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Decenas de miles de manifestantes toman la mina de carbón de Garzweiler

Fridays for Future se suma a la desobediencia civil

Activistas en la mina de carbón AFP
Rosalía Sánchez

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«Ha llegado la hora de actuar y, si para eso es necesaria la desobediencia civil, pues hay que dar un paso al frente». Así encara Luzius, de 16 años, la sanción y la mención en expediente judicial, muy perjudicial a la hora de buscar trabajo en Alemania, que puede acarrear su participación este fin de semana en las acciones convocadas en la mina de lignito de Garzweiler. Y seguidas por decenas de miles de jóvenes llegados de toda Europa. Mientras que los activistas contra el carbón intentaron alcanzar y ocupar la enorme mina a cielo abierto, el movimiento estudiantil «Fridays for Future» (Viernes para el Futuro) organizó lo que hasta hora ha sido su mayor manifestación internacional.

Al menos 20.000 jóvenes activistas de 17 países marcharon hasta Aquisgrán, cerca de las fronteras con Holanda y Bélgica, para participar en una demostración de fuerza del movimiento estudiantil lanzado por la activista adolescente sueca Greta Thunberg. Los militantes, precedidos por una banda y en columnas de varios centenares de personas, abandonaron desde temprano el «campamento climático» montado en la región alemana de Ruhr, donde ejercitaron técnicas para evitar a la policía, y recorrieron en ambiente festivo los 30 kilómetros que separan los dos puntos geográficos. Un amplio despliegue policial tratará de evitar que la concentración degenere en disturbios durante la noche.

«Mi padre es de Alta Saboya», explica el consultor francés Guillaume, de 41 años y llegado expresamente para participar en la protesta, «hizo mucho alpinismo en su juventud y hoy no reconoce los glaciares , el macizo de Bossons, ni sus valles blancos. Escribí sobre el tema durante mis estudios pero llegó un momento en qué escribir no era suficiente. Lo que se necesita es ir mucho más lejos porque el problema es mucho más grave. Hay que ponerse en marcha, hacer que las cosas cambien realmente, y de vez en cuando ir sobre el terreno cuando hay proyectos destructores como este y evitarlos colectivamente».

La mayoría de ellos ignoraba previamente el itinerario de la marcha, considerado secreto. A través de una zona de características lunares, los manifestantes avanzaban cantando consignas como «Somos imparables. Otro mundo es posible» o «No basta con comer vegano». La organización que convocaba las acciones, «Ende Gelände», ha construido junto a la mima una pequeña población temporal energéticamente autosuficiente, vegana, dotada de un hospital y hasta de un cine al aire libre, además de una panadería y una guardería, en la que se imparten improvisadas y colectivas clases de desobediencia civil y se informa a los jóvenes sobre sus derechos en caso de detención o estrategias en interrogatorios policiales.

Los activistas se han organizado en grupos para ocuparse de tareas específicas de organización y limpieza del campamento y todos han sido informados de los escenarios posibles: arrestos, heridas, crisis de pánico y hasta el fracaso de la tentativa .El plan de los activistas es forzar las barreras policiales para ingresar y ocupar la inmensa mina de lignito, un carbón barato y extremadamente contaminante que desean sea eliminado de las fuentes energéticas alemanas de forma inmediata, y no en 2022 como ha establecido el gobierno Merkel. La policía ha advertido a los manifestantes que ingresar al área de la mina es peligroso, y el propietario el grupo energético alemán RWE, ha avisado que quien sea encontrado en la propiedad será acusado ante la justicia.

«Llevo décadas participando en actividades ecologistas, en manifestaciones, e todo lo que he podido, pero ahora por primera vez siento que es posible, que mucha gente, sobre todo gente joven, está dispuesta a lo que sea para evitar que perdamos el planeta», dice esperanzada Helga, una profesora de secundaria de Hannover que ha animado a sus propios alumnos a participar. «Por qué estudiar, si no tenemos futuro» o «Si la tierra fuera un banco, ya la habrían salvado», son frases que aparecían ayer en algunas de las pancartas de los más jóvenes.

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