China empieza a poner sus vacunas contra el coronavirus sin aprobarlas aún
Por 50 euros en dos dosis, varias ciudades las inyectan dentro del plan para ampliar las pruebas
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Tanta es la urgencia por acabar con el coronavirus que, antes incluso de que sus vacunas estén aprobadas oficialmente, China ha empezado a ponérselas al público en general en varias ciudades. Durante el fin de semana, algunos hospitales de Yiwu y Jiaxing, en ... la provincia costera de Zhejiang, han ofrecido la vacuna de la farmacéutica estatal Sinovac a un precio de 400 yuanes (50 euros), lo que ha provocado largas colas a sus puertas.
Según informa la BBC, quienes se la ponían aceptaban toda la responsabilidad sobre sus posibles efectos y se comprometían a volver al cabo de 28 días para la segunda inyección. El éxito fue tal que algunos centros de salud acabaron en poco más de dos horas sus existencias de CoronaVac, como se llama dicha vacuna. En teoría, estaba destinada a quienes la necesitaran «urgentemente», como funcionarios municipales o grupos de riesgo . Pero, a tenor de la BBC, familias enteras aguardaban durante horas para sacar número y ser los primeros en inoculárselas.
Esta vacuna, que funciona con una versión «desactivada» del virus que genera una respuesta del sistema inmunológico, es una de las cuatro desarrolladas por China que ya han entrado en sus ensayos finales. Como en China ya no hay suficientes casos activos de coronavirus para efectuar tales pruebas con decenas de miles de voluntarios, se están llevando a cabo en una decena de países azotados por la pandemia, entre ellos Brasil, Indonesia y Turquía.
Además de la vacuna de Sinovac, en China se están terminando de probar otras tres. En agosto fue patentada la elaborada por la farmacéutica Cansino Biologics en colaboración con la Academia de Ciencias Militares, que lleva el nombre de Ad5-nCoV y utiliza un virus creado genéticamente (adenovirus) para generar los anticuerpos con los que se defiende el organismo. Con la práctica más habitual del virus «desactivado», el grupo estatal Sinopharm ha desarrollado otra vacuna con el Instituto de Productos Biológicos y Virología de Wuhan, la ciudad donde estalló la pandemia. Basándose en dos inyecciones que costarían unos mil yuanes (120 euros), esta última vacuna aspira a estar disponible en diciembre.
Desde julio, estas vacunas han sido inyectadas a 350.000 personas en China, como soldados, médicos, funcionarios que trabajan de cara al público y trabajadores enviados al extranjero. Además, otra farmacéutica local, China National Biotech Group, está ofreciendo su vacuna a los estudiantes que tengan que marcharse a otros países para seguir con su formación. Con más de 600.000 jóvenes chinos estudiando en el extranjero, sobre todo en países muy castigados por la pandemia como Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, 168.000 se han apuntado en internet para recibir dicha vacuna.
Dentro de los ensayos clínicos, casi 60.000 chinos han sido ya inyectados con alguna de las vacunas desarrolladas en el país, donde hay otras nueve en fases menos avanzadas. «Ahora que las pruebas han entrado en su última etapa, solo hemos detectado efectos secundarios leves. No se ha informado de ninguna reacción adversa grave», asegura Tian Baoguo, del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en declaraciones recogidas por los medios estatales.
Confiando en la efectividad de sus vacunas, China va a ampliar su «uso de emergencia» hasta que sean aprobadas. Se espera que sea en breve porque Zheng Zhongwei, jefe del equipo investigador de las vacunas, ha prometido que se producirán 610 millones de dosis a finales de este año. China toma así impulso en la carrera mundial por la vacuna contra el coronavirus, convertida en un arma política para demostrar su superioridad frente a Estados Unidos. Pero muchos expertos advierten del riesgo de acelerar una vacuna, un proceso que suele llevar varios años y ha sido drásticamente acortdo por la urgencia por acabar con la pandemia.