Los psicólogos: «La gente evacuada necesita volver a sus casas y comprobar si está de pie o se la tragó el volcán»

«Se comunican con sus familiares, llaman a la Península... pero les decimos que deberían acortar el tiempo de exposición, es decir, informarse de lo que sucede solo en una franja temporal y por un medio, como la televisión, por ejemplo. No lo están viendo, pero sí que lo están sintiendo», ejemplifica Laura Marrero , jefa de coordinación de los psicólogos de Cruz Roja Española que trabajan en el cuartel de El Fuerte desde hace cuatro jornadas.

Llegaron a ser más de 200. Ahora son unos 150. Son lo que en el argot psicológico llaman víctimas de cuarto nivel, que están observando con pesar lo que ocurre en La Palma y lo hacen a través de una pantalla o un teléfono móvil. Están siendo espectadores de su propia vida, en ocasiones y todos necesitan tener alguna constancia de qué ha sucedido con las lenguas de lava y sus hogares o animales. El consejo de Marrero a las personas a las que asiste es que aún no se expongan tanto. Los 'refugiados climáticos' del volcán están aún reticentes a recibir visitas de la prensa o dar su testimonio más allá de la pesadilla por la que están pasando, con mucha resignación.

«La percepción es la de que no tienen miedo. Saben que aquí, entre agentes uniformados y asistencia social, no van a estar desprotegidos. La sensación es, más bien, la de incertidumbre. La mayoría repiten qué habrá pasado con sus mascotas, animales, fincas, cultivos, y sobre todo, con su casa» . Han telefoneado a algunos de sus vecinos para saber si su vivienda en Todoque sigue en pie. No ha habido respuesta. Pero Todoque ya está prácticamente arrasado. Las imágenes y noticias que llegan son las de la devastación completa del pueblo, por poner un ejemplo, comenta la especialista de Cruz Roja a este periódico. La angustia entonces, algo perfectamente imaginable a los ojos del lector, va creciendo.

La intervención de Cruz Roja Española pasa, sobre todo, como en cualquier otra emergencia, por brindarles «acompañamiento y, sobre todo, mucha empatía. En emergencias no se hace terapia, que necesita un tiempo determinado». «La mayoría solo necesita que les escuches, no tienen una necesidad específica más allá».

En estos momentos tampoco hay egoísmo. «En el caso de las personas mayores, para la mayoría no se trata del primer volcán que ven y cada uno lo gestiona como puede». Tienen la duda machacona en sus cabezas de cuándo podrán volver a casa y están sometidas a ese estrés continuo . Van cuatro jornadas y empieza a pesar. Sufren muchas pesadillas, pero los cuadros de ansiedad aún no son graves, explica Marrero. «El problema llegará cuando suelten toda esa tensión, por eso, aunque el volcán pare, es fundamental el trabajo previo que se hace, y hacemos con ellos», completa Laura Marrero. Necesitarán acompañamiento posterior y duradero, porque la erupción emocional de esta tragedia se puede producir después.