El Papa establece que el próximo Sínodo mundial lo inaugure cada obispo en su diócesis el 17 de octubre

El tema es precisamente la sinodalidad como modo estable de gobierno, bajo el título «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». El proceso concluirá en octubre de 2023.

El Sínodo de Obispos, centrado hasta ahora en torno a la reunión final de tres semanas en Roma , se transforma, según el cardenal Grech, «de evento en proceso», pues «los tiempos han madurado para una participación más amplia del Pueblo de Dios», que se empezó a incluir en las consultas en 2014.

Para subrayar la importancia de la fase diocesana del Sínodo, el Papa ha dispuesto que, justo a la semana de la apertura formal en Roma , «el domingo 17 de octubre, con la misma modalidad, se abrirá en las diócesis bajo la presidencia del respectivo obispo».

La asamblea y el debate en cada diócesis concluirá con el envío de un documento a la conferencia episcopal que, a su vez, redactará un documento nacional y transmitirá a Roma tanto los diocesanos como el suyo propio.

Con esos datos, la secretaría general del Sínodo elaborará un documento de trabajo que estudiarán las conferencias continentales de obispos, que hasta ahora no formaban parte del proceso de debate y discernimiento.

Con las conclusiones de las asambleas continentales, la secretaría general del Sínodo elaborará un segundo documento de trabajo para el debate final en Roma en octubre de 2023.

Esta «modalidad inédita» significa poner en marcha de modo oficial un proceso de escucha de los fieles a partir del 17 de octubre y en las fases sucesivas.

El cardenal Mario Grech ha precisado que «no se trata de democracia, ni de populismo o algo parecido. Se trata de que la Iglesia es el Pueblo de Dios, y este pueblo, por el bautismo, es sujeto activo de la vida de la misión de la Iglesia».

Después de su creación por Pablo VI a propuesta del concilio Vaticano II, el Sínodo de Obispos ha pasado por una etapa «jerárquica» que, según el cardenal Grech «ha sido necesaria, cuando, después del Concilio, aparecieron varias formas de disenso».

Pero, según Grech, esa «no puede ser la modalidad ordinaria de vivir la comunión eclesial, que necesita circularidad, reciprocidad, camino juntos, en el respeto de las distintas funciones del pueblo de Dios».