El Papa ordena el retiro del fundador de los Legionarios de Cristo, acusado de abusos sexuales
A pesar de que se trata de una sanción muy dura, tanto la Legión de Cristo como su fundador manifestaron ayer que la acogerán con plena obediencia
Después de un «maduro examen» de las acusaciones contra el padre Marcial Maciel y de un «atento estudio» de la investigación realizada por el Vaticano, Benedicto XVI ha invitado al fundador de la Legión de Cristo a retirarse completamente a la vida privada y «renunciar ... a todo ministerio público».
El abandono del ministerio publico es una sanción muy dura, pero tanto el padre Maciel, de 86 años, como la Legión de Cristo, manifestaron ayer acogerla con plena obediencia. Al mismo tiempo, el Vaticano subrayó que «con independencia de la persona del fundador, reconoce con gratitud el encomiable apostolado de los Legionarios de Cristo y de la Asociación Regnum Christi».
Tanto para el Papa como para todas las personas que han tomado parte en el estudio del caso, la decisión ha sido un trago muy amargo, pero el Vaticano está decidido a hacer borrón y cuenta nueva en el problema de los abusos sexuales, por dolorosos que sean los remedios. El Vaticano precisó que «teniendo en cuenta la edad avanzada del reverendo Maciel y su fragilidad de salud» el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal William Levada, «ha decidido renunciar a un proceso canónico, e invitar al padre Maciel, que actualmente vive en México, a una vida reservada de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre ha aprobado esta decisión».
El milimetrado comunicado no explicita los motivos de la sanción, pero los da a entender en el primer párrafo: «A partir del 1988, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha recibido acusaciones, hechas públicas en parte, contra el reverendo Marcial Maciel Degollado, fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo, por delitos reservados a la exclusiva competencia del Dicasterio. En el 2002, el reverendo Maciel publicó una declaración para negar las acusaciones y manifestar su disgusto por la ofensa recibida de algunos ex Legionarios de Cristo».
Un «examen maduro»
El Vaticano precisa que «todos esos elementos han sido objeto de examen maduro», a raíz del cual, el cardenal Joseph Ratzinger, responsable entonces de la Doctrina de la Fe, «autorizó una investigación de las acusaciones. Después de haber sometido los resultados de la investigación a un atento estudio, la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, cardenal William Levada», tomó la decisión anunciada ayer.
Las acusaciones fueron presentadas a finales de los años noventa por nueve ex Legionarios a la Congregación para la Doctrina de la Fe, competente en materias de disciplina, pero fueron también publicadas, en modo bastante malicioso por «The Hartford Courant», un pequeño periódico del estado norteamericano de Connecticut.
Según los nueve ex Legionarios -uno de los cuales ha retirado las acusaciones y otro ha fallecido- el padre Maciel abusó de ellos cuando eran seminaristas o jóvenes sacerdotes en momentos que van desde 1943 hasta principio de los años sesenta.
La Congregación cerró el caso en 1999 pero volvió a abrirlo en 2004 a raíz de nuevas acusaciones de más de una docena de personas, cuyo testimonio fue recogido por un investigador oficial en Roma y en México. En mayo del 2005, respondiendo a una oleada de rumores, la secretaria de Estado del Vaticano envió a la Legión un fax timbrado, pero sin firma, que decía textualmente: «No hay ningún proceso canónico en curso contra el padre Maciel ni se prevé para el futuro».
Aunque la Legión divulgó la noticia como una exoneración plena, el texto Vaticano no era, ni mucho menos, eso. No ha habido proceso canónico -vista la edad y la salud del padre Maciel- pero sí una sanción, la más ejemplar impuesta hasta el momento tanto por la importancia de la persona como de la institución.
Una sanción ejemplar
La primera sanción de este tipo (y por motivos en parte similares), fue impuesta por el cardenal Levada y aprobada por Benedicto XVI en julio de 2005 al padre Luigi Burresi, fundador de los Siervos del Corazón inmaculado de Maria. El caso era más grave, pues incluía abusos de la Confesión, por lo que se le prohibió, además del ministerio publico, impartir ese sacramento a cualquier persona, incluso en privado. Con todo, la sanción era inferior a la suspensión «a divinis», que excluye celebrar cualquier sacramento.
El cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma, manifestó ayer que «si bien la persona del fundador presentase algunos aspectos dudosos y discutibles, el árbol que ha crecido es muy sano». El Vaticano confía plenamente en la orden religiosa, cuyo timón lleva desde enero del pasado año el padre Álvaro Corcuera Martínez del Río. El Capítulo General Ordinario reeligió al padre Maciel, pero éste declinó el cargo, pues tenía ya 84 años y deseaba pasar la responsabilidad a un sucesor. El Capitulo eligió al padre Luis Garza Medina como vicario general y un consejo general del que forman parte miembros de España, Estados Unidos, Irlanda, México y Chile.
Aunque ayer fue un día muy amargo, en el Vaticano se piensa que la decisión del Papa traerá mucho bien no sólo a la Legión de Cristo, sino a toda la Iglesia, a causa de la notoriedad del caso. Aunque algunos delitos prescriben en Derecho Canónico a los 10 años, la responsabilidad moral se mantiene, y el Vaticano lleva ya casi cuatro años intentando evitar que los abusos se repitan en el futuro.
Numerosas acusaciones
A lo largo de su vida, el padre Maciel fue objeto de millares de acusaciones injustas, y por eso la presunción contaba a su favor. Cuando llegaron nuevos datos en 2004, Juan Pablo II estaba ya bastante enfermo y no pudo llegar a tomar ninguna decisión. La pesada responsabilidad pasó, como tantas otras, a las espaldas de Benedicto XVI cuando fue elegido Papa el 19 de abril del 2005.
Un cardenal miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe manifestó al vaticanista americano John Allen que si bien las acusaciones eran veraces, resulta mucho menos claro que el padre Maciel fuese consciente de la gravedad de los hechos. Fuentes vaticanas reiteraban ayer que, al margen de esos errores, el padre Maciel ha hecho un bien inmenso a la Iglesia y que tanto los Legionarios de Cristo como Regnum Christi son dos grandes manantiales de evangelización en un mundo occidental bastante sordo a la palabra de Cristo.
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