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Coroanvirus

«Cuando recibí el alta no me tenía en pie, tuve que volver a aprender a andar»

Tres supervivientes del coronavirus cuentan a ABC sus primeras sensaciones después de superar la enfermedad

Tres de cada diez pacientes graves podrían desarrollar secuelas pos-Covid-19

Coronavirus en directo | Últimas noticias y datos del virus

Julián Sotoca, tras superar el coronavirus ABC
Carlos Tristán González

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Julián Sotoca, 54 años: «Cuando recibí el alta no me tenía en pie, tuve que volver a aprender a andar»

Tuvieron que pasar 39 días hasta que Julián logró dejar atrás la UCI. De allí salió con voz de «teleñeco», como le dice un amigo: débil, frágil y fina. Lo que empezó siendo una sospecha de alergia a mediados de marzo se acabó convirtiendo en su batalla más difícil: «Una de las cosas que sentí era que se me iba la vida. Era algo muy nítido». Ingresó en el hospital Severo Ochoa de Leganés cuando se acababa de decretar el estado de alarma y no volvió a pisar la calle hasta que las medidas de desconfinamiento eran una realidad. De sus peores días allí dentro apenas tiene recuerdos, fruto de la sedación. «A mi familia le decían que estaba con riesgo vital», dice hoy. En cambio, lo que sí le ha dejado el Covid-19 son algunas secuelas que van remitiendo: «Salí con una escara en el sacro consecuencia de estar tanto tiempo inmovilizado. Me hacen curas cada dos días y un análisis de sangre a la semana porque también salí con anemia. En junio y julio tengo varias citas de seguimiento». Además, la pérdida de masa muscular le hizo tener que volver a aprender a andar: «En la UCI no me tenía en pie y apenas tenía equilibrio. Era una mezcla entre un anciano y un bebé. Tuve que volver a aprender a andar, a subir escaleras... Por suerte ya puedo dar paseos con mi perro». Sin daños neurológicos aparentes, Julián vive hoy entre medicamentos que le ayudan en su recuperación. Consciente de que ha superado lo más difícil, sabe que aún le queda camino por delante. Aun así, lo tiene claro: «Conozco casos con secuelas más graves y me siento afortunado. No tengo miedo, quiero vivir».

Josefa Aranda, 73 años: «Estoy mejor, pero cuando ando un poco deprisa me falta el aire»

Josefa Aranda ABC

Una semana después de sus primeros síntomas, una ambulancia tuvo que ir a buscar a Josefa a su casa para llevarla al hospital de Getafe. Juan, su marido, había ingresado días antes, aunque él superaría el coronavirus con menos problemas. Josefa permaneció en el hospital 19 días, pero no llegó a pisar la UCI. «Estaba muy malita y el doctor estuvo a punto de mandarme a la UCI. A veces pedía a los médicos que me sedaran, no hicieran nada y me dejaran morir». Sin embargo, Josefa consiguió salir adelante y ahora guarda en su memoria el nombre todos los enfermeros que la ayudaron: Álex, Nerea, Guillermo, Ángeles... Aparte de nombres, de aquellos días conserva algunas de las secuelas más comunes en este tipo de pacientes: «Cuando ando un poco deprisa, me ahogo, noto que me falta el aire. También tengo las pulsaciones más altas que antes». Desde el hospital se mantienen al tanto, con llamadas telefónicas, analíticas y unos batidos que sirven de complemento alimenticio. Juan y Josefa están en su casa desde hace varias semanas, aunque a ella todavía le cuesta hacer según qué cosas: «Hay veces que prefiero quedarme en casa, pero mi marido me dice que es bueno andar y damos un paseo, pero siempre con mascarilla, que me da miedo». A sus 73 años, Josefa puede decir que ha vencido al virus, y que sigue haciéndolo: «Cuando salí iba en silla de ruedas, no podía ni andar. Ahora me siento mejor».

Juan Manuel de la Cruz, 63 años: «He notado deterioro físico, pero las secuelas son más psicológicas»

Juan Manuel de la Cruz

La desgracia de esta historia está en el epílogo. Tras haber estado ingresado 12 días en el hospital Quirón de Albacete y vencer al Covid-19 sin necesidad de UCI, Juan Manuel se enteró de que aquel desconocido con el que había compartido unos días la habitación había muerto: «Me impresionó mucho. No lo conocía de nada, pero fueron días muy intensos. Cuando me fui del hospital, él estaba bien... Y entonces falleció. Ahí fui más consciente de la gravedad de lo que había tenido». A sus 62 años, Juan Manuel estaba «perfectamente» cuando recibió el alta, aunque sospecha de algunas secuelas que le ha podido dejar el virus. «He leído que en algunos casos se produce cierta pérdida de memoria, y aunque no diría que sufro de eso, sí me noto más despistado. Quizá sea por mi edad, o quizá por las dos cosas». Además, amante de la bicicleta como es él, reconoce no haber recuperado la forma física de meses anteriores: «Perdí diez kilos en el hospital, aunque he recuperado seis. Sin embargo, con la bici sí he notado un deterioro físico, pero es que ya tengo 62 años». Como a tantas otras personas, la pandemia ha interrumpido su vida: «En mi caso, las secuelas son más psicológicas. Sigo siendo el mismo, sobre todo a mi edad, pero aquello que viví me hizo pensar. Esta pandemia ha cambiado muchas cosas. En mi trabajo -es director de la Bilbioteca Pública del Estado de Albacete-, por ejemplo, la biblioteca que yo disfruto, que a mí me gusta, va a tardar mucho en volver, si es que vuelve. Mi vida personal se retomará, mi vida profesional no va volver a ser la misma».

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