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Genes 2, Raza 0

Genes 2, Raza 0

Cuando el Premio Nobel James Watson aventuró que las razas negras africanas pueden ser genéticamente menos inteligentes que las blancas caucasianas no pudo llegar ni a la esquina sin pedir disculpas. Poco después se supo que, genoma de Watson en mano, él era más africano de lo que parecía. Había genes negros en su estructura. ¿Justicia poética? En todo caso la plataforma ideal para reconducir el debate de la raza al de los genes. De la medicina étnica a la genética. Desde el principio la carrera por secuenciar el genoma humano ha sido también una carrera por la medicina a la carta. El otro ser humano cuyo genoma ha sido íntegramente secuenciado, el emprendedor científico Craig Venter, lo tiene claro: el futuro permitirá prevenir las enfermedades antes de padecerlas y diseñar medicamentos específicamente adaptados a cada organismo. Es una aventura fascinante, pero peligrosa. Secuenciar el genoma de uno puede llevar a hacer descubrimientos desagradables. Por ejemplo, a descubrir una propensión al alzhéimer, una debilidad estructural del metabolismo, una mayor o menos respuesta a determinados fármacos, etc.

La más comparativa entre los genes de Venter y los de Watson ha resultado desoladora para este último: su metabolismo alberga mutaciones que le hacen intratable en muchos sentidos. Que no espere demasiado alivio para ningún dolor a base de tomar codeína. Tampoco le harán mucho efecto los antidepresivos ni ciertos medicamentos que tratan el cáncer de pecho -suerte tiene de ser hombre- o el corazón. Más le vale no enfermar, porque para muchas cosas no tiene cura. Eso se debe a que en sus genes caucasianos no sólo hay «contaminación» africana sino algún que otro gen asiático, posiblemente coreano, que explica estas mutaciones. O sea, el hombre que tuvo que dejar su puesto en un prestigioso laboratorio de Nueva York por haber hecho declaraciones racistas resulta que es un popurrí genético. Lo cual nos lleva a una paradoja que haría muy feliz a Luigi Cavalli-Sforza, el genetista italiano que sostuvo que todos venimos en el fondo de una misma Eva negra, y que las diferencias anatómicas y raciales, a pesar de su aparente espectacularidad, eran adaptaciones superficiales al medio. Máscaras de diferencia sobre una hermandad genética profunda. El caso de Watson ejemplificaría cuán rezagados van los que aún creen en las razas como marcos de las diferencias humanas; estas se deciden en los genes, los cuales están ya tan mezclados y agitados que quien quiera seguir pensando en razas, tendrá que acostumbrarse a pensar en razas de a uno, como mucho de a dos. Tres pueden ser una multitud multiétnica.

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