Los vecinos de Solsona, sobre la renuncia 'satánica' del exobispo Novell: «Sentimos que nos ha engañado»
Los feligreses no salen de su asombro por la polémica dimisión y critican que su decisión no coincide con sus tesis «ultraconservadoras»
Elena BurésMiquel VeraPasan pocos minutos de la diez de la mañana. Palmira Casals, una feligresa de 80 años, espera en un banco de la catedral de Solsona a que comience la misa. Tras la renuncia del obispo titular, la oficiará el de Vic. Es fiesta mayor en este municipio de Lérida, y la noticia de que Xavier Novell ha colgado los hábitos por una mujer indigna a la anciana. «No es normal. No nos lo esperábamos. Dicen que se ha marchado por amor, pero tenía que haberlo pensado antes de acceder al cargo», censura.
Fue a finales de agosto cuando Novell renunció por «razones estrictamente personales». La bomba estalló hace unos días, cuando trascendió el nombre de esas «razones»: Silvia Caballol. Una psicóloga, escritora de novelas eróticas –alguna con connotaciones satánicas– , separada y madre de dos hijos. No es la primera vez que un religioso cuelga los hábitos por amor, tal y como esgrimen muchos vecinos del municipio, que sí critican que la deriva del prelado y sus posicionamientos «ultraconservadores» no concuerdan con su decisión.
En una ruta por la Cataluña central, de la comarca del Solsonés a la del Bages, nadie resulta ajeno a la renuncia de Novell. Eso sí, ningún feligrés cree que el mitrado haya sido 'poseído' tal y como se sospecha en la diócesis, ni tampoco quieren valorar su función como ‘exorcista titular’. Todo demasiado escabroso para un pueblo que pide pasar página.
Palmira Casals estaba «contenta» con el papel del prelado, aunque admite que muchos otros no. En 2010, con solo 41 años, fue el obispo más joven de España. El hito lo llevó a copar titulares, a los que se abonaría tras ponerse al frente de la diócesis de Solsona. «Primero fue seminarista aquí», comenta Lluís Folch, miembro del Orfeó y de la Capella del Claustre, quien apunta que el religioso comenzó su carrera con postulados «muy populares, progresistas; de izquierdas, diríamos», pero cuando culminó sus estudios en Roma «hizo un giro de 180 grados» hacia tesis «ultraconservadoras».
«Había criticado mucho el aborto, el uso del preservativo, la homosexualidad, y ¿ahora qué? Se ha generado una gran polémica con su marcha porque él ha despotricado mucho también. Tenemos la sensación de que nos ha engañado», argumenta Elsa Freixa, al frente de la Churrería Anna, de donde Novell, asegura, era cliente habitual. Otros, en cambio, celebran la decisión. «Hoy decía blanco y mañana negro, y ese discurso contra el sexo libre, el preservativo y los homosexuales... mejor sacárnoslo de encima y que sea feliz», señala una residente en el municipio que prefiere no dar su nombre. La mujer, de mediana edad, desliza sobre el supuesto amorío: «Se le veía el cartón. Ya se había especulado antes que había estado con otras personas...¡Esto es un pueblo!».
Alina, de 31 años y también vecina de Solsona, confirma la rumorología mientras pasea con su bebé. «Antes de saltar la noticia ya se comentaba que había estado con algunas mujeres», comenta sin inmutarse. A pocos metros de ella, integrantes de la banda municipal, que se prepara para tocar a las puertas de la catedral, argumentan: «Si [los cargos eclesiásticos] pudiesen casarse no pasaría esto»; mientras que tras el mostrador de la pastelería Sant Antoni, Francisco Murcia defiende: «Ha encontrado a una mujer que le gusta y lo ha dejado. No hay más». Pero no todos compran la tesis del enamoramiento. «Para sus superiores era demasiado popular, y para los de abajo demasiado rígido. Él decía que no podía imponer su ritmo de control pastoral y creo que por eso pidió irse», sostiene Folch.
Novell y el 1-O
No es la única contradicción del obispo. Si en una entrevista con TV3 en 2013 Novell aseguró que no haría públicas sus «simpatías políticas» para evitar herir la sensibilidad de sus feligreses, solo un año después se posicionó a favor del derecho a decidir en la pseudoconsulta del Govern de Artur Mas. También se valió de la web del obispado para anunciar que votaría en el referéndum del 1-O, y luego tildó de «abusiva» la prisión preventiva de los presos del ‘procés’, por lo que llamó a ayunar cuando estos organizaron una huelga de hambre en la cárcel.
