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Crisis en la Royal Society británica por culpa del creacionismo

El debate sobre creacionismo ha sacudido la Royal Society británica, la institución científica de mayor raigambre del Reino Unido, como hacía tiempo ningún otra controversia lo había hecho. En realidad no ha sido un debate entre evolucionistas y creacionistas, pues en una sociedad de científicos difícilmente cabe alguien que niegue la evolución.

El asunto ha sido si en las clases de ciencias naturales debe mencionarse el creacionismo como la posición defendida por algunas personas, que interpretan literalmente lo narrado en el Génesis (Creación en seis días, y directa aparición de cada especie), y si tiene que respetarse eso como una creencia religiosa.

Esto era lo que proponía el biólogo Michael Reiss, responsable del departamento de educación de la Royal Society y clérigo de la Iglesia de Inglaterra. Reiss no es creacionista, pero consideraba que a la hora de enseñar la evolución en las escuelas no puede obviarse hablar del creacionismo si es mencionado por los alumnos.

Reiss planteaba que entonces el profesor debía insistir en que la ciencia avala la evolución, pero mostrándose respestuoso hacia las creencias de los alumnos. «Mi experiencia después de haber enseñado biología durante veinte años es que si uno simplemente da la impresión de que tales chicos están equivocados, probablemente no van a aprender mucha ciencia», señaló la pasada semana en un discurso.

Según Reiss, «aporreando con evolución y selección natural no se hace que los alumnos cambien sus ideas. Porque el hecho de que a algo le falte apoyo científico no parece suficiente razón para excluirlo de la clase de ciencias. Hay que permitir a los alumnos plantear las dudas que tienen».

Mala interpretación

Cuando las palabras de Reiss salieron en la prensa, la dirección de la Royal Society le apoyó frente a las críticas que comenzaron a expresar otros miembros de la entidad. Pero la avalancha de éstas ha obligado a la Royal Society a echar a Reiss, porque si bien ha sido malinterpretado por muchos, el peligro de dar la imagen de secundar el creacionismo dañaba la institución. Colegas de Reiss han indicado que, ante la fuerza que tienen los grupos creacionistas, es una completa ingenuidad abrirles la puerta. La reacción ha sido sobre todo contra la posibilidad de que el creacionismo gane en el Reino Unido el mismo estatus que está alcanzando en parte de la opinión pública de EE.UU.

«Unos recientes comentarios del profesor Michael Reiss, sobre el creacionismo en las escuelas, hablando como director de educación de la Royal Society, han estado sujetos a malinterpretación. Aunque no era su intención, esto ha dañado la reputación de la sociedad», indicó un comunicado de la entidad, que añadió que Reiss dejaba de prestar sus funciones. El cese fue promovido principalmente por Richard Roberts, premio Nobel de medicina de 1993, que dirigió una carta de queja al presidente de la Royal Society, Lord Rees of Ludlow, a la que se sumaron otros destacados miembros.

La reacción de la Royal Society sigue a las disculpas pedidas a Darwin por parte de la Iglesia de Inglaterra por haber «malinterpretado» sus teorías. La Iglesia Católica, por su parte, ha expresado que no tiene ninguna razón para pedir formalmente disculpas a Darwin, ya que sus teorías «jamás fueron condenadas» por Roma. El presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, indicó que «no existe incompatibilidad alguna entre la teoría de la evolución y el mensaje de la Biblia».

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