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El Papa autoriza al cardenal Becciu a romper el secreto pontificio para que pueda defenderse en los tribunales

Angelo Becciu podrá responder preguntas sobre la supuesta agente secreta contratada para mediar en secuestros

El cardenal Becciu en el juicio: «No he malversado ni un euro»

Arranca el mayor juicio de la historia del Vaticano

El tribunal que juzga al cardenal Becciu en la sesión del 18 de marzo Reuters

Javier Martínez-Brocal

El tribunal del Vaticano ha anunciado este miércoles que el Papa ha autorizado al cardenal Angelo Becciu a romper el secreto pontificio para que pueda defenderse en el proceso por el uso fraudulento de fondos de la Secretaría de Estado .

Angelo Becciu había avisado al tribunal del Vaticano que no podría responder preguntas relativas a Cecilia Marogna, la exótica supuesta agente secreta que se había ofrecido como intermediaria para la liberación de misioneros secuestrados en África. El interrogatorio del fiscal y del tribunal al Becciu tendrá lugar la semana que viene, el 7 de abril.

A finales de septiembre de 2019, el Papa Francisco retiró a Angelo Becciu todos los derechos y privilegios relativos al cardenalato . En julio del año pasado, casi dos años más tarde de la decisión del Pontífice, se abrió formalmente el proceso contra Becciu por supuesta malversación, abuso de poder y amenazas a un testigo.

Aunque él no se enriqueció personalmente, el tribunal intenta aclarar si hay delito en la ligereza con la que administró los fondos reservados de la Secretaría de Estado durante su periodo como «Sustituto» o número 3 del Vaticano, entre 2011 y 2018.

El pasado 17 de marzo fue interrogado sobre la primera parte del proceso, relativa al pago de 225 mil euros a una cooperativa de ayuda social gestionada precisamente por su hermano .

Junto al cardenal Becciu son acusadas otras 9 personas. Una de ellas es precisamente la «agente secreta» Cecilia Marogna , a quien el fiscal imputa la apropiación de entre 500 mil y 1 millón de euros que Becciu le entregó para supuestamente pagar rescates de religiosos secuestrados, y que ella destinó a uso personal . Ella aseguró en un programa de televisión que trabajaba para el cardenal, preparando informes reservados sobre algunas personas del Vaticano.

El principal saqueo a las arcas de la Secretaría de Estado se hizo con una enrevesada operación compra de un edificio en Londres a través de sociedades interpuestas, comisiones a intermediarios y propinas a empleados corruptos. Al final, la Santa Sede perdió unos 217 millones de euros.

Es una compleja historia de desatinos, de la que cada semana se conoce un nuevo aspecto. Este miércoles ha comparecido ante el tribunal quien fue secretario de Becciu en la Secretaría de Estado, Mauro Carlino. Carlino mantuvo este encargo cuando Becciu fue nombrado prefecto de la Congregación de los Santos y llegó el actual número 3 del Vaticano, Edgar Peña Parra. Durante el interrogatorio, ha reconstruido la negociación para romper relaciones entre la Secretaría de Estado y el bróker Gianluigi Torzi .

Torzi había sido uno de los intermediarios en la compra del edificio de Londres. El edificio era propiedad de un fondo participado por sociedades de Torzi y del Vaticano. Una vez firmado el acuerdo, el Vaticano descubrió que el bróker se había reservado (el fiscal lo considera una estafa) las únicas acciones con capacidad de decisión .

Carlino ha revelado que Torzi obtuvo esas acciones gracias a un supuesto error de quien es el testigo principal del proceso, Alberto Perlasca. Este último, que tenía a cargo la dirección administrativa de la Secretaría de Estado, figuraba en la lista de principales sospechosos durante la investigación pero, tras sus extensas confesiones, el fiscal no lo ha incluido entre los acusados.

Mauro Carlino ha revelado que Perlasca firmó el acuerdo con Torzi sin la autorización de Peña Parra. Cuando Perlasca se dio cuenta de la estafa, propuso denunciar al bróker, pero el Vaticano prefirió buscar un acuerdo para evitar un daño de imagen .

Entonces, Peña Parra apartó a Alberto Perlasca de la operación y encargó a Mauro Carlino que negociara la salida de Torzi de la propiedad del edificio. Gianluigi Torzi pidió 20 millones de euros por aquellas acciones, y Carlino consiguió que las rebajara a 15 millones . El pago de esos 15 millones se hizo con dos facturas a Torzi: una por su trabajo como intermediario y otra por «actividad de consultoría analítica de inversiones inmobiliarias».

La ausencia de mención a las acciones, a la salida del fondo, o a la propiedad del edificio de Londres, llevó a los fiscales a imputar a Mauro Carlino por posible cooperación en la extorsión y abuso de poder . Consideran que era «consciente de la absoluta ilegalidad de las solicitudes de Gianluigi Torzi».

Sin embargo, en su defensa ha asegurado que tanto Edgar Peña Parra como el Papa Francisco estaban al corriente de las negociaciones , que el Papa estaba a favor de la «salida negociada» y que Peña Parra le daba las indicaciones sobre cómo proceder.

«¿Qué he hecho mal por obedecer?», ha explicado el monseñor. «Por motivos claros, el sustituto monseñor Peña Parra me pidió fidelidad, obediencia y confidencialidad . Yo no podía hacer otra cosa. No soy un experto en cuestiones administrativas, sólo soy un sacerdote», ha añadido.

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