Un año de coronavirus en China: más dudas que certezas

Un año después, aquella misteriosa neumonía de Wuhan, que acabó estallando el 23 de enero y provocando el cierre de la ciudad y la paralización de toda China, se ha convertido en la peor pandemia en un siglo. Con más de 80 millones de contagiados y casi dos millones de fallecidos , sigue habiendo más dudas que certezas sobre la respuesta inicial de China y, sobre todo, sus cifras oficiales.

Un estudio de anticuerpos efectuado en abril apunta a que en Wuhan, epicentro del coronavirus, hubo medio millón de infectados, diez veces más de los reconocidos por las autoridades. Un mes después de atajar la epidemia, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China hizo análisis de sangre a 34.000 personas en dicha ciudad, el resto de la provincia de Hubei y otros lugares como Pekín, Shanghái y cuatro provincias más.

De las 11.000 muestras tomadas en Wuhan, el 4,4 por ciento presentaban anticuerpos específicos del coronavirus. Con una población de once millones de habitantes, tal proporción sugiere que casi medio millón de personas pudo haberse contagiado, pero las estadísticas oficiales solo reconocen unas 50.000 . En el resto de Hubei, la tasa es solo del 0,44 por ciento y, de las 12.000 personas analizadas fuera de dicha provincia, únicamente dos tenían anticuerpos del coronavirus.

Dicho estudio de seroprevalencia, que detecta anticuerpos o proteínas en la sangre generadas por el sistema inmunológico para combatir la enfermedad Covid-19, demuestra que el confinamiento de 76 días de Wuhan y la provincia de Hubei impidió la propagación del coronavirus al resto del país. Pero también vuelve a plantear muchas preguntas sobre los datos oficiales del autoritario régimen de Pekín , cuestionados desde el principio por su habitual falta de transparencia. De los 4.634 muertos oficialmente contabilizados en China, casi 3.900 fueron en Wuhan. Pero los propios médicos de la ciudad han reconocido que son más porque muchos enfermos murieron durante las primeras semanas sin que se les hiciera la prueba del coronavirus.

Es difícil saber la cifra exacta por el control de la información que impone Pekín, tan draconiano que este lunes condenó a cuatro años de cárcel a una bloguera, Zhang Zhan , por sus vídeos desde Wuhan en los primeros días de la epidemia. Tal y como ha comprobado este corresponsal en sus tres viajes a Wuhan de este año, las preguntas sobre las cifras de contagiados y fallecidos por el coronavirus son muy sensibles y tanto los médicos como las autoridades las eluden remitiendo a la información oficial.

A tenor de otro estudio serológico publicado en junio por la revista Nature Medicine, entre el 3,2 y 3,8 por ciento de los 17.000 habitantes de Wuhan analizados tenían anticuerpos del coronavirus, según informa el periódico «South China Morning Post». Aunque las sospechas sobre las cifras de China planean desde el estallido de la epidemia, los expertos recuerdan que no todas las discrepancias de datos se pueden atribuir a la ocultación de información. Para empezar, los epidemiólogos calculan que el 20 por ciento de los infectados nunca desarrollan síntomas y, además, es normal que la falta de pruebas subestime el impacto de una enfermedad en su inicio. Otro factor a tener en cuenta son los diagnósticos, ya que China no cuenta entre los casos confirmados ni a los asintomáticos ni a los sospechosos, como recomienda la OMS. Según un artículo publicado en la revista especializada Lancet en abril, el cambio de criterios diagnósticos podría elevar la cifra de contagiados en China a unos 232.000.

También ha pasado un año desde que el doctor Li Wenliang, oftalmólogo en el Hospital Central de Wuhan, advirtiera en un «chat» de médicos de la aparición de lo que él pensaba que eran «casos de SARS», otra epidemia de neumonía mortal que sacudió a China y otros países entre 2002 y 2003. Reprendido por la Policía, que le obligó a firmar una declaración retractándose de sus « falsos rumores » para «no crear alarma», Li Wenliang falleció en febrero tras contagiarse del coronavirus. Su muerte, que desató una oleada de críticas en internet que desbordó la censura, es el mayor símbolo de la ocultación de información por parte del régimen chino.

Un año después, con la pandemia desatada en Occidente por la Navidad y pequeños rebrotes en Pekín y la provincia nororiental de Liaoning, el mundo se aferra a la esperanza de las vacunas. De las cuatro que tiene China en sus ensayos finales, este jueves ha sido aprobada para uso comercial la de Sinopharm , con casi un 80 por ciento de eficacia. Aunque es menos que las de Pfizer y Moderna, supera ampliamente el umbral mínimo del 50% para ser aprobada y supone una nueva inyección de esperanza para acabar con este coronavirus que el mundo conoció hace ahora un año.