Niños jugando a ser adultos y sin red: el 'grooming' crece un 63% en pospandemia
El halo de familiaridad que teje el delicuente lleva a muchas víctimas a mostrar su intimidad o quedar con él
El cambio de paradigma social sucedió entre 2012-15. El joven se pregunta: ‘¿Por qué yo no puedo tener sexo en las redes?’
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Iniciar sesiónNiños jugando a ser adultos, mayores. Ha pasado siempre. Es algo consustancial a la naturaleza humana, y más en la adolescencia: el afán por enfatizar con las pocas armas que se tienen que uno ya ha crecido a esas alturas en que el desarrollo cognitivo ... aún está formándose y el cerebro es vulnerable. En ese juego, sociólogos, psicólogos y entidades como FAD Juventud , llevan años analizando cómo el joven, hace unas décadas, aparentaba con el cigarro en la mano, luego saltaba al alcohol y tal vez al cannabis o a una droga blanda, pero desde hace un tiempo eso sucede con el ordenador en la mano, recluido en su cuarto, y embaucado en las redes sociales.
No parece ahí haber tanto peligro como con un estupefaciente, pero los expertos advierten de la infinidad de riesgos que también para los adultos, no solo para los niños, existen en el mundo de la ciberdelincuencia. Jorge Flores , director de la entidad Pantallas Amigas y licenciado en Informática por la Universidad de Deusto, así lo refiere: «Los mayores somos víctimas todos los días de estafas y engaños, y hay que tener una formación digital, que muchos adultos piden, para no caer en trampas como dar un número de tarjeta en una web fraudulenta y tantas otras». Pero, respecto al mundo juvenil y adolescente, tiene claro otro hecho: en la pandemia esto ya se nos ha ido de las manos. Flores pone un símil: se han dado un banquete todos los días y ahora se pretende que no coman.
Y es que el tiempo de exposición y uso excesivo de los dispositivos por los adolescentes en pandemia ascendió un 170%, según un macroestudio realizado por Qustodio, en el que participaron 60.000 familias de España, Reino Unido y EE.UU. Se disparó por encima de las dos horas cada día, llegando en algunos casos a elevarse por encima de 5 y 6 horas. «A más tiempo conduciendo, más riesgo de accidente», sintetiza con otro ejemplo Flores. «Es su ‘nueva normalidad’», zanja.
La preocupación por las consecuencias que esto entraña ha puesto en alerta a todos los espacios de estudio, pero también a las instituciones europeas. El Europarlamento ha desplegado una serie de herramientas tecnológicas para perseguir un único delito: el ‘grooming’, que creció nada menos en los meses pospandemia un 63%, cifra para este periódico Javier Zarzalejos , eurodiputado popular. Esa palabra, ‘groom’, significa ‘acicalar’, y es el ciberdelito que más proliferó en el mundo virtual entre 2020 y 2021. Los especialistas de la sección de Redes de la Policía Nacional así lo atestiguan, porque «los ciberdelincuentes también ingeniaron mil maneras nuevas de persuadir a las víctimas».
Los mismos cebos
El ‘arte’ que despliega un ‘groomer’ es el de la seducción: comienza siempre con los mismos ganchos, que se repiten con patrones muy estandarizados. Hacia una joven, por poner el ejemplo femenino, le dice lo bella que es, lo sola que se debe encontrar en su habitación sin vigilancia parental, lo desamparada que le deben tener sus progenitores, y lo poco que la valoran otros. Así van tejiendo una red donde el engatusamiento se puede producir en horas, días, semanas o meses. No tienen prisa, señalan los especialistas, pero lo habitual es que la adolescente en este caso comience a titubear sobre las intenciones al otro lado.
A los estudiosos de la psique infantil, que acaben enviando una fotografía con poca ropa o íntima, como le solicitan siempre los delincuentes, les parece lo usual. No les extraña nada, porque también los adultos llegan a hacerlo. Y eso se recibe como una palanca para la coacción: ‘ahora me tienes que dar más porque si no, publicaré tu foto y mensajes en redes’. Ahí aparece la desconfianza en el sistema de la joven que calla y no denuncia. El Supremo falló en julio de 2021 que el ‘grooming’ es una agresión sexual.
Los mecanismos del ‘groomer’ están tan estudiados que Zarzalejos detalla cómo la Eurocámara ha invertido en la tecnología de detección necesaria, de inteligencia artificial y que ya se está usando en Estados Unidos, que identifica estas conversaciones por frases clave. «La menor queda atrapada en ese chantaje–dice el eurodiputado continuando el ejemplo–; pero esta tecnología ahora mismo tiene sus limitaciones, le falta madurez, con todo tipo de giros lingüísticos incluido los del español, así que se trabaja también en la eliminación de la Red de imágenes de menores víctimas que se siguen utilizando en sitios web, en el combate de las nuevas imágenes que se producen y que pueden provocar, en los casos más extremos, el abuso incluso físico del menor; y por último, la Comisión Europea acaba de proponer también crear un centro europeo para la prevención del abuso sexual, a través de la recepción de denuncias y cuentas susceptibles de cometer delitos en el mundo virtual».
