César Pérez de Tudela: «Lo más digno que tenemos, el valor, lo vamos perdiendo»
-¿Por qué quiere tropezar tres veces en la misma piedra de «Sagarmatha» («La frente del cielo», o Everest, en nepalí)?
-Porque en el primer intento tuve que rendir la expedición que dirigía, tras la desaparición, en el Chang La, de tres de mis ... compañeros, en 1990, y del auxilio a los dos supervivientes. En 1992, escalando La Cascada de hielo del Khumbu, sufrí un infarto que me dejó postrado en una repisa. Iba solo y me salvaron mis compañeros, los que tuvieron la generosidad de rescatarme, y mi hijo Bruno fue el que llegó el primero. ¿Cómo podría negarme a que me acompañase en esta ocasión?
-¿Qué le causa temor?
-Que venga mi hijo porque es peligroso. Su madre murió en el Himalaya.
-¿Everest es su asignatura pendiente?
-Con esos reveses creí que tenía que retirarme de esta vida de sobresaltos, quimeras e ilusiones. Tuve un infarto, perdí el conocimiento, me enganché a un mosquetón y pensé que me retiraba. Me bajaron. Por suerte sigo.
-¿Cuál será su cuaderno de bitácora?
-Hasta el 11 de este mes de abril, trámites en Nepal. Luego, caminatas para aclimatarse. Ese día nos obligan a las expediciones a pasar en un mismo convoy por localidades tremendas del Tíbet: comida, jergones, mucha alturas... A los 5.500 metros llegas después de pasar el Monasterio de Rongbuk. Montas el campamento base, y glaciar oriental hasta la base del Collado Norte (25 de abril), donde arrancará la ascensión en gran pendiente.
-Ese Collado Norte es criminal, asesino.
-Mallory e Irvine en 1924, mis compañeros, los sherpas. las avalanchas...
-¿Cuándo hará cumbre en el Everest?
-Sobre la segunda quincena de mayo. Colocaremos la bandera de la Comunidad de Madrid, la de Madrid 2016, la de la firma que me ha ayudado con el equipo -Alpesport, de Andorra- y la de los laboratorios Lilly. Además, el asunto no es llegar a la cumbre, sino una vez allí bajar vivo.
-¿Cuántos metros hollará en la cúspide?
-Es una vista irregular: pueden ser 5 metros cuadrados. Cada año se configura una nueva. Es una aventura total, a la que le tengo miedo, porque toda mi vida estoy superando el miedo.
-¿Tiene también miedo a la muerte?
-Nunca lo he tenido, pero a medida que te haces mayor tienes más. Somos más cobardes. Y lo más digno que tenemos, el valor, lo vamos perdiendo.
-Usted sobrevive a todas las montaña s.
-Y tengo todos los riesgos: soy mayor de 60 años (edad que tiene una mortandad tres veces superior a los de 30), soy el primero que sube tras un infarto grave, el primer no oriental que sube a esa edad, y el primero que lo hace con hijo, que también me acojona.
-¿Siente más pánico escénico que cuando cubrió la Guerra de Vietnam para ABC?
-Entonces no tenía miedo.
- ¿El alpinismo es cuestión de buena o mala suerte? ¿Existe el mal fario?
-Yo he tenido muy buena suerte porque he sobrevivido siempre. Otros la han tenido mala. No sé cuánto durará la buena, a mí me dura hasta ahora.
-¿Estará a la altura de la circunstancia?
-En mi larga carrera de alpinista no había tenido tanta preocupación. Ni cuando decidí escalar la pared Norte del Eiger, la escalada más temida de la Tierra. En esos años, curando las graves congelaciones de mis pies, creía que tras el «Eigernorwand» ninguna montaña sería para mí imposible. Tenía 28 años. ¿Era más fuerte? ¿Debemos respetar aquello en lo que hemos fracasado? Yo mantengo la ilusión sin hacerme ilusiones. Lo más difícil de llegar al límite es regresar de él. Pero hago precisamente lo que temo.
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