ABC En busca de un clima a la carta para aliviar la sequía
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La capacidad del hombre para crear lluvia era algo reservado a las novelas de ciencia ficción hasta 1946
Lluvia artificial

En busca de un clima a la carta para aliviar la sequía

La siembra de nubes con yoduro de plata es obligatoria en zonas de California, está salvando ecosistemas en Australia y lleva años funcionando en China. La creación de lluvia artificial «no será la panacea», pero puede ser un recurso ante la falta de agua si se actúa sobre la nube adecuada: montañosa y con cristales en su interior

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Beatriz L. Echazarreta

China quiere sembrar nubes en más de la mitad de su territorio para el año 2025 y en Emiratos Árabes Unidos llevan meses intentando hacer que llueva en el desierto. No es una utopía futurista. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha avalado la efectividad de varios métodos para incrementar las precipitaciones, pero la proliferación de teorías de la conspiración y de negocios engañosos en internet han eclipsado al avance científico.

Al menos en Europa, donde ya existen compañías de lujo como Oliver’s Travel que a cambio de 150.000 euros aseguran bodas libres de lluvia para bolsillos saneados. En España, sin ir más lejos, ha habido pueblos que se han llegado a manifestar por la sospecha de que una legión de avionetas les estaban hurtando sus nubarrones y con ellos, sus tormentas. «El mundo de la modificación atmosférica está lleno de estafadores y desinformación», asegura José Luis Sánchez, catedrático de Física Aplicada e investigador climático. Pero, ¿es de verdad el ser humano capaz de solucionar los problemas de sequía por medio de la creación de lluvia artificial? ¿Qué hay de propaganda y qué de realidad en el ambicioso plan del Gobierno chino? ¿Cómo se siembra una nube?

La capacidad del hombre para crear lluvia era algo reservado a las novelas de ciencia ficción o la mitología hasta que en 1946, el premio Nobel Irving Langmiur espolvoreó hielo seco en una nube. El químico estadounidense logró que lloviera, pero el agua generada por condensación se evaporó antes de llegar al suelo. Fracasó, pero dejó el pronóstico de que en el futuro «sería más fácil cambiar el clima a nuestro gusto, que predecir sus caprichosos cambios o giros».

Años después de su fallecimiento, se demostró que en lugar de inyectar hielo seco sobre la masa nubosa era más efectivo hacerlo con yoduro de plata, claro que para que el proceso culminara en precipitación, se debía actuar sobre un tipo de nube muy concreta. Nubes ‘frías’, a menos de 0 grados centígrados , que se suelen encajar entre las cumbres montañosas y que se denominan nubes orográficas. José Luis Sánchez, que ha participado en varias investigaciones orientadas a conocer el potencial de las nubes y su comportamiento, explica que los métodos de creación de lluvia artificial parten de una máxima muy sencilla: «La gota, para que abandone la nube y se convierta en lluvia tiene que superar las 150 micras de tamaño. Todos los procesos están orientados a que las gotitas crezcan, pues al aumentar su tamaño, sus enlaces internos se debilitan y es más probable que se mezclen unas con otras y terminen cayendo al suelo. Las gotas pequeñas son impenetrables, como bolas de billar».

Cada nube tiene «toneladas de agua en su interior». Pero si una masa nubosa da lugar a lluvia, nunca precipita más del 10 por ciento del agua total que alberga. «Ese gran potencial hídrico es lo que ha movido a investigar si se pueden acelerar los procesos de precipitación para que en lugar de que la nube descargue el 5 por ciento de agua que contiene, el porcentaje ascienda al 5,5. Una cantidad pequeña y que puede ser menor, pero que sería parte de la solución en zonas que sufren intensos periodos de sequía», afirma este experto.

El yoduro de plata o las sales higroscópicas se esvolporean en las nubes por medio de aviones o generadores que mandan el compuesto químico desde el sueloABC

La Organización Meteorológica Mundial recoge en varios informes cómo se produce el proceso de siembra de nubes por medio de la inyección de yoduro de plata y en ellos recalca que se trata de un método en el que «los efectos negativos por contaminación están totalmente descartados». Un argumento que cierto sector del ecologismo suele esgrimir sin ningún tipo de base científica. «Es curioso que en lugares como Australia hayan sido los verdes los que hayan promovido la siembra de nubes en parques naturales y ecosistemas que, debido al cambio climático, estaban teniendo problemas porque cada vez nevaba menos. En California, por ejemplo, hacen incremento de nieve desde hace más de 40 años para ayudar a llenar los embalses, porque el agua del estado se concentra en el norte».

