China se toma vacaciones del coronavirus
Con 600 millones de desplazamientos, los ochos días de asueto de la Fiesta Nacional y del Medio Otoño simbolizan la vuelta la normalidad
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Iniciar sesiónSon las seis de la tarde y Wangfujing , una de las calles comerciales más populares del centro de Pekín, está a rebosar. En febrero no pasaba un alma por aquí debido al estallido del coronavirus en Wuhan y en junio, tras el rebrote ... en el mercado de Xinfadi, volvió a quedarse casi vacía. Hoy, cuando van ya 47 días sin que las autoridades informen de contagios locales de Covid-19, China se toma un respiro de la pandemia aprovechando las vacaciones del Día Nacional y la Fiesta del Medio Otoño.
Con su coincidencia el 1 de octubre, los chinos disfrutan desde el jueves de ocho días de asueto que simbolizan la vuelta a la normalidad tras el control del coronavirus. En realidad, es la primera «Semana Dorada» que se vive como tal y eso se nota en el ambiente. La anterior, que tuvo lugar durante el puente del Día del Trabajo en mayo, solo duró cinco días y vio una caída de los desplazamientos a la mitad.
Para estas vacaciones, el portal de viajes Ctrip espera 600 millones de desplazamientos por todo el país, ya que salir al extranjero es prácticamente imposible por los riesgos de la pandemia y porque muchos países siguen manteniendo sus fronteras cerradas. Con tales restricciones, y todavía cierto miedo en el cuerpo a viajar, los chinos prefieren para estos días trayectos cortos o dentro de su misma provincia, lo que ha provocado kilométricos atascos a la salida de las grandes ciudades como Pekín o Shanghái.
Llenazo en los aviones
Pero en China hay tanta gente que eso no impide que también vayan llenos los aviones, para los que se calculan 15 millones de pasajeros, o los trenes, en los que ya se alcanzó esa cifra de viajeros el primer día de las vacaciones. Aunque dichos datos reflejan el regreso a la cotidianidad en el país más poblado del mundo, los 600 millones de desplazamientos previstos para estas vacaciones todavía se hallan muy por debajo de los 782 millones registrados el año pasado.
Y es que aún siguen vigentes muchas restricciones sanitarias y sociales. Por ejemplo, los colegios han pedido a las familias de los alumnos que no salgan de sus ciudades para evitar el riesgo de contagios en la vuelta a las clases. «Nos habría gustado pasar unos días en la playa en la isla de Hainan , pero el profesor de nuestro hijo nos ha dicho que es mejor que nos quedemos en Pekín por seguridad», cuenta con resignación el padre de un estudiante de 13 años.
Además, las autoridades siguen imponiendo límite de aforo en algunos monumentos y recomendando el distanciamiento social, pero resulta sencillamente imposible de cumplir cuando las calles y los vagones de metro están abarrotados de turistas. Algo parecido ocurre con las mascarillas, que muchos ya no llevan en espacios abiertos. Ni siquiera el presidente, Xi Jinping , en la cena de gala que ofreció el miércoles por la noche a 500 invitados, que fueron sometidos a la prueba del coronavirus y confinados antes del evento.
Son las seis de la tarde en Wangfujing y el famoso restaurante Quanjude de pato laqueado está finalmente abarrotado, después de varios meses desierto o con poca clientela. Se puede dudar de las cifras oficiales del coronavirus, pero no del estómago de los chinos.
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