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Una España sin niños

Cada generación tiende a ser un 40% menos numerosa que la anterior

Los demógrafos presagian un futuro apocalíptico para finales de siglo: si no nacen más bebés, en 20 años echarían el cierre los colegios y en 30 la última universidad.

Agotados los trabajos infantiles, tampoco habrá pensiones. Solo soledad

ABC
Érika Montañés

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La imagen es apocalíptica, pero España pierde un 40% de sus integrantes en cada generación , por falta de nacimientos. Así que no es descabellada. Plantear un país sin niños observando la línea progresiva y descendente de la natalidad es una cuestión que los demógrafos ya ponen encima de la mesa de debate. Desde la Fundación Renacimiento Demográfico han elaborado estadísticas que reflejan esa caída, y su presidente, Gonzalo Babé, las resume en un «hemos pasado de muchas cunas a muchas canas». Tal y como dice su director general, Alejandro Macarrón, en 1976, cuando España tenía 36 millones de habitantes y sin apenas extranjeros residentes, nacieron aquí 677.000 bebés; en 2017, en una España con 46,5 millones de habitantes, incluyendo 6 millones largos de inmigrantes, vinieron al mundo 391.000 niños, 300.000 de madres españolas.

El Instituto Nacional de Estadística ha vuelto a poner el acento en los menos de 177.000 niños nacidos en el primer semestre de este año, la peor cifra desde 1941. Pero la tendencia sigue. No va a mejorar, señalan los expertos, porque los niños «ya no vienen, se planifican» en base a circunstancias como la economía y la estabilidad de la pareja. Requiere un acto de voluntad y el índice de fecundidad en España (1,26 hijos por mujer) está entre los más bajos del mundo, por lo que no se está queriendo. «Nuestra sociedad ha convertido los hijos en un bien de lujo», afirma María Zúñiga, del departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza.Tanto es así que, al paso que vamos, los especialistas dibujan el siguiente escenario, dentro de solo unas pocas décadas:

Sin maternidades, pediatras, ni guarderías

El demógrafo Rafael Puyol señala que el umbral «crítico» para reponer las generaciones en un país está en 1,5 hijos por mujer. El deseable, en 2-2,1. Pero si no nacieran más niños, «todas las maternidades echarían el cierre, quedando en paro los que se dedican a atender a embarazadas y los partos.

El espacio para el tratamiento de enfermedades ligadas al envejecimiento como el cáncer ya están ganando terreno a las infantiles

En los años subsiguientes, irían dejando de vender una escoba los proveedores de productos y servicios para niños pequeños: pañales, potitos, cunas, y guaderías. También los fabricantes de muchas vacunas . A ese momento aún no hemos llegado pero en los grandes hospitales, el espacio para el tratamiento de enfermedades ligadas al envejecimiento como el cáncer ya están ganando terreno a las infantiles.

El servicio de Oncología Médica del hospital 12 de octubre de Madrid, por ejemplo, ya ocupa parte del espacio del edificio de Maternidad. Y en Galicia, una de las comunidades más envejecidas, el hospital de Verín (Orense) acaba de cerrar el paritorio por el escaso número de partos que se registran. Es solo el principio.

Docentes obligados a reinventarse y menor libertad para elegir centro

El panorama de un futuro sin niños genera, en el ámbito educativo, la imagen mental de aulas vacías . Para el experto en educación y catedrático de sociología de la Universidad Complutense, Mariano Fernández Enguita , el primer efecto sería la reducción de las ratios alumno/profesor. «Todos estarían encantados porque habría menos niños por clase». Respecto a la profesión docente, Enguita no vaticina su desaparición pero sí un obligado «reciclaje».

«Sin niños, la gente tendrá que trabajar más tiempo, y se verá obligada a formarse de manera permanente»

«Sin niños, la gente tendrá que trabajar más tiempo, y se verá obligada a formarse de manera permanente. Los docentes podrían educar a esos adultos». Además, cree que los colegios, al estar más vacíos, podrían funcionar también como «centros cívicos y culturales». Para Francisco López Rupérez , director de la cátedra de políticas públicas de la Universidad Camilo José Cela, una reducción indiscriminada de la ratio alumno/profesor podría incrementar el gasto sin producir mejoras si no va acompañada de buenas políticas, como la integración de la revolución digital en la enseñanza , es decir, una hibridación entre la tecnología y la personalización. De no ser así, se avecina «el cierre inexorable de unidades -y, a la postre de colegios- , y una disminución de la libertad de elección de centro», advierte Rupérez que, en la universidad vaticina el «cierre de titulaciones por ruinosas con jubilaciones anticipadas del profesorado sobrante», informa J. G. Stegmann .

