Las compañías aéreas estadounidenses inflan la duración de sus vuelos
Aparte de cobrar desde la primera maleta o pretender que los pasajeros obesos paguen doble, la «última» de las compañías aéreas norteamericanas es inflar los tiempos de los vuelos. Si en 1996 Delta volaba de Nueva York a Los Ángeles en seis horas ahora lo ... hace en siete. Southwest Airlines acostumbraba a cubrir el trayecto entre Phoenix y Las Vegas en una hora y ahora necesita 80 minutos. American Airlines emplea ahora dos horas y media en lugar de las dos horas de toda la vida entre los aeropuertos de Chicago y Newark, en New Jersey.
Estos son sólo algunos ejemplos, citados por «The Wall Street Journal», de cómo las compañías aéreas parecen ir a menos y no a más con el paso del tiempo. La media de retraso sobrevenido en los vuelos domésticos de las grandes aerolíneas norteamericanas es de 17 minutos. ¿Se debe tal ralentización aérea a que los aviones pesan hoy más que antes? No. Lo que pasa es que cada vez les cuesta más llegar a la hora. Entonces, se lo ponen fácil: dilatan tanto la duración de los vuelos, que pase lo que pase casi nunca llegan tarde.
La obsesión por la puntualidad se produce en la casilla de llegada, no en la de salida. Los pasajeros tienen que seguir soportando toda clase de retrasos para embarcar, hoy más que nunca, y no sólo por las obligadas medidas de seguridad.
Proeza cotidiana
Volar es complicado. Volar en masa es una proeza cotidiana que sale bien casi de milagro. Las compañías luchan por un lado por abaratar los costos y por el otro por competir y por ajustarse a las exigencias. Entonces, bajarse el listón con las horas de vuelo les da un colchón de seguridad, un margen para llegar a la hora, salgan cuando salgan y encuentren los tropiezos que encuentren en el camino.
Las molestias, como siempre, son para el sufrido pasajero, cada vez más desconcertado y con menos capacidad de planificar sus movimientos antes y después de subir al avión. También surgen complicaciones laborales: al alargar ficticiamente los vuelos se supone que hay que contratar más personal, cuando en la práctica van a acabar antes de lo que el horario dice. Luego vienen las luchas de poder interno y las huelgas.
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