Barato y ecológico

¿Cómo lo hacen? Por medio de aviones –si no existe tráfico áereo– o gracias a generadores que lanzan el compuesto desde el suelo aprovechando las corrientes ascendentes de aire. La cantidad de yoduro de plata que hay que emitir es bajísima, lo que hace que el método sea barato: por cada gramo de yoduro de plata y con una temperatura que ronde los 10 grados bajo cero, se producen alrededor de un billón de núcleos de congelación que actúan sobre un millón de millones de gotitas. El yoduro de plata tiene una estructura cristalina que hace que la gota se congele. Ese cristal de hielo empieza a crecer a toda velocidad y termina lloviendo. A simple vista, puede parecer que el cielo se nubla cada vez más, pues en el proceso de congelación se cede calor hacia el exterior, y las nubes se expanden.

En España este método se podría incorporar en zonas como la Cordillera Central, la Penibética o los Pirineos. Áreas con una orografía compleja y donde existan nubes. «En lugares como Murcia o Almería el yoduro de plata no solucionaría el problema del estrés hídrico. La siembra no crea la nube. Pero si existe, favorece que descargue lluvia». Hace unos años, el Canal de Isabel II participó en un proyecto de investigación sobre incremento de nieve y se llegó a la conclusión de que la Sierra de Guadarrama era un espacio con gran potencial para la siembra.

Sin embargo, en Europa estas tecnologías no gozan de gran presencia, entre otros motivos porque en los países del centro y el norte del continente no existe preocupación por la falta de recursos hídricos. «El lastre de la sequía lo arrastran los países del sur. Pero la rumorología nos ha dejado paralizados. Existe la falsa creencia de que si se interviene una nube, cuando esta sigue avanzando se puede privar de lluvia a otro lugar. Esto es absolutamente falso, en ningún informe científico se ha probado lo contrario», recuerda Sánchez.

La siembra puede lograr que en un momento concreto precipite más agua en el municipio madrileño de Pinto. Pero esto no quiere decir que cuando la nube se sitúe encima de la vecina Valdemoro, vayan a quedarse sus vecinos sin aguacero.

Desde 2012 hasta 2017 China se gastó el equivalente a más de mil millones de euros en programas de modificación del clima, aunque de cara a los próximos cinco años prevé aumentar la partida para ejecutar un plan que «aunque utiliza un método que según la OMM puede aumentar la precipitación en un 15 por ciento, tiene algo de propaganda. Los resultados son difíciles de evaluar. Las estadísticas no son lo suficientemente robustas como para afirmar que el país asiático va a decidir cuándo llueve en casi 5.000 millones de kilómetros cuadrados», asegura Juan Esteban Palenzuela, de la Aemet.

Algo a lo que también están ‘jugando’ en Emiratos Árabes Unidos. Hasta este año, el método que se estaba llevando a cabo en el país de Oriente Próximo sí que estaba refrendado por informes de la OMM. Como allí no tienen montañas, actuaban sobre nubes más próximas al suelo y más cálidas. En lugar de yoduro de plata utilizaban sales higroscópicas (similares a la sal de mesa común) y en lugar de buscar la congelación de la gota, se trataba de acelerar la precipitación por medio del proceso de condensación.

Drones en el desierto

Sin embargo, ahora están promocionando un sistema que por el momento no se encuentra avalado científicamente por la OMM: la ionización. Por medio de drones, se actúa sobre la nube cargándola eléctricamente. «Sobre el papel, lo que se intenta es que unas gotas se carguen negativamente y otras positivamente y por atracción, se condensen y se conviertan en lluvia. Sin embargo, nadie asegura que las gotas se carguen con signos opuestos. Si esto no ocurre, en lugar de atraerse, se repelerían», explica Sánchez.

Emiratos Árabes Unidos está probando un nuevo sistema con drones para hacer que llueva en el desiertoABC

La realidad es que, en el año 2016, más de 50 países de todo el mundo se embarcaron en programas de modificación artificial del clima, por la urgencia marcada por el cambio climático. «No sólo orientados al incremento de nieve o lluvia, sino también a la supresión del granizo o la dispersión de la niebla», cuenta el experto de la Aemet.

China, Estados Unidos, Japón, Israel, Australia o Emiratos Árabes Unidos «han entendido que la modificación atmosférica no es una cuestión ideológica, sino una necesidad futura. No será la panacea, pero contribuye a la solución del problema del agua», sentencia Sánchez. En Europa, por el momento, sólo se ha apostado por programas de lucha antigranizo, que se han aplicado con éxito desde el año 79 en comunidades autónomas como Madrid, Cataluña, Aragón o la Comunidad Valenciana.

Pero no todos los métodos que se han presentado han sido igual de respetuosos con el medio ambiente. «En Colorado se han hecho experimentos con una fórmula curiosa, pero arriesgada: el propano a 20 grados centígrados bajo cero en las nubes produce una congelación brutal, pero si se topa con una chispa de fuego puede provocar una catástrofe», advierte Sánchez.

Aunque lo verdaderamente dramático, dice este catedrático, son los fraudes que han proliferado. «En Murcia se gastaron miles de euros en unos cañones sónicos que decían ahuyentar el granizo. Una tomadura de pelo que desprestigia otros métodos con base científica». Más vale llevar una docena de huevos a las clarisas que desembolsar 150.000 euros para dejar que el azar haga de las suyas.