Pese a no temer convertirse en titular con estas manifestaciones, desde su renuncia ha desaparecido del mapa. Hay quien lo sitúa en Manresa, donde residiría junto a Caballol, e incluso en Súria (Barcelona), pueblo natal de ella, donde la gran mayoría de vecinos rechazan pronunciarse sobre el rumor. Una de las excepciones es la de Roser Juncadella, docente jubilada, que indica que la psicóloga estudió en la Universidad Autónoma de Barcelona junto a su sobrina. Conocía a la abuela y también a la madre de la que ahora sería pareja de Novell, y asegura que no le sorprende la decisión de este. «De él te puedes esperar de todo», indica.
A pocos metros de la casa familiar de Caballol, un parroquiano entra en el Bar California comentando la noticia. «Cualquiera se puede enamorar. En Súria ya tuvimos un cura que lo dejó y se casó, por eso no nos sorprende», asegura. Tampoco han visto a la nueva pareja en Manresa. «Hemos oído rumores de que están viviendo aquí. Cada uno puede hacer con su vida lo que quiera», opina Francesca, mientras pasea junto a su familia frente a la Seu.
Caballol trabajó como psicóloga en el Hospital General de la ciudad, y su padre regenta allí un taller mecánico. Algunas voces apuntan que ahora desempeña el cargo de secretaria en una ONG del Bages, mientras el obispo busca empleo de ingeniero agrónomo, titulación que obtuvo en Lérida.
En el bar Toni’s, en la plaza del Ayuntamiento, dos hombres debaten sobre la marcha de Novell. «Antes de irse a Roma era progresista, y cuando volvió, ultraconservador, aunque no me sorprende que haya dejado el cargo por una mujer; siempre ha sido polémico. Parece que le guste ser noticia», sentencia uno de ellos, mientras apura el último sorbo de su cerveza.
Asombro en la Iglesia
Mientras en los pueblos escenario de esta historia los vecinos no salen de su asombro, otro tanto sucede en el conjunto de la iglesia catalana. El jugosísimo guion de telenovela protagonizado por el obispo Novell a lo largo de los últimos días no puede
entenderse fuera del contexto de lo que es hoy la Iglesia en Cataluña. La comunidad es, en estos momentos, uno de los territorios más secularizados de España y, seguramente, del sur de Europa. Un dato: apenas el 50 por ciento de los catalanes dice ser católico. La práctica religiosa y la asistencia a misa también se encuentran bajo mínimos por motivos tan diversos como difíciles de revertir.
Con el paso de los años esta ola de descristianización general se ha extendido a todo el territorio catalán y en estos momentos abarca incluso zonas rurales, como Solsona, que en otros puntos de España siguen siendo reservorios de vocaciones y devoción católica. En Cataluña, en cambio, la práctica ha quedado hoy casi reducida a la franja de más edad de la población. En la misma línea, las nuevas vocaciones a la sacrificada vida clerical aparecen hoy en la comunidad de forma casi exclusiva entre los sectores, familias y ambientes más conservadores. Y allí se encuadra el caso de Novell.
El obispo ahora desaparecido respondía fielmente al perfil de los nuevos clérigos que se forman a día de hoy en Cataluña. Dejando constantes cambios de opinión aparte, estaba alineado con las posturas más rígidas y conservadoras del catolicismo. Sus posicionamientos, de hecho, chocaban con los del grueso del clero catalán, de más edad y conceptualmente heredero del progresista Concilio Vaticano II, concluido en 1965. Esta diferencia generacional provocó un enfrentamiento, no solo entre Novell y el resto de sus ‘hermanos obispos’ (casi todos más ancianos que él), sino con el clero de Solsona, que veía con hostilidad el estilo del mitrado y que estos últimos días ha asistido con cierta satisfacción a su marcha.
Varios clérigos y sacerdotes consultados por ABC lamentan la deriva de «linchamiento» en que ha acabado la renuncia por sorpresa de Novell. Aunque casi nadie ha querido dar la cara en público por el obispo saliente de Solsona, son muchos los que lamentan que el caso haya acabado convirtiendo en comidilla para la prensa asuntos relevantes para la Iglesia como las vocaciones o el gobierno de una institución con milenios de historia. Sí habló Juan José Omella, cardenal-arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española . El prelado lamentó lo ocurrido con Novell y pidió no hacer de ello «una novela morbosa».