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Mallorca vuelve a ser alemana: envidia por dentro, hospitalidad por fuera

La isla se abre al turismo con la llegada de más de 40.000 turistas germanos en Semana Santa entre la necesidad económica y el malestar por las restricciones a los residentes

El operario de mantenimiento del hotel RIU Concordia prepara la piscina ante la llegada de los turistas alemanes REPORTAJE GRÁFICO: ALBERTO VERA
Mayte Amorós

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Al turista alemán se le localiza fácilmente en Mallorca tras la nube de fotógrafos y cámaras. Se ha convertido estos días en una rara avis, una especie humana que ha despertado el interés de la prensa por el sentimiento de envidia y gratitud a partes ... iguales. Desde que Alemania sacó a las Islas Baleares de la zona de riesgo, no han parado de aterrizar vuelos de Fráncfort, Dusseldorf, Múnich... Vienen a darse un respiro. Mientras tanto, los residentes se conforman con comer los ‘robiols’ y ‘panades’ –especialidades típicas de Pascua– sin poder salir de su región y con la prohibición de juntarse con amigos y familiares en casa. La envidia va por dentro. Y la hospitalidad, por fuera. Porque la llegada de estos 40.000 en turistas esta Semana Santa supone una inyección económica a Baleares, la comunidad autónoma que más se ha empobrecido desde que estalló la crisis del coronavirus y que ha sufrido un descalabro del 23% del PIB.

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