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El Papa advierte de que «la eutanasia es una falsa solución al sufrimiento»

El Papa advierte de que «la eutanasia es una falsa solución al sufrimiento»

Benedicto XVI afirmó ayer rotundamente que «la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución que no es digna de la persona humana». El Papa señaló que «la verdadera repuesta no puede ser dar la muerte, aunque sea «dulce» sino prodigar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de modo humano».

El Santo Padre se sumó a la «Jornada de la Vida» felicitando a los obispos italianos por haber escogido como lema de este año «la fuerza de la vida en el sufrimiento», y exhortándoles a demostrar «el valor de anunciar la verdad, el valor de decir claramente que la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento».

Catequesis de la vida

Los miles de peregrinos que participaban en el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro sellaron las palabras del Papa con un gran aplauso pues Italia atraviesa un debate sobre la eutanasia promovida en torno al caso extremo de Eluana Englaro, explotado por los movimientos pro eutanasia y los medios sensacionalistas hasta extremos sin precedentes.

La catequesis de la vida ocupa una parte central en las enseñanzas de Benedicto XVI como la ocupaba ya en las de Juan Pablo II. El cristianismo enseña que hay que aliviar el dolor de los enfermos y paliar en la medida de lo posible las incomodidades y sufrimientos de los enfermos terminales.

En casos extremos es lícito utilizar calmantes como la morfina y otros que indirectamente pueden adelantar la muerte, siempre que se utilicen para calmar el dolor, no para acelerar la muerte. Otro caso muy distinto es la búsqueda deliberada de la muerte, con o sin permiso del paciente, disfrazando de «humanidad» lo que, según recordó ayer el Pontífice, es un tratamiento inhumano.

En una hermosa reflexión sobre el problema del sufrimiento -que produce desazón espiritual a mucha gente, igual que el problema del mal en el mundo- , el Santo Padre recordó que «Jesucristo sufrió y murió en la cruz por amor. Y de ese modo ha dado sentido a nuestro sufrimiento, un sentido que muchos hombres y mujeres de nuestra época han comprendido y han hecho propio». Por eso, «experimentan una serenidad profunda incluso en la amargura de duras pruebas físicas y morales».

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