Los tres exorcismos con los que Juan Pablo II ganó al diablo
El santo Papa polaco liberó a varias mujeres que manifestaban síntomas de posesión
En los últimos cuarenta años de pontificado romano se recuerda que Juan Pablo II realizó al menos tres exorcismos , incluido uno iniciado en la plaza de San Pedro en septiembre del año 2000. Se trataba de una muchacha italiana de 19 años, víctima de posesión diabólica, traída por sus padres a una audiencia general con miles de peregrinos.
Cuando el Papa comenzó a dar la bendición, la chica sufrió un violento arrebato y se lanzó a gritar con voz cavernosa palabras desconocidas. Juan Pablo II se dio cuenta, se hizo cargo personalmente del problema y continuó ayudando a la muchacha al término de la audiencia, hasta que quedó liberada.
El exorcismo duró una media hora, durante la cual el Papa estuvo acompañado y fue ayudado por el obispo Gianni Danzi, secretario general del Estado del Vaticano.
Los padres de la muchacha la habían traído desde su casa, cerca de Monza, con la esperanza de que la oración y la bendición de Juan Pablo II a los peregrinos al término de la audiencia general podría quizá resolver el problema. No imaginaban que el santo Papa polaco intervendría personalmente durante media hora hasta lograr la completa expulsión del diablo.
La intervención del sucesor de Pedro era, por así decirlo, su último cartucho. Según el exorcista italiano Gabriele Amorth, la posesión diabólica de la muchacha había comenzado siete años antes y la había causado, por odio a sus padres, una persona que acudió a un mago satánico y pagó por el maleficio.
Este tipo de actuaciones, con magos satánicos verdaderos o falsos, es relativamente frecuente en Italia, un país de gran vitalidad espiritual, para el bien y para el mal. Y también de grandes fraudes en todos los terrenos. De hecho, buena parte de los magos satánicos son meros estafadores de personas tan incautas como malintencionadas.
Misa de salvación
Este exorcismo era, en realidad, el segundo de Juan Pablo II, pues en 1982 el obispo de Spoleto le había traído una mujer de su ciudad para que la liberara. El Santo Padre llevó a cabo el rito completo, incluida la fórmula del exorcismo, pero no dio resultado alguno.
El panorama era decepcionante. Sin embargo, al comentar a la mujer como despedida, «mañana celebraré la misa por ti», el demonio la dejó libre de inmediato.
No se conoce ninguna actuación similar de Benedicto XVI, aunque algunos intentaron atribuirle como exorcismo una mera bendición a la que reaccionaron dos endemoniados en la plaza de San Pedro en 2009. Tampoco Francisco, que se sepa, ha realizado exorcismos, si bien rezó e impuso las manos a un muchacho con algún problema de este tipo al término de una misa en mayo de 2013. Ante la confusión creada por algunos medios italianos, su portavoz, el padre Federico Lombardi, precisó que «el Santo Padre no ha realizado ningún exorcismo; ha dicho una plegaria por una persona que sufre y que le fue presentada». Se trataría, pues, de una oración de liberación.
Como sus predecesores, Francisco prefiere destacar la actividad ‘normal’ del diablo. El pasado mes de mayo recordaba que «primero nos halaga y nos hace sentir invencibles -los halagos del diablo que hacen crecer la vanidad-, después nos echa por tierra y nos hace sentir inadecuados». Alza para poder, más tarde, derribar.