El colegio de Cartagena que se instaló en la playa para hacer frente al Covid y se convirtió en ejemplo mundial
Alumnos de Infantil y Primaria aprenden a orillas del mar Menor
Cecilia, maestra de Infantil entrega la orla a uno de sus alumnos. Detrás, el director el centro, Alfonso Vera y el profesor Raúl
El viento sopla y barre, sin pudor, los pinceles y los folios . Para la clase de arte, las maestras reparten entre los alumnos papel carbón. El calco convierte leones sin vida en otros repletos de colores: azul, marrón, naranja... Alguno perderá un ojo ... en el camino de tanto echarle pintura. «¿Cómo se llama esto?», pregunta una alumna a sus compañeras. «Un lienzo», le responde otra. Las maestras rotan en torno a los alumnos, sentados en círculo en la arena, con el mar Menor a escasos metros . Para hacerle frente al viento, han resuelto poner piedrecitas sobre las hojas; mientras, se alza al vuelo una bolsa de plástico que Sandra atrapa en el aire dando un salto. «Los maestros tenemos soluciones para todo», sonríe orgullosa.
De lienzo en blanco a obra de arte se convirtió también el colegio Félix Rodríguez de la Fuente, ubicado en la población pesquera de Los Nietos, a menos de 30 kilómetros de Cartagena (Murcia). Este colegio, que tenía las paredes grises, se llenó de dibujos del mar Menor: caballitos de mar, cangrejos, un faro… Y fue más allá: a la playa. Alfonso Vera , el director de este centro público, dejó al claustro, al Ayuntamiento y a la Consejería de la región boquiabierta cuando propuso sacar pupitres y pizarras a la playa, y hacerle frente al Covid de la forma en que, varios meses después, Sanidad diría que era la mejor: al aire libre.
«Vamos a bajar el colegio a la playa, les dije, y estalló la bomba», narra Vera a ABC. Su idea ha dado la vuelta al mundo y el colegio ha salido en medios de una docena de países: Estados Unidos, Polonia, Vietnam, Polonia, Alemania, Marruecos, Italia, Argentina o Chile. Una idea que nació en plena pandemia (salieron por primera vez en noviembre del año pasado), con el estigma del encierro forzoso de los primeros días del estado del alarma, sumado al agobio de la mascarilla, llevaron a poner en marcha un proyecto que resultó pedagógicamente beneficioso para los alumnos.
« Se portan mejor, prestan más atención, están más centrados y socializan más », resume Carmen Paredes, profesora que trabaja con todos los niños, pero también forma parte del equipo de apoyo para aquellos con necesidades educativas especiales. Inma es otra de las docentes, ahora de baja por maternidad, que no quiso perderse la entrega de las orlas a los niños de sexto de Primaria y tercero de Infantil. Mientras desfilaban camino a la playa, perfectamente alineados envueltos en togas azules y birretes negros, Vera los miraba orgullosos: «¡Si parecen de Harvard!», decía emocionado.
Españoles y marroquíes
Inma también constata los beneficios de las clases en la playa para los 94 niños de este centro público conformado, aproximadamente, por un 60 por ciento de alumnos españoles y un 40 por ciento de marroquíes . «El hecho de estar al aire libre hace que el aprendizaje sea mayor porque salen de la rutina». Pero los beneficios no se quedan ahí. Inma señala con el dedo algunos hoyos hechos por los niños con sus pies: «Sueltan una tensión que no pueden liberar en un aula; incluso les ayuda a evadirse cuando toca hacerlo; es decir, en clase hacemos descansos activos y aquí es más fácil», explica la docente al tiempo que observa a sus alumnos mientras mece a su bebé.
Alumnos de Primaria pintan en la playa
Antonia seguía atenta la llamada de cada alumno a la pizarra para hacerles entrega de la orla. Esperaba a su hijo Miguel. Con ella estaba su hija y otra madre que decidieron saltarse el 'protocolo' que recomendaba a los padres no asistir. «Me siento orgullosa de que se gradúe, no me lo podía perder», se justificaba la hermana de Miguel, de 21 años: « Ya me hubiera gustado a mí ir un colegio así », decía. «Miguel está alucinado, es un proyecto muy bueno en el que aprenden y disfrutan al mismo tiempo; de hecho, si fuera por él estaría en el mar todo el día», comentaba Antonia, que agradecía junto al resto de madres reunidas la labor de Vera: «Tenemos suerte de tener a alguien como él».
