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Cinco moralejas a bordo de un avión: «el show no debe continuar»

Rostros conocidos que enloquecen en pleno vuelo, paranoias momentáneas y reacciones desmedidas para superar el amargo trago de volar, o pilotos que acusan las horas de trabajo son situaciones «non gratas» en una aeronave

Cinco moralejas a bordo de un avión: «el show no debe continuar» abc

ÉRIKA MONTAÑÉS

Esta semana «saltaba» la noticia del arresto de un pasajero en Santa Cruz de Tenerife cuando bajó del avión en el que viajaba proveniente de Oslo acusado de un delito contra la seguridad aérea. El ciudadano noruego, de 38 años, había «alterado gravemente» el orden y el estado placentero del pasaje que soñaba con su descanso merecido en aguas canarias cuando se puso de pie y empezó a soltar lastre por su boca, además de tratar de abrir una puerta de emergencia en pleno vuelo. Lo que no se comunicó en la detención es que este hombre es, en su país, una suerte de «participante en un reality show» con aires, quizás, de famoso incorregible, que dio todo un espectáculo en el BXL605 de la compañía Tuifly Nordic. El pasaje no debió pasarlo tan bien con este «Follonero» a la negativa y a la noruega. Moraleja 1 en un avión: «El show mustn’t go on (el espectáculo NO debe continuar)».

Qué se lo digan, si no, a varios rostros populares que lo han pasado mal más de una vez con el cinturón de seguridad del avión ya abrochado y sin poder ponerse cuerpo a tierra, literalmente. Dos artistas asturianos, el gaitero José Ángel Hevia Velasco y el cantante Ramón Melendi Espina , por todos conocido como Melendi, provocaron en julio de 2011 y noviembre de 2007, respectivamente, episodios que luego salieron públicamente a lamentar. Un comandante de la compañía Air Nostrum, en vuelo directo desde Nápoles a Madrid, denunció a Hevia y a sus dos acompañantes por «increpar e insultar a la tripulación». «Estaba a lo Melendi», comentaron varios pasajeros de aquel vuelo-interruptus, ¿pero qué significaba exactamente?

Pues el cantante de «Como una vela» o «Caminando por la vida», caminó como una mecha encendida por el pasillo del avión mientras «ciertamente agitado» –como él mismo reconoció en una nota posterior a su detención y su declaración judicial en los tribunales de Plaza de Castilla de Madrid- mientras « pedía un combinado» encarecidamente a los miembros de la tripulación . No quisieron servirle más copas, porque –y también dicho por Melendi- «se había tomado dos previamente a embarcar al avión» para superar su miedo a volar porque se enfrentaba a su primer «vuelo transoceánico», conexión Madrid Barajas-México D.F. Ese pánico a doce horas de vuelo dejó patidifusos a los 180 miembros del pasaje del Airbus A340, cuyo comandante optó por regresar a Madrid «ante la imposibilidad de garantizar la seguridad» de las personas que iban dentro de esa aeronave. Una determinación que aún ofuscó más al artista, que comenzó a vociferar y vituperar contra el piloto y la tripulación «quizás subido de tono» (también son sus palabras). Moraleja 2: «Si embarcas, no bebas».

Algo similar, pero con graves «efectos colaterales» para los 127 atónitos pasajeros del avión de la compañía Air France que cubría la ruta París-Dublín, sucedió en agosto del pasado año con el actor Gerard Depardieu en el papel de «actor protagonista» . A punto de despegar, el «Cyrano de Bergerac» ebrio y sin poder aguantarse, solicitó a la azafata orinar en el baño, algo que no está permitido en esta fase de salida del avión.

Dipardieu, ebrio y con incontinencia, orinó en un despegue y retrasó dos horas la salida

El actor francés se puso delante de los pasajeros, se quejó por no poder soportar la presión en su estómago, se desabrochó el cinturón y el pantalón y realizó sus necesidades sobre la moqueta. El intérprete de 62 años orinó ante las palabras de la abnegada azafata: «El baño está cerrado, señor», según relato de los pasajeros, y su micción apresurada retrasó nada menos que dos horas la partida de la aeronave porque se tuvo que retornar al hangar para limpiar de orines ese vuelo AF5010. La compañía notificó a los ciudadanos que había acontecido «un incidente» en el avión, sin más detalles. Moraleja 3 (sólo para actores): «La vida no es un eterno papel». Y Dipardieu debiera adoptar como referente en las tablas a Concha Velasco y sus anuncios de compresas para la incontinencia urinaria.

