Consuelo Santos, pionera del 25% de castellano en Cataluña: «Hay que sufrir para conseguir derechos»

Consuelo, 'Cuca' como la conocen sus más allegados, fue la primera en levantar la voz contra la imposición del catalán en la escuela. Denunció la inmersión lingüística ya en 2004 y tras un periplo de años logró que el TS le reconociera su derecho constitucional a que sus hijas recibiesen también clases en castellano.

Madrileña de origen y afincada en Sabadell (Barcelona) desde 1999, Santos asume con satisfacción ese protagonismo, que comparte con otros padres que siguieron sus pasos y recibieron el espaldarazo del Supremo, y celebra que gracias a su tesón y al de esas otras familias «se haya llegado a esta victoria histórica». Lamenta, sin embargo, la falta de valentía de muchos que en aquel momento no quisieron «enfangarse» en la lucha, aunque «reconocían a escondidas su interés por defenderla».

«Afeo la cobardía. A veces hay que sufrir para que te reconozcan derechos. Si más padres hubieran dado antes un paso al frente como yo y otros valientes, hubiéramos llegado antes a esta situación que vivimos», asegura esta madre coraje que dejó la lucha desde el ámbito civil para pasar a la política activa y ahora asume la presidencia del PP en Sabadell. Sabe de lo que habla. Su sentencia proporcionó más castellano para sus dos hijas -una de ellas ya está cursando un grado y la otra sigue gozando de este porcentaje en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria (ESO)- pero también le supuso duros años de amenazas e insultos en las redes sociales. Ahora, con el pulso por el bilingüismo más firme que nunca, se enorgullece de haber capeado con valentía la situación.

«En ningún momento sentí miedo, aunque fui la primera en lanzarme a la lucha a cara descubierta. Con miedo no se va a ninguna parte», precisa en declaraciones a este diario. Santos, antropóloga de formación, destaca la importancia del momento que se está viviendo después de más de treinta años de contienda política. «La sentencia que concedió más castellano para mis hijas fue muy importante para mí, aunque tras conseguir mi objetivo decidí dejar el frente civil para combatir esta situación desde el frente político y hacer lo posible para que todos los alumnos catalanes tengan derecho a lo mismo que mis hijas. Lo que se ha conseguido ahora con la fuerza de las asociaciones y de los partidos es muy importante», subraya.

«Las asociaciones civiles tienen una fuerza, pueden ejercer presión, pero no tienen la capacidad de cambiar las cosas. Solo los partidos políticos pueden lograr un giro total. Las victorias se producen por la suma de fuerzas de las dos», dice Santos. Está convencida de que esta vez la Generalitat no podrá hacer caso omiso a los tribunales. «No hay forma de eludir ese fallo», asegura. Santos no esconde su indignación por el modelo lingüístico que hay en Cataluña. «La inmersión es una cuestión totalmente política. Desde el punto de vista pedagógico no tiene ningún sentido. La mejor manera de acabar con el catalán es imponiéndolo», asevera.

Su lucha comenzó en 2004 cuando marcó en la casilla de la preinscripción (por aquel entonces aún no la había eliminado la Generalitat) de su hija mayor, Lydia P. S., la opción de escolarización en castellano . Tras reclamarlo ante la administración y no conseguirlo, una resolución de la Generalitat de 2006 le ofreció para su hija atención individualizada. El TSJC ratificó en 2009 ese modelo.

«Me pareció una ofensa porque eso es discriminatorio », denuncia la mujer, quien se puso en contacto con la dirección del centro, aunque se limitaron a decirle que cumplían instrucciones. Consuelo, como otros muchos padres, reniega de esta fórmula. «No creo que haya ningún padre que quiera que su hijo demuestre al resto de la clase que va rezagado en algo», denuncia. Según confesó a ABC en su anterior entrevista, lo que le llevó realmente a decidirse a emprender la lucha definitiva fue una frase que pronunció su hija: «¡Mamá, si me dejaran estudiar en castellano sería más lista!».

Fue entonces, cuando se sumó a la causa del bilingüismo . Lo primero que hizo fue contactar con Convivencia Cívica Catalana (CCC). «Les llamé porque entendí que podían ayudarme», declara la madre. Fue el primer paso de una larga peregrinación. «Primero denunciamos ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y después pasamos al Tribunal Supremo, que finalmente, nos amparó», relata la madre.

Mirando hacia atrás, Consuelo reflexiona: «Han sido muchos años de intensa lucha para acceder a algo que nos corresponde por derecho constitucional. Si hubiéramos sido más al principio la inmersión se hubiera cuestionado antes», señala. «El 'procés' lo pararon en la calle el día 8 de octubre de 2017 cuando un millón de personas salieron a la cale y se manifestaron en contra de la imposición de los independentistas. No debemos olvidarlo nunca», concluye.