El alma de este proyecto no se anda con rodeos. Reconoce que cuando surgió la convocatoria del programa 'Aire Limpio' de la Consejería de Educación de Murcia buscaba dinero para el colegio. Vera se afana incansablemente en hacer crecer los 360 euros de presupuesto que recibe el colegio al mes. Quería un comedor y lo puso, quería altavoces para impregnar de música el patio del centro y los colocó... Y luego se los llevó a la playa. «La música tiene Matemáticas y Lengua; tenemos a niños que sacan los cajones para tocar al compás del 3x4», relata Vera.
Pescadores y temporeros
Pero a orillas del mar Menor se aprenden más cosas: «Hemos traído al abuelo del pueblo a enseñarle a los niños cómo se pesca. Los niños saben que hay pandemia y que el mercado tuvo que cerrar, pero no saben cómo llega el pescado a sus casas», explica Vera. A ello le suman las matemáticas: a cuánto se compra, a cuánto se vende, etcétera… De hecho, las familias de estos niños son, en su mayoría, pescadores o temporeros de Campo de Cartagena y el director consideró importante que conocieran el oficio de sus padres y el de su pueblo.
«Me gusta mucho estar en la playa, es muy divertido y mucho más entretenido que aprender en el aula. Además, es mejor por el Covid», relata a ABC una tímida Oumaima , alumna de 12 años. A su lado, algo más dicharachera, está María: «Me gusta mucho estar aquí, es genial, escucho el sonido del agua y además puedo respirar mejor aunque tenga la mascarilla». Una de las actividades que más se aprovecha en la playa es la educación física .
Clase de educación física en la playa
En torno a un aula ficticia que separa a los 'grupos burbuja' , establecidos por el Ministerio de Educación en el marco de medidas contra el Covid, Raúl propone actividades como tirar de una soga o dar saltos encima de grandes pelotas de goma. «Los contenidos que en la pista del colegio puede tener algo de más peligro porque se pueden resbalar, en la playa se hacen perfectamente. Además, aquí tenemos menos problemas con la distancia de seguridad y, por último, aprenden a cuidar su entorno, a respetarlo más».
Beneficios de estudiar al aire libre
Las experiencias de estudio al aire libre no son nuevas. De hecho, se han desarrollado a lo largo de más de un siglo en España; se inspiran en la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos . Son conocidas, por ejemplo, las experiencias en los bosques como las de la escuela pública Els Xiprers en Barcelona. «Desde hace doscientos cincuenta mil años, nuestra especie ha crecido y madurado en el medio natural –explica a ABC Heike Freire, referente en este campo pedagógico–. Pero últimamente, la naturaleza y los seres que viven en ella han desaparecido paulatinamente de la vida de niños y niñas. Hay que promover su reencuentro con ese mundo mágico, conseguir que vuelva a ser una parte central en sus vidas, y en las nuestras. Las criaturas necesitan vivir su infancia plenamente, disfrutar del juego espontáneo en la naturaleza, libre de juicio, recuperar la capacidad de asombrarse, de empatizar y de relacionarse afectivamente con otras formas de vida. Este contacto estimula su entusiasmo, su curiosidad, sus ganas de aprender, su capacidad de concentrarse, de perseguir sus propios objetivos, de conocerse a sí mismos y de descubrir a otros. El encuentro con lo natural es una garantía de salud, bienestar, aprendizaje y resiliencia. Es necesario para el desarrollo motor, sensorial, afectivo, social, creativo e intelectual de nuestros hijos, y hay que fomentarlo desde edades tempranas. Es verdaderamente la mejor preparación para la vida».
Hace más de diez años que la experta publicó su primer libro, ' Educar en verde ', y desde entonces, añade, «miles de escuelas y otras instituciones sociales y terapéuticas están utilizando el contacto con la naturaleza para acompañar el desarrollo integral de las personas : renaturalizando sus espacios, rehumanizando sus prácticas, abriendose a los espacios naturales cercanos o más alejados, contribuyendo a fomentar y a cuidar la biodiversidad, participando en proyectos socio-ambientales, etcétera».
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