al final, lo único palpable es la aprobación, con cambios cosméticos o no.

Al devolverse el texto legal a las comisiones parlamentarias fue cuando los socialistas y el Bloco de Esquerda se conjuraron con el objetivo de no desaprovechar la ocasión. Se apuntalaron entonces las modificaciones pertinentes al dictado de la sentencia del TC , con la vista puesta en un marco más ‘light’ para que el Poder Judicial no pusiera trabas al respecto.

Disposiciones revisadas

En especial, se señalaron cuatro disposiciones que fueron revisadas por los diputados para sortear las dificultades. Únicamente así ha sido posible la reasignación.

Y es que a Rebelo de Sousa le llamó la atención en su momento que se utilizaran «conceptos claramente indeterminados» en los requisitos para despenalizar la muerte médicamente asistida, una sospecha refrendada por el Tribunal Constitucional, que inicialmente consideraba «inconstitucionales» las cláusulas cuarta, quinta, séptima y vigesimoséptima.

La ley tumbada establecía la eutanasia para los supuestos de «sufrimiento intolerable, con lesiones definitivas de gravedad extrema, de acuerdo con el consenso científico, así como enfermedad incurable y fatal».

La controversia persiguió el proceso de tramitación de la normativa. Incluso dentro de la propia izquierda saltaron chispas.

Así, el comunista Antonio Filipe expresó con rotundidad: «La muerte es inevitable, no un derecho fundamental. Si fuese un derecho, no sería lícito hacer depender la anticipación de la muerte de la decisión de terceros ». Todo lo contrario que Moisés Ferreira, del Bloco de Esquerda: «Se trata de la libertad de la persona para decidir cómo va a pasar los últimos momentos de su vida. La vida es un derecho, pero no una obligación más allá del sufrimiento».

Pero, en el último momento, los ‘socios’ comunistas dieron su brazo a torcer y su frontal posición en contra ha sido vencida en la nueva fase de negociación.

El Gobierno socialista portugués llegará, pues, a la extinción del acftual arco parlamentario con los deberes hechos en lo que se refiere a uno de sus proyectos estelares: esta flamante ley de eutanasia.

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