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El Papa se sobrepone a la ciática e invita a «sentirnos todos más hermanos» en el 2021

Advierte que «además de la vacuna para el cuerpo, necesitamos la vacuna para el corazón, que es el cuidado»

El Papa Franciso, recuperado de su ciática AFP | Vídeo: ATLAS
Juan Vicente Boo

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En su primera comparecencia pública después del ataque de ciática que le impidió participar en el Te Deum del 31 de diciembre y la misa del uno de enero, el papa Francisco ha dirigido esta mañana el rezo del Ángelus desde su biblioteca en lugar del balcón, ya que Italia ha tenido que volver al confinamiento y la plaza de San Pedro estaba completamente vacía.

El Santo Padre, que ha leído su discurso de pie -una postura que le resulta más cómoda-, tenía buen aspecto a pesar del cansancio y de unas ojeras algo más pronunciadas. Aunque jadeaba un poco al principio, parecía deberse a haber llegado apresuradamente a la biblioteca.

En su saludo a millones de personas que siguen la cita del Ángelus en «streaming» los días de fiesta , Francisco ha subrayado que «María nos mira con ternura materna así como miraba a su Hijo Jesús».

Esa mirada nos invita «a que este tiempo, que nos ha dado el Señor, sea dedicado a nuestro crecimiento humano y espiritual. Sea tiempo de suavizar los odios y las divisiones, de sentirnos todos más hermanos. Sea tiempo de construir y no de destruir, cuidándonos unos a otros y de la creación».

A juicio del Papa, «los dolorosos eventos que han marcado el camino de la humanidad el año pasado, especialmente la pandemia, nos ensenan lo necesario que es interesarse por los problemas de los otros y compartir sus preocupaciones». Esta actitud positiva y activa «representa el camino que conduce a la paz, porque favorece la construcción de una sociedad fundada en las relaciones de fraternidad».

Según Francisco, es necesario «desarrollar una mentalidad y una cultura del 'cuidado' , para derrotar la indiferencia, el descarte y la rivalidad, que lamentablemente prevalecen. La paz no es solo ausencia de guerra, sino vida rica de sentido, configurada y vivida en la realización personal y en el compartir fraterno con los otros».

En esa línea ha hecho un rápido recorrido por zonas del mundo que sufren guerras casi genocidas, como Yemen, o reiterada violencia como Nigeria.

El doloroso ataque de ciática, un problema que sufre desde hace años, obligó al Papa a suspender su participación en el Te Deum del 31 de diciembre y también la misa del uno de enero, en la que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, leyó la homilía preparada por Francisco para la fiesta de Santa María Madre de Dios.

Tomando las palabras de su prima Isabel a María, «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» , el Santo Padre señalaba que «María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa».

Esas dos mujeres nos enseñan, según Francisco, que «también nosotros estamos llamados a bendecir, a 'decir bien' en nombre de Dios». Lamentablemente, « el mundo está gravemente contaminado por el 'decir mal' y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos». Es necesario evitarlo, pues «la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo».

El Santo Padre hacía notar que el Hijo de Dios «nació como nosotros. No apareció ya adulto, sino niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de nueve meses en el seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia humanidad».

En efecto, «el corazón del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida tomó el oxígeno de ella. Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella Dios se unió a nuestra carne para siempre».

Francisco subrayaba que «a través de María encontramos a Dios como Él quiere: en la ternura, en la intimidad, en la carne. Sí, porque Jesús no es una idea abstracta, es concreto, encarnado, nació de mujer y creció pacientemente».

Es necesario darse cuenta de que «l as mujeres conocen esta concreción paciente. Nosotros los hombres somos frecuentemente más abstractos y queremos las cosas inmediatamente. Las mujeres son concretas y saben tejer con paciencia los hilos de la vida».

La invitación central del Papa consistía en descubrir la importancia de «educar el corazón al cuidado , a valorar a las personas y las cosas. Todo comienza ahí. Del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación».

Según Francisco, « no sirve de nada conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas . Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado».

Es importante prodigarlo pues «además de la vacuna para el cuerpo se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros».

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