El Papa Francisco afronta en 2019 su año más viajero y difícil

Frente a los cinco viajes anuales del comienzo del pontificado y los cuatro de 2017 y 2018, la agenda de 2019 incluye cuatro tan solo en los primeros cinco meses , un desafío para una persona de 82 años que lleva un ritmo muy intenso cada día en Roma.

Francisco viajará a Panamá para la Jornada Mundial de la Juventud del 22 al 27 de enero. A su regreso a Roma el lunes 28 apenas podrá recuperarse de esas jornadas agotadoras o del vuelo trasatlántico de 14 horas pues al domingo siguiente emprende el primer viaje de un papa a Abu Dhabi para participar en una conferencia sobre «Fraternidad Humana» con líderes de las principales religiones. Ese encuentro inaugura el «Año de la Tolerancia», destinado a mejorar la libertad religiosa como referente de otros países de la zona. La apuesta es fuerte. Es el primer viaje de un papa a la Península Arábiga, la tierra santa del Islam, y su programa incluye al tercer día una misa multitudinaria en el gran estadio Zayed de Abu Dhabi.

En la misma línea de mejorar las relaciones con países de mayoría musulmana, Francisco viajará el 30 y 31 de marzo a Marruecos , con etapas en Rabat y Casablanca. En sus encuentros con las autoridades y en los discursos, el Santo Padre abordará el problema de los refugiados y de los traficantes que explotan familias forzadas a huir de su país.

El cuarto viaje de 2019 tiene como destino Bulgaria y Macedonia del 5 al 7 de mayo. La visita a Macedonia, la primera de un papa, incluye el recuerdo de la Madre Teresa de Calcuta, la santa albanesa y universal nacida en Skopje en 1910.

Aunque todavía no se han anunciado las fechas, tanto Japón como Madagascar esperan al Papa en 2019, y el año puede incluir un viaje a Ur de Caldea, la ciudad natal de Abraham, el patriarca de las tres grandes religiones monoteístas.

San Juan Pablo II no pudo realizarlo en 1999 por la situación bélica, mientras que ahora Francisco tiene una invitación del presidente iraquí, Barham Salih, formulada personalmente al secretario de Estado, Pietro Parolin, durante su visita a Bagdad el pasado 25 de diciembre camino de Erbil y otras zonas de refugiados en el Kurdistán iraquí.

La primera «tarea de Hércules» en 2019 será la cumbre antipederastia que reunirá por primera vez, del 21 al 24 de febrero, a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para mejorar la ayuda a las víctimas y erradicar tanto los abusos como su encubrimiento.

A lo largo de 2018, Francisco asumió personalmente buena parte de la tarea de «hacer limpieza» en Chile , enviando investigadores, recibiendo a víctimas en el Vaticano, convocando a los obispos a Roma y forzando la dimisión de todos ellos, y nombrando sucesores a siete de los 31 prelados dimisionarios. Los relevos continuarán en 2019.

La segunda «tarea de Hércules» es terminar la reforma de la Curia vaticana, que Francisco ha ido llevando a cabo en tiempo real a medida que ponía en marcha cada nuevo organismo: el «consejo de cardenales», la Pontificia Comisión de Protección de Menores, la secretaría y el consejo de Economía, el departamento de Comunicación, el de Laicos, Familia y Vida, el de Desarrollo Humano Integral, etc.

En los próximos meses ultimará la constitución apostólica «Predicad el Evangelio», que integra en una norma única todos los cambios ya realizados al tiempo que marca rumbos de profesionalización y rotación destinados a afrontar el clericalismo y el carrerismo.

Como los mandatos en el Vaticano son de cinco años, 2019 traerá el relevo de una buena parte de altos cargos , lo mismo que el nombramiento de al menos diez nuevos cardenales electores para cubrir el hueco de los que irán cumpliendo 80 años a lo largo de los próximos doce meses.

Francisco publicará en 2019 la exhortación apostólica que integrará muchas de las sugerencias y reflexiones del Sínodo de Obispos sobre los jóvenes celebrado el pasado otoño. Al mismo tiempo trabaja ya en el Sínodo del próximo mes de octubre, que abordara la evangelización y rescate social de la Amazonia.

Todo este programa se añade al trabajo normal de ir recibiendo a las conferencias episcopales de los distintos países, a jefes de Estado y a participantes en centenares de congresos y encuentros que organizan los departamentos del Vaticano. Por no hablar de la tarea continua de favorecer la paz entre los países y la armonía entre las religiones.