Exhumar un cadáver es más frecuente de lo que parece

En algunas necrópolis, como el Cementerio Sur de Madrid, sacar los restos humanos de una unidad de enterramiento es «un procedimiento habitual y continuo» , explican desde la funeraria municipal. Se trata del único en la localidad que cuenta con nichos temporales, que tienen diez años de concesión.

El derecho de enterramiento tiene fecha de caducidad y la mayoría de seguros de decesos alquilan el espacio durante una década, aunque este tiempo también lo pueden marcar los ayuntamientos. Transcurrido el periodo estimado, es la familia la que decide si renueva la concesión o no.

En caso de no querer o no poder pagar el precio que conlleva que un familiar o allegado descanse en su tumba, se debe desalojar. Si no se dispone de un lugar en el que enterrar o depositar las cenizas, el cementerio se hace cargo de los restos y los traslada a un osario general.

La extinción de la concesión del nicho funerario es una de las causas más comunes que implican la exhumación de un cadáver. También se pueden sacar los restos humanos de un nicho para la reducción de los mismos o para reinhumar el cuerpo en otro lugar. Esto último se suele realizar para juntar a un matrimonio, o algún familiar en un mismo espacio.

Por otro lado, Daniel Berzosa, profesor de Derecho Constitucional y abogado, explica a este periódico que hay casos de exhumación «especiales» o poco comunes . Estas son las que se realizan con fines científicos, cuando ocurre un fallecimiento sospechoso, su exhumación es prematura o los restos están en una fosa común, como en «el caso de los familiares que están reclamando los cadáveres enterrados en fosas comunes de la Guerra Civil española», señala el experto.

Los requisitos para exhumar un cuerpo los establece una normativa dual que es complementaria. Existe una estatal, compuesta por la Ley General de Sanidad y por el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria de 1974 y otra autonómica. Según dicho reglamento hay un grupo de cadáveres a los que no se les concede la autorización necesaria para la exhumación. Se trata de los cuerpos de aquellas personas cuya causa de la defunción represente un «peligro sanitario» , como por ejemplo si murieron por el virus del cólera, la viruela, o el ébola.

El resto de cadáveres pueden ser exhumados siempre que se cumplan una serie de condiciones. En primer lugar, debe haber transcurrido un tiempo determinado desde que se realizó la inhumación. Este periodo es distinto en cada Comunidad Autónoma. En algunas, como Castilla-La Mancha o Madrid, han de pasar dos años . Otra condición para extraer los restos del lugar donde están inhumados es que se reúnan las condiciones higiénico-sanitarias adecuadas. «Por esta razón la mayoría de los cementerios no realizan esta práctica durante el período estival, evitando los meses de más calor», detalla Berzosa. Por último, para exhumar un cadáver son los familiares directos, los titulares de la unidad de enterramiento, un juez o el propio cementerio, quienes han de solicitar la retirada de los restos .

Desde el punto de vista administrativo los documentos necesarios para solicitar una exhumación son «una autorización del cementerio, otra de la Comunidad Autónoma y un certificado que asegura que las condiciones higiénico-sanitarias son adecuadas», apunta el abogado.

Exhumar un cadáver puede oscilar entre los 200 y 500 euros y si a este gasto hay que añadir el alquiler de un nicho, el trámite puede hacer mella en el bolsillo de muchas familias. El precio de los nichos varía dependiendo del ayuntamiento o cementerio del que se trate, pero el alquiler de uno por 10 años ronda los 1.000 euros.

Este elevado coste es uno de los factores que explican que en España se apueste cada vez más por la incineración . Según datos de Panasef, Asociación Nacional de Servicios Funerarios, el porcentaje de fallecidos que fueron incinerados en 2016 era del 36,94%. En 2018 la cifra ascendió a 41,22% y se estima que en 2025 la tasa sea de un 60% de incineraciones.