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Estímulos eléctricos en el cerebro para controlar las obsesiones y manías

El Hospital Clínico de Madrid es pionero en tratar el trastorno obsesivo-compulsivo con técnicas de estimulación cerebral profunda a la medida de cada enfermo

Los actores Óscar Martínez, Paco León, Rossy de Palma y Alexandra Jiménez en la película TOC, sobre el trastorno obsesivo compulsivo

JOAQUÍN SOTO

El trastorno obsesivo-compulsivo o TOC es una enfermedad psiquiátrica que causa una gran angustia e impide, en los casos más graves, el desarrollo de una vida normal. Para el 10% de estos pacientes, resistentes al tratamiento convencional, la única opción posible de mejora es someterse a estimulación cerebral profunda . Y no funciona en todos los casos.

La mitad de los pacientes con TOC que se someten a esta técnica no reducen sus síntomas. Sin embargo, un equipo de neurocirujanos y psiquiatras del Hospital Clínico San Carlos ha superado esta estadística al mejorar los síntomas del 85% de los pacientes estudiados. Su éxito se explica por haber adoptado una estrategia contraria a la convencional, que consiste en estimular siempre una misma área cerebral, el núcleo accumbens . En lugar de esto, estimularon la zona que ofrecía mejores resultados según los síntomas propios de cada paciente.

Casi el 2% de la población padece este tipo de trastorno psiquiátrico que se caracteriza por el desarrollo de una serie de pensamientos y miedos irracionales (obsesiones). El paciente es consciente de estas obsesiones y trata de evitarlas mediante comportamientos repetitivos, conocidos como compulsiones. El TOC es una enfermedad heterogénea, ya que cada paciente desarrolla diferentes tipos de obsesiones, como las relativas al orden o la limpieza . Un ejemplo de esto lo tenemos en la película Mejor Imposible, donde el actor Jack Nicholson interpreta a un escritor

incapaz de pisar las líneas de las baldosas. Como explica la psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos, Blanca Reneses, este caso es un tipo de compulsión relativo a la simetría. «El personaje -indica la psiquiatra-vive siempre con la idea de que pisar las líneas podrían tener alguna consecuencia negativa para él o para otro tipo de personas». Es un trastorno que afecta la calidad de vida de quienes lo padecen. «El paciente se debate siempre en el terreno de la angustia porque intenta frenar ese pensamiento o conducta y le angustia no poder controlarlo». En los casos más graves, existe incluso un riesgo de suicidio importante.

Regular los impulsos anormales

El TOC se trata mediante fármacos y terapia cognitivo-conductual. Si esto falla, como ocurre en el 10% de los casos, se recurre a la estimulación cerebral profunda. Un tipo de técnica quirúrgica en la que se implantan electrodos dentro de ciertas zonas del cerebro . Estos electrodos producen impulsos eléctricos que regulan los impulsos anormales de diferentes enfermedades, como el párkinson o TOC.

El electrodo se conecta con un cable que va por debajo de la piel a un generador que puede estar en la clavícula o en el abdomen. En el Hospital Clínico San Carlos se programa el nivel de estimulación que recibe el paciente mediante este dispositivo. No todos son aptos para someterse a este tipo de intervención. Se deben cumplir una serie de criterios tanto psiquiátricos como neuroquirúrgicos. Desde el punto de vista psiquiátrico, además de haberse sometido previamente al tratamiento convencional, el trastorno debe tener varios años de desarrollo. «Siempre lo hacemos-explica la psiquiatra Blanca Reneses- en mayores de edad. Debe haber sido informado claramente sobre esta técnica y tener la capacidad de decidir si quiere someterse o no a este tratamiento».

Por otro lado, al menos en el Hospital Clínico San Carlos, es necesario que esta indicación esté hecha por un psiquiatra externo y no solo por el que lleva el caso. «A su vez, el paciente tiene que aceptar que va a tener un seguimiento por el equipo de neurocirugía y psiquiatría que le ha hecho el tratamiento». Desde el punto de vista neuroquirúrgico, deben cumplirse las condiciones propias de una intervención convencional. Esto es, como indica el neurocirujano del Hospital Clínico San Carlos Juan Antonio Barcia, «que no tenga otras alteraciones cerebrales, enfermedades neurológicas o contraindicaciones para la cirugía , como coagulaciones».

Adapatado a los síntomas

Pese a la heterogeneidad de la enfermedad, el método tradicional consiste en solo estimular un área del cerebro, el núcleo accumbens. Frente a esto, diferentes especialistas del Hospital Clínico San Carlos plantearon una alternativa. «Si a todos los pacientes los tratas igual, según explica el neurocirujano Juan Antonio Barcia- (el tratamiento convencional) solo tienes un 50% de posibilidades de mejora . Mientras que si tienes en cuenta los síntomas y haces una estimulación específica o adaptada a sus síntomas, la probalidad de mejoría sería mucho mejor».

Con el fin de poner a prueba esta hipótesis, los especialistas realizaron un estudio en el que se implantó a siete pacientes, diagnosticados con TOC grave, un electrodo de estimulación de cuatro contactos en el núcleo estriado y el núcleo accumbens del cerebro. «Cada contacto-según asevera el neurocirujano Juan Antonio Barcia, uno de los participantes de estudio, junto con la psiquiatra

Blanca Reneses- se puso de forma que estuviese cerca de cada subdivisión del núcleo estriado (el núcleo accumbes es parte del estriado)». Previamente, se sometió a cada paciente a una resonancia magnética funcional con provocación de los síntomas mediante imágenes relacionadas con sus síntomas. En todos los pacientes se probó la estimulación en los cuatro contactos y en un contacto placebo. Se comprobó que, según los síntomas de cada paciente, la mejor se encontraba en una zona distinta. De forma que la estimulación se eligió en el contacto con el que se obtuvo el mayor índice de mejora.

El resultado del estudio, publicado en la publicación científica Brain Stimulation, fue que el 85,71% de los pacientes (6 de 7) tuvo una respuesta terapéutica. «Esto significa-de acuerdo a la psiquiatra Blanca Reneses- que han disminuido sus síntomas. Algunos han mejorado tanto hasta el punto de casi eliminarlos. En otros no han desaparecido, pero les permite, por ejemplo, hacer una vida más normalizada, estudiar, trabajar, etc».

La mejor diana para cada paciente

Por otro lado, se comprobó que existía una relación estadística entre el contacto que había demostrado ser más eficaz y la zona del cerebro que se había activado previamente mediante la resonancia magnética funcional. «A partir de los resultados de este estudio-asevera el neurocirujano Juan Antonio Barcia-obtenemos dos mensajes. Por un lado, una misma diana no sirve para todos los pacientes con TOC. A su vez, podrías predecir cuál es la mejor diana para cada paciente combinando técnicas de imagen médica realizadas con resonancia magnética funcional y conectividad estructural». Este sería el siguiente paso a seguir. «En el siguiente estudio-afirma el neurocirujano- efectuaremos primero una resonancia funcional a los pacientes y, en función de su síntoma predominante, pretendemos probar el contacto que hipotéticamente iría mejor frente al estándar. Y así comprobar hasta qué punto se cumple lo que ha pasado a posteriori. Ver si podemos predecirlo y ayudar así a los pacientes a tener más oportunidades».

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