Comandantes al pie del cañón

Al margen de rostros conocidos, cuyos percances siempre trascienden más de lo que ellos mismos desearan, la vida en un dos hélices depende directamente del estado del piloto. A él confían sus propias trayectorias los miembros del pasaje y de su buen hacer se deriva la llegada, sano y salvo, al punto de destino. Un piloto enloquecido protagonizó en marzo pasado una verdadera hecatombe en un vuelo Nueva York-Las Vegas, que tuvo que aterrizar de emergencia para reducir a la fuerza al capitán de la nave, que solo gritaba «¡Recen todos, hay una bomba!» .

La histeria entre los viajeros no podía contenerse más, pero con lo que no contaba el piloto cuyo estado mental está siendo monitorizado era con que en los asientos hubiese más de un participante en la inminente Conferencia Internacional de Seguridad 2012 que se iba a celebrar en la ciudad de los casinos, nada más aterrizar esa aeronave. El empleado de JetBlue fue grabado además por varios pasajeros con sus dispositivos móviles y pronto fue conocido en YouTube.

En pleno uso de sus facultades mentales estaba el comandante de otro avión que decidió ir al baño antes de dar la orden de despegue. El hombre se quedó encerrado en el servicio y comenzó a gritar y golpear la puerta desde dentro para ver si alguien podía escucharle. No solo le oyeron, sino que el copiloto, extrañado y asustado, contactó con la torre de guardia del aeropuerto neoyorquino de La Guardia. «El piloto ha desaparecido, tengo a alguien con fuerte acento extranjero tratando de acceder a la cabina ahora mismo y trato de lidiar con la situación», fue su transmisión. El del acento era el siguiente pasajero en tratar de acceder al «toilette» que iba a cabina a comunicar que la puerta del baño estaba atrancada, con el piloto dentro del habitáculo.

Un piloto en Canadá se durmió una siesta de 35 minutos más de lo permitido

El último de «nuestros» infortunados capitanes durmió una siesta de 75 minutos antes de su nuevo vuelo. Lo permitido en la navegación aérea canadiense no son más de 40 minutos de descanso, pero la fatiga por un «alto rendimiento y elevado número de horas de vuelo» pasó factura a este buen hombre. Somnoliento, despertó y comenzó a tripular la aeronave de la empresa Air Canada que debía cubrir el trayecto desde Toronto a Zurich.

Primero, confundió a otra nave con el planeta Venus y luego envió a su avión de pasajeros de buceo hacia el Atlántico, con la intención de evitar la colisión con un tercer avión imaginario, según constó en el informe oficial, en enero del año pasado. El avión Boeing 767 cayó hasta los 400 metros, provocó 16 heridos entre los 95 que componían el pasaje y dejó notificaciones tan evidentes como las siguientes: «Bajo los efectos de la inercia del sueño significativa (cuando el rendimiento y el conocimiento de la situación se degrada inmediatamente después de despertarse), el primer oficial percibe que la aeronave se aproxima como en curso de colisión y comenzó un descenso para evitarlo», dijo el informe de la Junta de Seguridad del Transporte de Cánada. Cotejado por el investigador jefe Jon Lee, «este hecho puso de relieve el desafío de la gestión de la fatiga en la cabina del vuelo». Moraleja 4 para todos los primeros oficiales: «Pilotas para soñar, pero no sueñas para pilotar».

Y la paranoia colectiva en Estados Unidos

Entre el inventario de incidentes a bordo de un avión, se cuentan por decenas los que tienen como epicentro la paranoia colectiva y el nerviosismo post-11S que se vive en Estados Unidos. El culmen se vivió el 9 de mayo pasado, con la muerte reciente de Bin Laden, y cuando las autoridades aéreas estadounidenses notificaron tres sucesos espaciados en tres vuelos distintos. Un pasajero con pasaporte Yemen desde Chicago a San Francisco se levantó diez minutos del asiento antes del aterrizaje y golpeó la puerta de la cabina. Pronto estaba inmovilizado. El pasajero sufría «trastornos mentales», comunicó el oficial de la policía de San Francisco, Michael Rodríguez .

Poco antes, las falsas alarmas se habían repetido en un avión del Delta Airlines rumbo a San Diego desde Detroit, que aterrizó premeditadamente en Alburquerque (México) porque una azafata encontró en un lavabo una nota manuscrita en la que se leía la palabra «Bomba». Otro «pasajero rebelde», como se comunicó por parte de las autoridades, trató de abrir la puerta del aparato de Continental Airlines desde Houston a Chicago, lo que también causó el aterrizaje de emergencia en Sant Louis. El pasajero estaba preso de un «ataque de pánico». Moraleja 5: Vacúnate (de la aerofobia o miedo a volar ) para no contagiar. Consulta a tu médico.

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