El Papa celebra su 82º cumpleaños trabajando intensamente

Las heladerías, restaurantes y hoteles que le envían tartas saben que acabarán en el comedor gratuito de la casa de Madre Teresa en el Vaticano, o en alguno de la Caritas o las parroquias de Roma.

En realidad el Papa adelantó la fiesta al domingo para celebrarla con los niños del ambulatorio pediátrico del Vaticano y sus familias, parte de las cuales son refugiados o italianos muy pobres.

Con la ayuda de media docena de chiquillos, Francisco sopló una única vela —no las 82— situada entre un muñeco de nieve y un abeto en el centro de un gigantesco pastel para repartir entre todos.

Conociendo al Papa, los chiquillos y las religiosas del ambulatorio «Santa Marta», aprovecharon para añadir un letrero en el que invitaban a «no acostumbrarnos a las situaciones de miseria que nos rodean: un cristiano debe reaccionar».

En la mañana del lunes, el Santo Padre ha recibido sucesivamente a la directora general de la UNESCO, el observador permanente del Vaticano en esa organización, el obispo auxiliar de Colombo (Sri Lanka), la cúpula de la conferencia episcopal de Japón y nueve delegados de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte que preside la jurista sudafricana Navi Pillay, Alta Comisaria de Naciones Unidas para los Derechos Humanos desde 2008 a 2014.

Para ser una persona que sufre ciática, problemas articulares, pies planos y la falta de medio pulmón, Francisco llega a los 82 años con una vitalidad asombrosa y una serenidad llamativa, especialmente si tiene en cuenta la continua llegada de noticias sobre contrariedades que sufren los católicos de todo el mundo en zonas de guerra o países totalitarios.

Aunque al comienzo del pontificado el nuevo papa adelantó que, por su edad, realizaría pocos viajes internacionales, el año 2019 comenzará a un ritmo sin precedentes, con cuatro viajes en los primeros meses: Panamá (Jornada Mundial de la Juventud) en enero, Emiratos Árabes Unidos en febrero, Marruecos en marzo, y Bulgaria y Macedonia en mayo.