Jos Beek, el ginecólogo que inseminó con su esperma a varias pacientes
Los 21 hijos de las mujeres que se sometieron a tratamientos de fertilidad, con evidente parecido físico entre ellos, acudieron al centro médico en busca de su padre, pero era tarde. Beek murió en 2019, sin conocer a su descendencia
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Iniciar sesiónEl deseo de procrear es intrínseco a la condición humana y en su altar se han inmolado innumerables sacrificios desde que el hombre es hombre, pero en este caso se trataba más bien de obtener un sobresueldo. Jos Beek ejerció como ginecólogo en ... el Hospital Elisabeth de Leiderdorp, en Holanda, entre 1973 y 1986. Allí practicaba tratamientos de fertilidad en los que, sin advertir a las parejas, u tilizaba su propio esperma y se embolsaba lo correspondiente a la supuesta donación anónima.
Nadie en la clínica sospechó nada hasta que el pasado mes de junio acudió al centro un abogado de la organización Fiom que representaba a 21 hijos de mujeres que se habían sometido a esos tratamientos, que guardaban un evidente parecido físico entre ellos y buscaban a su verdadero padre. Beek murió en 2019 , así que no ha llegado a conocer a su descendencia. Los análisis de ADN hicieron el resto.
Los tratamientos de fecundidad se empezaron a desarrollar en todo el mundo en la década de 1970 y algunos ginecólogos holandeses decidieron aprovechar esa estrategia para agilizar los procesos y nutrir sus cuentas corrientes . Este es ya el tercer médico descubierto en el país. Como el Dioniso de los misterios eleusinos, se encargaba personalmente de que las mujeres se quedaran embarazadas.
«No consta que los niños y sus padres estuvieran al tanto de esto», explica la clínica en un comunicado, en el que dice también que no puede determinar cuántas pacientes fueron tratadas por este ginecólogo durante esa época porque los archivos han sido destruidos. « No se descarta la posibilidad de que se descubran todavía decenas de descendientes », admite el centro, que ahora se llama Alrijne, por lo que ha hecho un llamamiento a todas las pacientes tratadas en algún momento por este ginecólogo para que se pongan en contacto con el hospital. Uno de los miembros de su directiva, Peter Jue, ha admitido que «la forma en la que actuó este médico en ese momento es inaceptable» y ha lamentado el « impacto negativo en los padres y los niños afectados ».
Otros dos médicos holandeses –Karbaat y Wildschut– también utilizaron su propio semen en tratamientos de fertilidad en el pasado
Como atenuante, en lo que respecta a la responsabilidad del hospital, alega que «apenas había regulación entonces en cuanto a los programas de fertilidad. Era un campo aún en desarrollo y apenas había supervisión » y subraya que «la situación ahora es completamente diferente», con protocolos nacionales y métodos «consistentes y cuidadosos». No ha dicho, pero también es cierto, que entonces no había análisis genéticos a disposición de casi cualquiera, por lo que quienes llevaron a cabo esta práctica contaban con total impunidad.
Al igual que Beek, también debió pensar que nunca sería descubierto Jan Karbaat , director de una clínica de inseminación asistida de Róterdam por aquellos años y padre de al menos 80 personas. Y J an Wildschut , que utilizó en secreto entre 1981 y 1993 su propio esperma en tratamientos aplicados en el actual hospital Isala, conocido entonces como Sophia de Zwolle, y al que se atribuyen docenas de descendientes. En Holanda estos casos comienzan a ser tan frecuentes que ya hay una organización como Fiom, especializada en las pesquisas de paternidad en las clínicas de fertilidad, un nuevo género detectivesco que cuenta con dar todavía muchas más sorpresas .
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