Los jubilados volverán a trabajar

En esos 20 a 30 años, el Producto Interior Bruto habría sufrido un desplome continuo por verse reducida la masa de consumidores, así como las inversiones en capacidad productiva e infraestructuras, que siempre han creado en España muchos empleos. Continúan los demógrafos con la descripción de este futuro sin masa económica: «Los primeros signos del apocalipsis definitivo para la calidad de vida de los jubilados empezarían en unos 20-25 años y su llegada se notaría con mucha fuerza a partir de la segunda mitad de este siglo. Cada año habría muchos más jubilados nuevos que los que fallecerían, porque la longevidad superaría los 110 años para las mujeres, 105 para los hombres , y nadie ingresaría en la fuerza laboral para producir la riqueza de la que entre otras cosas sale el dinero para atender a los mayores (dependientes, sanidad, pensiones)».

Los mayores tendrán que volver a trabajar. En Japón, un país donde el 28 por ciento de su población tiene más de 65 años, los mayores han vuelto a subirse a andamios, a los campos agrícolas y los trabajos pesados porque no hay mano de obra. Para sobrellevarlo se está extendiendo el uso de exoesqueletos , una tecnología pensada para personas con lesiones medulares, que ya llevan muchos trabajadores nipones. Con estos dispositivos son capaces de levantar peso sin tanto esfuerzo y sin dañarse la espalda.

La publicidad se amolda

De manera paralela y perdiendo consumo, el sector de la publicidad también experimentaría un giro radical en un futuro sin niños, y no solo por la cantidad de anuncios de productos dirigidos a los más pequeños, sino por la capacidad de influencia que tienen estos en sus padres. « Se habla de una dictadura infantil donde los hijos influyen mucho en las decisiones familiares , una realidad social que recoge la publicidad», explica Mónica Viñarás , directora del grado en Publicidad y Relaciones Públicas de la Universidad CEU San Pablo. Utilizar la figura del niño o cualquier elemento que pueda llamar su atención para anunciar productos que, a priori, nada tienen que ver con la infancia, como un coche o un viaje, es algo cada vez más habitual, asegura esta experta.

Según Antón Álvarez , profesor de Planificación Estratégica de la Universidad Complutense de Madrid, los más pequeños «se han convertido en prescriptores de compras importantes en el hogar» y participan en gran medida en la decisión de adquirir bienes para toda la familia. Además, remarca, la capacidad de adquisición de los niños es cada vez mayor, por lo que los anunciantes los buscan en mayor medida . El camino, coinciden ambos expertos será, a medida que los pequeños sean minoritarios, dirigirse a otro tipo de público. «Si no hay niños, no hay productos infantiles y las empresas tendrán que dedicarse a otras cosas. Algunas ya se están adaptando: las de pañales fabrican compresas, y las de juguetes se centran en adolescentes y adultos con videojuegos», ejemplifica Álvarez.

La España de la soledad

Además, no habría gente suficiente para cuidar a los mayores y cada vez habría menos personas produciendo los bienes y servicios necesarios para vivir. Todo ello con la amenaza de que otro país quisiera invadirnos, porque no habría soldados para defender a España.

«Solo nos preocupamos por las pensiones, pero el 40% de los hogares ya son unipersonales y la soledad es una epidemia»

Para Puyol, « es la historia del fracaso de una sociedad que no es capaz de renovar sus generaciones , en la que hay pocos jóvenes y menos niños y donde las familias repiten el modelo chino de 4-2-1, cuatro abuelos, dos padres y un hijo o ninguno». España está ahí instalada. «Tendremos menos hermanos, primos, tíos, sobrinos y nietos. Solo nos preocupamos por las pensiones , pero el 40% de los hogares españoles ya son unipersonales y la soledad es una epidemia que afecta de lleno a nuestra salud», afirma Macarrón. Tanto es así que Reino Unido ha creado la delegación «La Soledad» dedicada a ayudar a ancianos que no tienen a nadie. Nuestro país debería empezar a planteárselo, opinan los expertos consultados.

Por último, Javier Rodríguez , director del Foro de la Familia, recurre a la melancolía para describir este futuro lastrado por la base de la pirámide poblacional. « Es un país egoísta, un país aburrido, sin inocencia ni esperanza ni futuro . Un país de parques infantiles oxidados, que espera su extinción irremediable porque ha descartado la experiencia más trascendente de todas: la de la familia». Rodríguez remata con una metáfora: «La España sin niños es la orquesta del Titanic, celebrando resignada su propia funeral».

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