La odisea de los deportistas nacionales para escapar del bloqueo a África austral: «Pagamos una millonada»

«De repente vimos que se retiraban veinte jugadores ingleses -comenta Ángel Hidalgo- lo que nos sorprendió bastante en un principio hasta que al terminar la jornada nos enteramos de la razón: les habían recomendado en su país regresar urgentemente o si no deberían hacer una cuarentena en un hotel a su cargo», dice a este diario.

Y lo que en principio podía parecer una anécdota unilateral, un día después ya empezó a ser una preocupación pues «el propio European Tour decidió acortar el torneo a tres jornadas y suspender los torneos de las dos semanas siguientes -apunta, por su parte, Alfredo García-Heredia-, lo que y a nos indicó que la cosa era más seria de lo que parecía ».

Así las cosas, todavía salieron a disputar algunos hoyos el sábado por la mañana, aunque la tormenta alteró los planes y obligó a concluir la prueba con solo dos vueltas completadas. De manera que los participantes se encontraron con el torneo terminado y la obligación de salir del país antes del domingo. La cuenta atrás para la escapada ya estaba en marcha.

Carlos Pigem, otro golfista español, relata: «Fueron unos momentos bastante angustiosos , porque no teníamos manera de salir de Johannesburgo y los pocos billetes que encontrábamos no bajaban de 3.000 euros, una cosa de locos, una millonada».

Afortunadamente, decidieron ponerse en contacto con la Embajada y eso les tranquilizó bastante. Se fueron directamente al aeropuerto y desde allí prosiguieron unas gestiones que se estancaban cada vez que progresaban . «El European Tour fletó un avión para que saliéramos de allí 130 personas con destino a Dubái, pero el problema es que nos denegaron el permiso para aterrizar allí alegando que éramos personas de muchos países y que no podían dejarnos estar en el aeropuerto sin saber si íbamos a poder salir de allí -indica Noelia Rodríguez, la ‘caddy’ de Santiago Tarrío-, por lo que n os vimos tirados allí y la gente empezó a buscarse la vida como pudo. Fue en ese momento cuando Santi y yo decidimos hablar con nuestro patrocinador en Santiago de Compostela, que movió sus hilos con su agencia de viajes para que nos echara una mano».

Afortunadamente, desde la agencia gallega pudieron solucionar el entuerto con gran celeridad. «Cuando vimos que ni siquiera el circuito podía arreglar el aterrizaje en Dubái nos dimos cuenta de la gravedad de la situación -reconoce Hidalgo-, pues el Emirato es su principal patrocinador y tienen poder para mandar en el aeropuerto y donde sea. Por eso, tenemos que agradecer a la agencia de Santi la ayuda que nos prestaron». Ese auxilio se reflejó en la concesión de cinco plazas en el vuelo de KLM a Ámsterdam (el mismo donde pudo viajar el paciente infectado en Madrid), ya que, se lamenta García-Heredia, no podían «viajar en los vuelos anteriores ni con Swiss ni con Lufthansa por no ser ciudadanos suizos ni alemanes».

Toda la pesadilla concluyó cuando, a las 23.00 horas de la noche del domingo (una hora antes del límite impuesto en España) el avión neerlandés despegó de Johannesburgo con destino a la capital holandesa. «Todos respiramos al llegar a Holanda -reconoce Pigem- desde donde luego cada cual siguió viaje a Barcelona, Madrid o Málaga. Vaya odisea».

Tanto es así que cuando los gallegos llegaron a la capital , tenían claros sus deseos. «Volver cuanto antes a casa y olvidarnos de todo lo pasado», concluye Noelia.