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Osos al borde del desahucio

Goiat y Cachou, dos ejemplares de osos pardos que viven en el Valle de Arán, pueden convertirse en los primeros de España «deportados» del medio natural por su conflictividad

Un ejemplar de oso pardo, observado por los técnicos de PirosLIFE en los bosques del Valle de Arán PirosLIFE
Anna Cabeza

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En vilo por dos osos pardos . El Valle de Arán, en el Pirineo catalán, lleva años conviviendo con los plantígrados, reintroducidos en 1996 y reacomodados gracias a los programas de consolidación de su población. Sin embargo, el aumento de sus ataques sobre ganado ha alterado seriamente la calma: ganaderos y vecinos han llegado al extremo de exigir la retirada de los ejemplares más agresivos, lo que podría desembocar en que se aparte, por primera vez en España, a osos del medio natural.

En el foco del problema están Goiat y Cachou , dos ejemplares «hijos» del programa PirosLIFE de fondos europeos, con los que se ha fomentado, y consolidado, el regreso de estos grandes carnívoros a un territorio del que desaparecieron a principios de los noventa. De entre los más de 40 osos que campan a día de hoy por el Pirineo central, ambos han demostrado hábitos especialmente depredadores : Goiat, un macho que llegó de Eslovenia hace dos años, acabó en 2018 con una cuarentena de animales, y Cachou, nacido ya en el Arán hace cuatro años, devoró en tres semanas de septiembre al menos tres yeguas, dos potros y otros tres grandes animales.

«Que maten terneros, ovejas o potros puede ser normal pero caballos y yeguas de más de 500 kilos no lo es tanto», comenta a ABC Santiago Palazón, director del PirosLIFE Cataluña y técnico de la Generalitat. «No es que sean agresivos, podríamos decirlo si lo fueran con las personas. Simplemente son osos reiteradamente depredadores», remarca. El Arán ha vivido otros casos similares puntuales, pero la coincidencia de estos dos ha disprado las alarmas. Para él, «el futuro de la población de osos pasa por su coexistencia con la ganadería y apicultura de montaña . Tenemos que conseguir que el daño sea cada vez más pequeño», clama.

La zona vive en gran parte del turismo de montaña y se palpa más miedo a salir a caminar, correr o ir a buscar setas

En cierta manera, los ganaderos están de acuerdo y exigen más medios para defender a sus bestias, pero para ellos es incuestionable que Goiat y Cachou, por su historial , deben salir del territorio de inmediato . El temor no lo sufren solo ellos: la zona vive en gran parte del turismo de montaña y se palpa más miedo a salir a caminar, correr o ir a buscar setas, si bien no se ha dado ningún encuentro este año. El Consejo General del Arán, el gobierno territorial, se confiesa «impotente» ante la situación generada por Goiat y Cachou.

La decisión no es fácil. Precisamente para abordar estos conflictos, a finales de 2018 la Generalitat y el Consejo, arropados por el Ministerio de Transición Ecológica, impulsaron un protocolo específico de intervención , con actuaciones de «condicionamiento aversivo», con el uso de balas de goma y ruidos, por ejemplo, para reeducar a estos mamíferos y que lleguen a percibir el acto de matar grandes animales como algo negativo. Los técnicos creen que las medidas pueden haber funcionado con Goiat, pues solo se le conoce un ataque a un potro este 2019, pero no en Cachou.

En este escenario también tiene un papel importante el ganadero: los osos atacan a potros, caballos y yeguas, generalmente de noche, porque pastan libres y entonces están dormidos, totalmente desprotegidos. Cada vez sucede menos con ovejas y cabras, porque suelen ir en rebaño y con perros pastores y cada vez es más habitual, por seguridad, tenerlos cercados en vallados electrificados . El propio protocolo insta a medidas de este tipo para minimizar riesgos, pero para el Consejo de Aran y los afectados esperar al éxito de las medidas no hace más que alargar el problema y seguir exponiendo el territorio a un peligro evitable.

Casos pioneros

Cuando arrancó la reintroducción en el Pirineo no hubo una gran implicación del territorio, comentan desde la Fundación Oso Pardo (FOP). Desde entonces se han liberado 11 osos y la población roza los 50 ejemplares . En la cordillera Cantábrica, el oso es otra hisoria:allí viven unos 350 ejemplares. «En España nunca se ha tenido que retirar ningún oso», asegura Guillermo Palomero, presidente de la FOP, que cree que «si se hacen los deberes la convivencia es posible. Allí la percepción social es positiva y el oso incluso genera economía, arrastra turismo». Eso no quita que «hay que estar en alerta para ir por delante de los accidentes», remarca.

Además de la presión popular, la decisión sobre el futuro de ambos osos tendrá un gran componente técnico, y posiblemente mucho peso político. El próximo martes se prevé una reunión con todas las administraciones implicadas , también la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, en la que quizás pueda aclararse el posible desahucio de Goiat y Cachou del Pirineo.

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