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Santiago Martín

Navidad y esperanza

El laicismo de muchos de nuestros gobernantes se ceba en los signos navideños para intentar suprimir todo lo que sea religioso

Santiago Martín

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Entre las elecciones catalanas y la lotería, se nos puede olvidar que estos días celebramos la gran fiesta de la familia y de la esperanza. Me refiero a la Navidad. El laicismo de muchos de nuestros gobernantes se ceba en los signos ... navideños para intentar suprimir todo lo que sea religioso. Ponen como excusa que no hay que ofender a los que no son cristianos. Pero la Navidad es el recuerdo de un acontecimiento histórico y no la fiesta del solsticio de invierno o la gran bacanal del gasto y el derroche. La Navidad sin Jesús no es nada. Por eso es tan ridículo como políticamente correcto decir «Felices fiestas», en lugar de «Feliz Navidad», y es absurdo poner luces decorativas donde no haya ni un signo que aluda a lo que se celebra. Los ateos y otros ya tienen sus fiestas públicas, sus «prides» que pasean por las calles sus convicciones y dioses. Los católicos no somos ciudadanos de segunda y también tenemos derecho a las nuestras, sin avergonzarnos y sin que nos avergüencen.

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