BEBÉS ROBADOS
La cruzada de la familia Losa Ocáriz por encontrar a Rebeca
La exhumación del féretro vacío de la pequeña, supuestamente fallecida en 1977, constituye una prueba de que se robaron bebés en el País Vasco para adopciones irregulares
mónica arrizabalaga
Mercedes Ocáriz creyó enterrar en 1977 a Rebeca, supuestamente fallecida a los siete días de nacer. Y aunque siempre tuvo dudas, ha acudido al cementerio de Polloe cada 3 de julio, el día en que dio a luz a la pequeña en la clínica Martín ... Santos de San Sebastián. La semana pasada volvió junto a su marido y sus nueve hijos al camposanto para presenciar la exhumación del féretro. Dos días después el informe oficial del Instituto Anatómico Forense confirmaba sus sospechas. El pequeño ataúd estaba vacío. «Nunca se enterró ningún cuerpo. Había un sudario y nada más», relata Cecilia Losa Ocáriz, una de las hijas que no puede contener su indignación: «¡Esta gente ha sido tan mala que no solo robaron un bebé sino que encima dejaron que sus propios padres enterraran una caja vacía! ¡Es tremendo!».
El golpe, sin embargo, no fue tan fuerte para Mercedes. «Ahora mi madre se encuentra con fuerza. En cierta manera es una satisfacción porque se le cree», asegura Cecilia Losa. «Durante 34 años, siempre lo ha llevado dentro. Cuando llegaba alguna celebración, una boda, unas navidades, contaba a sus hijos y decía: 'falta, falta ella'».
Esa convicción de que aquel julio de 1977 el curso de los acontecimientos no había sido normal y las noticias sobre bebés robados llevó a Mercedes a contar sus sospechas a sus hijos. Ingresó la víspera del 3 de julio en la clínica Martín Santos para dar a luz al octavo de sus hijos y desde el primer momento notó irregularidades. Llegaba a punto de dar a luz y en su lugar le pusieron una inyección para retrasar el parto. Al día siguiente, sin embargo, otra inyección se lo provoca de manera inmediata.
Atendida tan solo por su ginecólogo, llega a gritar al oír el llanto de la niña: «No hay nadie que atienda a mi bebé». Ella nunca la vio , se la llevaron asegurando que había que ingresarla de urgencia en la residencia Nuestra Señora de Aranzazu de San Sebastián porque estaba grave.
Un cúmulo de irregularidades
El traslado también fue irregular, según denuncia la familia. «No la trasladaron en ambulancia, le dijeron a otro familiar, la cuñada de Mercedes, que la llevara en su coche particular» solo con la compañía de una enfermera. Era la una de la tarde cuando llegaron con la pequeña a la residencia de San Sebastián. Sin embargo, en los papeles que la familia Losa Ocáriz ha logrado recopilar el ingreso aparece pasadas las seis de la tarde. «¿Dónde estuvo ese bebé durante ese periodo de cinco horas?», se pregunta la hermana.
Durante días el padre acudió a ver a un bebé en la incubadora que le aseguraron que era su hija. Hasta el día en que la madre salía de la clínica Martín Santos y se disponía a conocerla. «Le llamaron a un hermano de mi madre para decirle que el bebé había fallecido», relata Cecilia.
Con el consiguiente disgusto, Mercedes Ocáriz y su marido acudieron inmediatamente a la residencia. Ella se empeñó en ver al bebé y le condujeron a una sala. «Allí se produce otro momento desagradable porque había tres féretros, dos pequeños y uno de adulto y a mi madre le quieren enseñar el de adulto», prosigue la hija. Habían pasado siete días del parto, pero el informe médico señala que el bebé murió a los cuatro días de nacer.
A los días de enterrar el pequeño ataúd, la madre se encontró con su ginecólogo por la calle, el mismo que le había atendido en otros partos. Según cuenta Cecilia, «le preguntó por la niña y cuando mi madre le dijo que había fallecido se sorprendió». ¿No sabía nada? «No quiero entrar en eso, lo tendrán que investigar y decidir».
Mercedes Ocáriz siempre tuvo sus dudas, pero no le hicieron caso entonces, pensando que acusaba el impacto por la muerte del bebé. «Le animaban a seguir adelante, 'que tienes muchos hijos', le decían. ¿Cómo pensar que le habían robado al bebé?».
La familia Losa Ocáriz y los otros dos casos en los que la exhumación ha confirmado la ausencia de restos biológicos en el País Vasco, «somos la prueba de que ha existido una trama, conspiración o como se quiera llamar, que ha robado bebés». Así lo cree también el fiscal general del País Vasco, Juan Calparsoro, quien señaló el pasado día 13 que era la evidencia del «primer caso acreditado en Euskadi de que hubo un delito». Y todo, añade Cecilia Losa «para lucrarse, para vivir mejor, tener una casa mejor, un coche más grande, posición social, pero van a pagar por ello, tengan la edad que tengan», porque, añade, «un delito contra la humanidad no prescribe».
«No todos los médicos son malos, no todas las enfermeras se han portado así, ni todos los sacerdotes ni todas las monjas». Y recuerda a las monjas del Colegio Apostolado de Martutene donde se han educado, «que se han volcado con nosotros». Pero «dentro de estos colectivos hay personas muy malas a las que hay que pedir responsabilidades». Por eso conminan a los empleados de centros hospitalarios, que oyeron algo, sospecharon o supieron de alguna irregularidad, les conminan a que «sean valientes y den un paso adelante para que se puedan esclarecer los hechos»
Buscando a Rebeca
Los nueve hermanos de Rebeca han emprendido una «cruzada» para buscarla, dando a conocer su historia en todos los foros posibles y presionando a los políticos para que faciliten las investigaciones de los casi 600 casos registrados en el País Vasco por el colectivo SOS Bebés Robados. «No queremos que el asunto sea un arma arrojadiza de unos partidos contra otros, sólo que se investigue», asegura Pablo, otro de los hijos. De momento se han reunido con el PP y el alcalde de San Sebastián y el propio lendakari Patxi López ha asegurado este jueves que «va a poner a disposición de esas familias todos los mecanismos de los que dispone para llevar hasta las últimas consecuencias este asunto».
En una página en Facebook , los Losa Ocáriz han colgado fotografías familiares, con la esperanza de que alguien se reconozca en sus rasgos. Y animan a aquellas personas que tengan alguna duda sobre su identidad, a que den el paso y se hagan una prueba de ADN. «Estamos convencidos de que la vamos a encontrar, no contemplamos otra hipótesis y llegaremos hasta donde se tenga que llegar», aseguran Cecilia y Pablo Losa.
¿Y qué ocurrirá cuando den con ella? «Rebeca, que no se llamará así, ya decidirá. Habrá que darle su tiempo. Lo que nos importa es que conozca a nuestros padres, unas personas maravillosas, y sobre todo a mi madre, de 72 años, que ha estado pensando en ella desde el día en que nació».
Con 34 años, Rebeca se encontraría hoy con un «familión» de nueve hermanos, casados en su mayoría, doce sobrinos y dos en camino. «Va a ser muy querida, vamos a poner todo de nuestra parte para que se sienta cómoda si decide conocernos. Le contaremos muchas historias, se reirá mucho con nosotros y también llorará mucho por no haber podido disfrutar de esta familia».
La madre, una persona muy creyente, confía en encontrarla: «Ya llevo 34 años esperando y tengo mucha paciencia. Soy capaz de esperar. Estoy convencida de que aparecerá».
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