Una voz y un piano unen balcones en pleno confinamiento

Hace tres semanas, esta pareja de músicos se decidió a compartir su talento. Con los teatros cerrados y los conciertos suspendidos, Juan y Mendmaa no tardaron en ganar seguidores. «Soy bastante prudente para estas cosas, pero tanto mi mujer como algunos vecinos me animaron a hacerlo», cuenta Juan. Ahora, sin embargo, la función de pasadas las ocho se ha convertido en parte de su rutina: «A raíz de que la gente saliera a la calle y se abrieran algunos comercios, actuamos dos o tres veces. Ves a gente esperando y te da cosa cantar solo una pieza», confiesa Juan, quien asegura que se está «estudiando» temas que no había cantado nunca: «Canto sobre todo ópera y zarzuela, pero me estoy preparando canciones que son más conocidas para que la gente las identifique».

La música inunda cada rincón de su hogar: una estantería repleta de discos acapara la pared de un salón presidido por un piano sobre el que se agolpan las partituras. Mendmaa es profesora en el Conservatorio de Alcalá de Henares y embajadora cultural de Mongolia , su país de origen. Juan forma parte del coro de RTVE y es solista. Se enamoraron, cómo no, mientras estudiaban en el Conservatorio de Tchaikovsky, en Moscú , uno de los más prestigiosos del mundo.

—¿Cómo de importante es la música en un momento así?

—«La música es algo especial dentro de las artes, diferente a mostrar un cuadro o una escultura. Al estar confinados, es la que permite conectar con más gente, con los vecinos de enfrente... Es la voz la que comunica con el ser humano, en cualquier situación, pero más en una tan difícil como esta», dice Juan.

Es en tiempos de zozobra como el actual cuando más se necesitan estímulos para salir adelante, ya sea en forma de concierto improvisado o de agradecimiento de un desconocido: «Hay una mujer muy mayor a la que todos los días trae su cuidadora un poco antes. Llega, nos saluda con la mano, nos manda un beso y se queda hasta que terminamos. Esa relación humana es inmensa y es algo que emociona», cuenta Juan. Precisamente por eso, los vecinos más mayores están especialmente entusiasmados: «Apenas salen a la calle y les gusta mucho ese ratito que pasamos con ellos. La música nos acompaña toda la vida, no te puedes imaginar la vida sin música», dice Mendmaa.

Terminada la función , Juan y Mendmaa, como en un teatro , se entregan a los aplausos . Pese a la promesa de volver a verse mañana, muchos se preguntan hasta cuándo durará todo esto. «Vino de una manera natural y no forzada y me imagino que terminara así. Cuando se acabe el confinamiento no tendrá mucho sentido, pero ya veremos. Por mi parte sí que haría algo, quizá en una salita una vez al mes de manera gratuita». De lo que no cabe duda es de que ambos han conseguido ganarse el cariño de sus vecinos: «Nos dicen con mucha alegría que están atentos y esperando a las ocho para escucharnos. La gente está ilusionada y eso es muy bonito».