Diques de contención institucionales a los que el profesor de Ciberseguridad de la Universidad Internacional de La Rioja, Juan José Nombela, añade otros en lo parental: vigilancia del supervisor humano más próximo a los chavales, que son los padres. Un filtro parental como el que ofrece por ejemplo la firma Kaspersky (de pago, aunque existe una versión más limitada gratuita) es muy útil para detectar los usos y costumbres de tus hijos en la Red, aconseja al profesor.
«Sucede todos los días»
Lo sucedido esta semana, tengan la edad que tengan las menores denunciantes de una ‘manada’ de jóvenes en Burjasot (Valencia), no ha sorprendido a Nombela o Flores, en lo que al ámbito de las redes concierne. Que un grupo de adolescentes chateen hasta el punto de quedar físicamente (no con ese desenlance luctuoso) es algo que «sucede todos los días» sin que sus padres se enteren.
Sergio García , psicólogo especalizado en tecnología y redes del gabinete Valmen, retoma el debate inicial y aprecia que se coquetea con el ánimo de ser mayores, con la complicidad que dan las redes, porque crean «un efecto halo que consiste en que cuando hablamos unos días con una persona, existe ya una dimensión de familiaridad con esa persona. Si al otro lado hay un abusador sexual o un pederasta, busca conseguir una cita a toda costa». Lo hemos visto esta misma semana con un depredador sexual de 42 años detenido en Málaga: 26 menores de 8 a 12 años fueron víctimas de un delito de abuso y extorsión a través de las redes. La herramienta que usó era una plataforma de videojuegos, no Instagram, como en Burjasot.
¿En qué momento se produjo el cambio de paradigma social? García estima que hace una década. Según el psicólogo infantil David de Cubas, autor del libro ‘Educación Familiar en la era digital’ (Ed. Círculo Rojo), el hito fue en 2003 con la aparición del teléfono inteligente que aparejó luego el uso de redes sociales. Pero los cambios sociales se comenzaron a identificar en el periodo 2012-2015. La pandemia no ha hecho más que recrudecer la dinámica por la que se optó en esos momentos. Aislamiento y uso excesivo de tabletas y teléfonos. La edad de inicio con el ‘smartphone’ enseguida se rebajó hasta los 12 años. «Cada padre debe decedir cuál es esa edad –señala el profesor Nombela–, los 12, 13, 14... pero es muy difícil que sus hijos se mantengan ajenos a su empleo».
Al valenciano De Cubas el ‘caso Burjasot’ (aunque la resolución de la Fiscalía de Menores ha sido dejar en libertad a los acusados) le lleva a la misma reflexión: «La tentación hacia lo oculto, lo arriesgado, es un componente humano que existe y más cuando el cerebro es vulnerable». Al grito de ‘no te vayas con descononocidos en la puerta del colegio’ se le desdeña en redes y se van con desconocidos. «Los adolescentes se preguntan: ¿por qué yo no puedo tener sexo a través de las redes sociales? Es lo normal», dice el psicólogo de la clínica Desantes. Prosigue: «Ahora tienen una ventana abierta al mundo y en la combinación de tecnología, familia y sociedad, encontramos nuevas formas de entender la vida. Alos jóvenes esto les ha tocado de lleno y se ve cómo los adolescentes viven hacia fuera, no para dentro. Se muestran al mundo enseguida». Además, si hablamos de jóvenes de 15-17 años, «el instinto sexual está al máximo nivel».
Lo sucedido en Burjasot o en cualquier casa de España o de Europa en estos momentos, extiende Zarzalejos, nos tiene que llevar a la deliberación como sociedad. Para De Cubas, «el problema no es de unos cuantos chavales, el problema es de todos, es un problema de la sociedad». Y la solución «tiene que ser hablar mucho de sexo en las escuelas y de redes en casa».
El consumo de pornografía
Asiente Beatriz Martín Padura , directora general de FAD Juventud, cuando alude a que los comportamientos en redes suelen estar todavía estereotipados y que la base fundamental es el respeto. «Hay una relación causal entre el consumo de pornografía a unas edades cada vez más tempranas, con contenidos más explícitos, y la reproducción de esas conductas agresivas y comportamientos estereotipados de género·. En medio de eso hay riesgos psicosociales y jóvenes vulnerables a los que tenemos que proteger, incide: «No avanzamos en la buena dirección si no los acompañamos en el descubrimiento de internet. Igual que en el mundo analógico les enseñamos a cruzar la calle, ¿por qué no lo hacemos en el ciberespacio? Hay un nuevo entorno y comporta numerosos riesgos».
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