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«No sé si mi hermano está en las estadísticas, pero sí que murió acompañado»

Luis agradece a la residencia privada donde vivió su familiar los cuidados que le procuraron durante años y antes de morir. Como él, muchos parientes reclaman dar la talla como país y marginar a los fallecidos de la cruzada política

Érika Montañés

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A Luis B., es mejor dejarle hablar. Porque lo dice todo. Sin fango, sin resquemor. Se sabe los Boletines Oficiales del Estado de memoria, y quién asumió qué responsabilidad en cada momento. Pero solo habla de su hermano, al que no quiere identificar, murió en ... una residencia privada de Madrid el 3 de mayo. Lee su certificado de defunción: « Causa principal: insuficiente respiratoria aguda. Causa intermediaria: posible Covid-19 ». «No sé si está en la lista de 164 fallecidos «oficiales» de ese día, ni si será parte de las estadísticas por no haberle podido hacer el test. Porque el 28 de abril no habían llegado los test a las residencias. Vivía allí por sus problemas de salud y su necesidad de atención anteriores a la pandemia». Las residencias son lugares donde los ancianos , unos 385.000 en nuestro país, residen, no son hospitales, recuerdan fundaciones como la Pilares para la autonomía personal y fuentes del sector, aunque la crisis ha puesto sobre la mesa la necesidad de medicalizarlas, apremian los geriatras. Más de 9 millones de personas en nuestro país son ancianos. Una crisis repetida no puede pillarnos de nuevo desprevenidos, remachan.

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