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La juventud inglesa rompe los moldes y se pasa al éxtasis y la cocaína sin haber probado antes el hachís

Gran Bretaña ha superado a España como país consumidor de varias sustancias alucinógenas. ABC

Como es bien sabido, las encuestas científicas suelen ir por detrás de las realidades sociológicas. Pero según parece, por una vez ambas parecen caminar unidas, al menos en sus rasgos fundamentales. Un estudio de la UE sobre drogodependencias dice que el Reino Unido es el lugar de Europa con mayor incremento en el consumo y un amplio reportaje en la revista «The Face» pone de manifiesto que la juventud británica va pasando de forma lenta pero segura a la cocaína, hasta ahora considerada para «ricos y famosos».

En los últimos años la juventud, más bien adolescencia, británica se ha puesto a la cabeza en un sinnúmero de estadísticas indeseables. Las drogas son una de ellas y se inscribe en un marco más amplio que incluye la mayor cantidad de embarazos en menores de 16 años, el mayor nivel de violencia en ese mismo sector o la peor preparación escolar básica de la UE.

POR DETRÁS DE DINAMARCA

Según el Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías, la juventud de este país es segunda en consumo de cannabináceos (por detrás de Dinamarca y superando ya a España). Un 25 por ciento de la población ha fumado alguna vez un canuto y casi un 10 por ciento afirma hacerlo de manera regular. Mucho más espectacular y que les sitúa en primer lugar es el uso de anfetaminas (por lo general éxtasis, pero no sólo), y de cocaína. Según las cifras del estudio, más de un 4 por ciento de los jóvenes de entre 16 y 24 años consume una u otra sustancia y éstas son cifras inesperadas. Debe aclararse que en el estudio no se toma en cuenta a los menores de 16 años, grupo social que consume anfetas en cantidades verdaderamente preocupantes y que en cuanto se hace un poco mayor pasa directamente a la cocaína.

Este estudio coincide con el realizado por el laboratorio Mass Spec Analytical con billetes recogidos por el Banco de Inglaterra. En él, el 99 por ciento de los billetes analizados mostraban rastros de cocaína. Naturalmente, tal contaminación no se debe únicamente a su utilización como tubos para inhalar la droga, sino a su contacto con otros billetes que si lo han sido. En total, un 4 por ciento de los billetes presentan más que simples rastros y parecen haber sido utilizados por consumidores o en un ambiente de traficantes.

Lo interesante es completar el estudio del Observatorio con el número que «The Face» le dedica a la cuestión. La revista también ha realizado sus propias encuestas, pero el especial se centra en reportajes personales en hospitales, entre consumidores o en organizaciones sociales.

Las cifras arrojadas por las encuestas son alarmantes. Un 61 por ciento de los interrogados en Glasgow afirma haber probado cocaína, en Newcastle un 59 por ciento, en Brighton un 86, en Londres un 46 por ciento... Es cierto, el ámbito de la encuesta estaba sesgado por realizarse en bares y clubes, pero no por ello los resultados dejan de ser impresionantes.

UNA DROGA CARA

Queda la cuestión del dinero. Efectivamente, la cocaína es una droga cara, aunque su precio haya bajado en el Reino Unido hasta más o menos 7.000 pesetas el gramo. Pero cuando se sabe que un adolescente puede ingerir hasta 15 pastillas de éxtasis en una noche de exceso, la diferencia en gasto no es tan grande. Y como muchas familias les dan a los niños dinero para comprarse ropa, libros o discos, en una forma como otra cualquiera de evitarse acompañarles a sus compras, no es raro que tales niños dispongan de dinero suficiente para iniciarse en la cocaína.

De los reportajes se extraen otras conclusiones. La principal de ellas es que la «generación del éxtasis» echa abajo la sabiduría recibida de que se empieza con una cerveza, se sigue fumando un porro y se acaba entregado a la heroína o la cocaína. Muchos jóvenes pasan ahora de consumir éxtasis a consumir habitualmente cocaína. Ahora no se trata de «expansión de las conciencias» de los años setenta, sino de ir más rápido. En la música, en la carretera, en la vida...

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