«La eternidad es sumergirse en el océano del amor infinito»

Cuando el concepto de «vida eterna» deja de ser algo apetecible, la esperanza en el más allá se resiente. Benedicto XVI reconoce en su encíclica que la expresión «vida eterna» como intento de

Cuando el concepto de «vida eterna» deja de ser algo apetecible, la esperanza en el más allá se resiente. Benedicto XVI reconoce en su encíclica que la expresión «vida eterna» como intento de describir el cielo «es una expresión insuficiente que crea confusión. En efecto, « ... eterno» suscita en nosotros la idea de lo interminable, y eso nos da miedo, mientras que «vida» nos hace pensar en la vida que conocemos y amamos, pero que incluye frecuentemente más fatiga que satisfacción».

Ante el desafió de encontrar palabras que presenten el mas allá de manera sugestiva, el autor de «Escatología, la muerte y la vida eterna» (1977), calificada por Joseph Ratzinger como «mi obra más completa», recurre al lenguaje poético.

El don de la eternidad

Según el Papa, «la eternidad no es un continuo sucederse de días del calendario, sino el momento gratísimo de sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tiempo -el antes y el después- ya no existe».

El encuentro con Dios es encontrar la plenitud de la bondad y «sumergirse en la inmensidad del ser a la vez que estamos desbordados simplemente por la alegría».

La segunda encíclica de Benedicto XVI, «Salvados en la Esperanza», resume muchas de las ideas que protagonizaron su trabajo y el de Juan Pablo II a lo largo de más de un cuarto de siglo como la sinergia entre fe y razón, el gigantesco y trágico costo humano de las utopías modernas como el nazismo y el marxismo, o la necesidad de respetar la verdad objetiva, como límite a las dictaduras políticas o ideológicas.

El Papa invita a la modernidad a realizar una autocrítica, teniendo en cuenta el resultado amargo de las utopías, pero también pide que incluya «una autocrítica del cristianismo moderno, que debe aprender a comprenderse a sí mismo a partir de sus propias raíces».

La raíz está, evidentemente, en la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret, protagonista del último libro de Benedicto XVI, que está vendiendo millones de ejemplares en una decena de idiomas.

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