España exporta espiritualidad a Alemania

Esta espiritualidad «made in Spain», dado que el movimiento surgió en Madrid en los años sesenta, ejerce actualmente de revulsivo en la vida católica alemana, una de las iglesias con más potencia económica del mundo pero también una de las más apagadas. «Todo lo que viene de fuera causa cierto rechazo. Al principio resultó muy difícil porque la iglesia de Berlín es una iglesia de resistencia, primero por el protestantismo y después por la Alemania comunista, de fuerte tradición familiar y una estructura inamovible en la que deciden los consejos parroquiales más que los párrocos. Además venimos de España y de Italia y los prejuicios…», reconoce Aquilino Cayuela, padre de familia en misión, responsable de evangelización y prefecto de estudios en el seminario Redemptoris Mater de la capital alemana, «pero también es cierto que el Camino es una pastoral muy adecuada para esta iglesia en diáspora, esa situación de la que habla el Papa Francisco de la periferia existencial. Encontramos muchas personas ansiosas de hallar asideros para su Fe y de una comunidad en la que sostenerse».

Precisamente esa espiritualidad muy diferente parece resultar atractiva para los alemanes. «Esos cantos… puedes sentir que es algo muy vivo», sigue explicando Laura. Y además está la fuerza de los hechos. En los últimos 20 años, 36 de los 42 presbíteros ordenados en Berlín han salido del Redemptoris Mater y, en un contexto de clero envejecido, son ellos los que llevan gran parte del peso pastoral de la diócesis. «Aportamos calidez frente a estructuras frías a menudo y anónimas, damos respuesta existencial allí donde abunda el sin sentido y anunciamos la Buena Neva», señala Cayuela como clave de la exitosa exportación.

«Yo no diría made in Spain sino made in Belén», corrige un presbítero que lleva en Alemania 25 años y que recela del enfoque patrio, subrayando «el carácter católico universal desde los inicios de este movimiento». «Lo que más impresiona a los alemanes es la presencia de numerosas familias y sus hijos», añade, «la aceptación es variable y ha recibido críticas, pero los obispos alemanes se rinden a los hechos: los seminarios viven de la caridad y, después de décadas de decadencia, con una pastoral más centrada en fusionar parroquias para cerrar iglesias insostenibles, ahora vuelven a ver vida renovada en los templos».

Y no solo en los templos. «Oiga, ¿por qué protestan? ¿Es una manifestación contra los musulmanes?», preguntaba un viandante el pasado 31 de mayo, junto a la Plaza Gendarmenmarkt, ante la procesión de Corpus Christi, algo totalmente desconocido para ese berlinés de 62 años y que reaccionaba así a la presencia de cruces y rezos en las calles del centro de Berlín.

El Camino Neoctecumenal arrancó en Alemania en 1987, con la llegada de tres familias y un presbítero, Luigi. Actualmente hay 91 comunidades con alrededor de 2.300 miembros repartidos en 34 parroquias, 16 diócesis. El Redemptoris Mater de Berlín ha ordenado 36 presbíteros, el de Colonia 22 y 30 familias en misión procedentes de Italia, Polonia y España viven permanentemente en el país. Pero estas cifras se amasan con más facilidad en la Alemania sureña católica, mientras que en Berlín, capital del nazismo y después de la Alemania comunista, la nueva evangelización agita un panorama más áspero. De los 3,5 millones de habitantes, el 8,7% se declara católico en el censo, frente a un 30,2% evangélico, y aproximadamente la mitad de los censados no son alemanes sino que pertenecen a las misiones de lengua extranjera, entre las que sobresalen por peso la polaca y la española.