«Nadie me asegura tras 13 PCR que no tenga el virus dentro»
El que se ha validado hasta ahora como el sistema con mayor sensibilidad para detectar el coronavirus, ofrece cada vez menos certezas sobre su diagnóstico
Una mujer se somete a la prueba PCR, el test hasta ahora más sensible para detectar en Covid-19
Estefanía , malagueña de 36 años, ejercía como teleoperadora antes de que en marzo se contagiara de Covid-19. Se ha quedado afónica y lleva sin poder trabajar nueve meses. La afonía es la más leve de sus secuelas. A sus espaldas lleva ... 13 pruebas PCR realizadas , de las que salieron positivo las tres primeras, mientras los médicos no pueden asegurarle «que no tenga el Covid dentro» . La tos le interrumpe cada media frase que pronuncia, pero aun así descuelga el teléfono porque, afirma, «hay compañeras con historias que conozco, enfermas, que están en un limbo y nadie las está ayudando».
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El caso de Estefanía se contrapone a la historia de Isabel , que ha dado positivo en 5 PCR . En la única que dio negativo los médicos le dijeron que había que repetir porque era errónea. Esta joven palentina ha decidido no volver a urgencias y no hacerse más pruebas . El 12 de mayo un test serológico le reveló que tenía anticuerpos y había pasado la infección. Pero según lo que detectan los PCR, esto no es así.
Falta de puntería
La reacción ante el virus de cada contagiado es siempre una incógnita: los hay asintomáticos totales, se producen brotes de fiebre que no cesan seis meses después del contagio o se da el extraño caso de personas que sufren cacosmia, la percepción imaginaria de un olor desagradable. La puntería de la PCR como sistema de detección del coronavirus más fiable y sensible era una de las pocas certezas que el virus de Wuhan parecía dejar a su paso. Sin embargo, historias como la de Estefanía e Isabel sirven para cuestionar la sensibilidad del sistema de detección del coronavirus del que hasta ahora pocos han dudado .
Cuenta que al principio algunos médicos pusieron en duda si la tos que seguía teniendo era nerviosa o una simple hiperreactividad bronquial y, al final, le han detectado secuelas bronquiales, una capacidad pulmonar de un 58% e incluso asma persistente. «Mi vida es una mierda –sentencia–. Vivo como una persona de 80 años y no he cumplido los 40» .
Estefanía, malagueña de 36 años
Estefanía duerme con oxígeno, tiene dañado el esófago, sufre brotes de fiebre, accesos de tos persistente y fatiga extrema. Ha perdido el olfato y el gusto y los médicos le han diagnosticado el «síndrome post-Covid» cuando ella lo más grave que había tenido en su vida era «la típica gripe. Ni enfermedades pulmonares, ni nada», comenta. Lo último de lo que se ha enterado es que sus secuelas se extienden hasta el sistema nervioso, por lo que se está tratando con inmunoterapia.
En junio, la ingresan por primera vez en enfermedades infecciosas, ya que en los meses anteriores el hospital había estado colapsado. En este mismo mes, el test serológico muestra que ya tiene anticuerpos frente a la enfermedad , pero Estefanía no puede ayudar a su hijo de trece años a hacer los deberes, sin quedar extenuada a los pocos minutos.
Ha visitado las urgencias de su ciudad innumerables veces en los últimos meses, pues su cuerpo parece aún «muy convaleciente», a pesar de que en teoría Estefanía ya no es transmisora de la enfermedad. Su día a día es una sucesión de visitas a especialistas: acude al neumólogo, al cardiólgo, al otorrino... y ha tenido otros problemas médicos derivados de su delicada situación. En agosto fue ingresada en el hospital por un posible trombo. Sus dolencias solo se explican como secuelas de una enfermedad que ya no detectan las PCR . «Parece que en mi cuerpo podrían permanecer trazas del virus. Pero oficialmente no lo pueden decir».
«He recibido asistencia de psiquiatras que han elogiado mi positivismo. Tengo la cabeza amueblada. Me han ayudado a mentalizarme de que no iba a recibir respuestas», presume. Incluso ha sacado fuerzas para participar en un ensayo de la Universidad de Málaga con el hospital Carlos de Haya sobre la inflamación celular persistente que presenta, ahora que nota una leve mejoría gracias a un tratamiento por aerosoles que recibe una vez por semana.
La otra cara de la moneda
Cuando a Isabel Mercos le dieron los resultados de su última PCR el pasado mes de julio no podía creérselo. «Era negativa». Sin embargo, muy pronto volvió a su «nueva normalidad» que la acompaña desde marzo. «Los médicos me dijeron que los resultados eran erróneos y que me tenía que repetir la PCR al día siguiente pero, como me dieron de alta, no me lo hicieron».
Isabel, de 34 años
Isabel ha dado positivo para coronavirus en 5 PCR . La primera se la hicieron el 3 de junio en urgencias, «me quemaba un pulmón y no aguantaba más», y la última, el 15 de julio. «Yo sé que he pasado el coronavirus durante el mes de marzo . Lo pasamos mi madre y yo juntas. A mi madre le duró dos semanas, pero yo sigo teniendo síntomas», recuerda.
En los peores momentos de la primera ola esta palentina de 34 años solicitó, sin éxito, que le hicieran una prueba PCR. «Me dijeron que me quedara en casa y, aunque me estaba ahogando un poquito, aguanté. Pero cuando llegaron los primeros test, mi médico me dijo que era ansiedad, que no me lo iba a practicar y que me tranquilizara». Así que el 12 de mayo decidió hacerse un test serológico en un laboratorio privado. «Di positivo», lo que significaba que «tenía anticuerpos y que había pasado la infección» .
«Abducida por un marciano»
Confiada en que ya estaba curada, Isabel retomó su vida social. Pero seguía teniendo problemas al respirar. «Mi sensación es como si tuviera algo en la nariz: ruidos, problemas al tragar y el pulmón que me quema. Va a sonar raro, pero es como si estuviera abducida por un extraterrestre» . Por eso, acudió a Urgencias el 3 junio. Ese fue su primer positivo. Le explicaron que no tenía anticuerpos y que no podía contagiar. «Tenía restos del virus, aunque sin capacidad de infectar. Me ahogaba cuando hacía cualquier esfuerzo, aunque ahora ya llevo dos semanas buenas», reconoce. Junio fue su peor mes. «Me hacían una dolorosa PCR cada semana, ¡no podía más!» .
Ahora está en seguimiento a través de la consulta de Covid-19. Hace dos meses y medio que no la ha visto nadie . «La próxima cita es el 24 de noviembre». Promete avisar si es negativo.