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Papa Francisco: «La vacuna contra el coronavirus no puede ser primero para los ricos ni propiedad exclusiva de un país»

El Papa aboga por que las ayudas públicas para rescatar a las empresas en crisis por la pandemia sean solo para aquellas que favorezcan la inclusión y respeten el medio ambiente

El Papa Francisco, este miércoles EFE

Ángeles Conde

El Papa sigue con su ciclo de catequesis para diagnosticar aquellas «patologías sociales» que ha puesto en evidencia la pandemia del coronavirus. Este miércoles ha señalado otra de esas enfermedades: la profunda desigualdad que hay en el mundo y que se ha exacerbado en estos meses de emergencia sanitaria.

Por eso, alto y claro, ha afirmado que cualquier vacuna que se encuentre no puede llegar primero a los ricos ni ser propiedad exclusiva de un país concreto: «Sería triste si, en la vacuna para el Covid-19, se diera prioridad a los más ricos. Sería triste si esta vacuna se convirtiera en propiedad de una u otra nación y no sea universal y para todos».

El Vaticano, a través de distintos organismos y documentos, lleva semanas advirtiendo de que la vacuna para el coronavirus ha de llegar a todos por igual y no convertirse objeto de compra y venta privada. El Santo Padre ha abogado por que se haga llegar primero a los más necesitados, de acuerdo con la opción preferencial por los pobres que emana del propio Evangelio. Esta opción, ha señalado con firmeza este miércoles el Papa, nada tiene que ver con una cuestión «política o ideológica», sino que es la opción del propio Cristo. Por ello, ha insistido en uno de los puntales pastorales de su pontificado, el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, según ha dicho, «el criterio-clave de autenticidad cristiana» y «el parámetro por el que seremos juzgados».

Francisco también ha hablado de la «nueva normalidad». Ha pedido que no se desperdicie la oportunidad que ofrece esta pandemia de enmendar los errores y que la vuelta a la normalidad no implique volver a las injusticias históricas, porque, «si hay estructuras sociales que impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas». Es más, «si el virus tuviera nuevamente que intensificarse en un mundo injusto para los pobres y los más vulnerables, tenemos que cambiar este mundo».

Cambiar el mundo, pero no desde el asistencialismo, ha indicado el Pontífice, sino desde una economía de desarrollo integral de los pobres, porque hay «que ir más allá y resolver los problemas que nos impulsan a hacer asistencia». Para construir esa economía, el Santo Padre ha hecho una primera propuesta que se puede llevar a la práctica desde ya y es la de distribuir el dinero público de las ayudas a las empresas solo entre aquellas que cumplan determinados criterios: «las que contribuyen a la inclusión de los excluidos, a la promoción de los últimos, al bien común y al cuidado de la Creación. Francisco ha asegurado que sería un «escándalo» que estos subsidios económicos se distribuyeran a empresas que no contribuyan a la promoción de los últimos.

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