Carmena y Colau denuncian en el Vaticano el cierre de puertas europeo a los refugiados

En la primera jornada de la «cumbre» de 80 alcaldes sobre «Europa: los refugiados son nuestros hermanos», las voces de las regidoras de Madrid y Barcelona destacaron entre las más claras en llamar a las cosas por su nombre y ofrecer a quienes escapan de las guerras la solidaridad que les niegan los gobiernos.

Manuela Carmena afirmó sin paliativos que las leyes en vigor «causan pesar, dolor, inconvenientes y gastos inútiles y absurdos». La alcaldesa madrileña calificó de «muerte legal» la negativa a extender documentos, y anunció que el Ayuntamiento tiene algunos proyectos para «resucitar a esos muertos legales» siguiente el modelo de Nueva York y otras ciudades que autorizan a los refugiados ciertos trabajos para facilitarles una vida normal.Con palabras muy similares a las del Papa Francisco ante el Parlamento Europeo, Carmena se refirió a la vergüenza de que el Mediterráneo sea un «cementerio azul».

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fue todavía más contundente al afirmar que «Europa se encuentra ante una encrucijada. O acogemos a las personas solicitantes de refugio, o acogemos el racismo y las nuevas formas de fascismo que amenazan la idea misma de Europa».

Comportarse de modo inhumano degrada a una persona o una sociedad, por lo que «está en juego la preservación de nuestro legado civilizador, el proyecto de una UE como antídoto a los totalitarismos. Europa nació para decir ‘nunca más’ al horror de la guerra, de la violencia y de la deshumanización’». Según Colau, «no es justo que haya ciudades saturadas y otras como Madrid y Barcelona que hemos dicho que podemos ayudar y acoger más, y que si recogemos a estas personas no serán una carga para nadie».

La culpa es de los gobiernos europeos que, «en su afán por blindarse, han renunciado a la obligación de la asistencia», y han caído en una «fría insolidaridad y desprecio ante la vida, el sufrimiento y la muerte».

Frente a ese egoísmo de los Estados, la alcaldesa afirmó que «Barcelona quiere y debe ser ciudad refugio. No quiere ser egoísta, cerrada, ciudad del miedo y de la desconfianza. Esta no es una crisis de refugiados sino de valores, de Europa. Y somos nosotros quienes debemos estar a la altura»,

El encuentro convocado por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales tiene por objeto estudiar modos prácticos de mejorar la acogida a los refugiados, que suman hoy 125 millones de personas, el número más alto de la historia debido a la proliferación de guerras y al cambio climático.

Además de las alcaldesas de Madrid y Barcelona participan también los alcaldes de Valencia, Joan Ribó; de Zaragoza, Pedro Santisteve; y de Málaga, Francisco de la Torre.

El Papa Francisco no asiste a los debates en la Casina Pio IV de los Jardines Vaticanos, pero pronunciará un discurso la tarde del sábado, como hace en este tipo de actividades, que son continuas en el Vaticano. La Pontificias Academias no son entidades religiosas sino científicas y sirven de marco para «cumbres» de alcaldes sobre el calentamiento global, o cumbres de jueces y fiscales para hacer frente al crimen organizado.

A su vez, Francisco ha convocado también cumbres de líderes religiosos para hacer frente a la esclavitud moderna y el tráfico de personas, y ha tomado la palabra ante cumbres de jefes de policía para erradicar esas dos lacras.