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Cataluña ya planeaba hace 27 años controlar a los inspectores educativos

La cifra de interinos en este cuerpo (8 de cada 10) demuestra que ha cumplido su objetivo

ABC

ESTHER ARMORA

Garantizar la «catalanización» de la enseñanza teniendo el control de los inspectores educativos es algo que la Generalitat ya planeó hace casi tres décadas. Las altas esferas del Ejecutivo de Jordi Pujol redactaron en el año 1990 un documento interno en el que -según trascendió en los medios- reconocían abiertamente su intención de crear un cuerpo propio de inspectores para poder garantizar así la «catalanización» de la enseñanza.

En el punto 6 de esta hoja de ruta del nacionalismo, sus autores marcan como objetivo «reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza». Añaden, como última consigna, «vigilar de cerca la elección de este personal».

«El alto índice de interinos que hay actualmente en este cuerpo profesional (ocho de cada diez) es una muestra clara de que ese objetivo que se plantearon los nacionalistas en 1990 ya se ha cumplido», indicaron a este diario fuentes del sector de la inspección que prefieren preservar el anonimato. En estos últimos años, el nivel de precariedad laboral de los inspectores ha aumentado en Cataluña y en la actualidad ocho de cada diez son interinos renovados anualmente por la Administración, lo que, según denuncian los sindicatos, «limita su autonomía, independencia y capacidad de actuación».

«Nadie se atreve a denunciar según que cosas porque sabes que eso puede condicionar que en la próxima convocatoria, cuando te evalúen, no pases la entrevista», señalan las citadas fuentes.

Libros de texto

Otro de los objetivos que ya marcó el nacionalismo a comienzos de los 90 fue conseguir el uso exclusivo del catalán en el mundo educativo. Así se expone en el citado documento interno de la era Pujol, en el que la educación aparece como punto estratégico. Dentro de este ámbito, una de las prioridades señaladas era «impulsar el sentimiento nacional catalán de los profesores, padres y estudiantes» y «potenciar el uso de la lengua catalana» entre la comunidad educativa.

Otra meta destacada por los nacionalistas era «editar y emplear libros de texto sobre la historia, geografía, arte, literatura, economía, etcétera, de Cataluña y de los Países Catalanes y establecer acuerdos con editoriales para su elaboración y difusión, con subvenciones si es necesario».

En resumen, los puntos estratégicos para recatalanizar la enseñanza eran blindar la lengua catalana y garantizar que el currículo que llegaba a las aulas fomentaba el sentimiento identitario.

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