Hazte premium Hazte premium

La Canina, del pavor a la guasa sevillana

El historiador Pablo Alberto Mestre explica el significado del Triunfo de la Santa Cruz: «En Sevilla hay otra esperanza que no está representada como Virgen, sino como muerte rendida»

MÓNICA ARRIZABALAGA

Los niños se sobrecogen, hay padres que les tapan los ojos mientras los mayores callan al paso de La Canina . Es Sábado Santo, el día en que la Hermandad del Santo Entierro procesiona con el Triunfo de la Santa Cruz por las calles de Sevilla. Los más supersticiosos temen que se detenga a su lado. Se considera señal de mala suerte.

Quizá por eso mismo La Canina no se vuelve ante nadie. Solo ante Francisco Franco, el capataz del paso mandó que se detuviera en 1940. Con la imagen mirando de frente al dictador, se le acercó y le dijo: «Excelencia, medite».

Veinticuatro costaleros portan este paso, que curiosamente no tiene llamador visible «por aquello de no llamar a la muerte», apunta Pablo Alberto Mestre. Este profesor de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Sevilla es uno de los numerosos nazarenos que caminan junto a la imagen alegórica más antigua de la Semana Santa sevillana.

Antonio Cardoso de Quirós realizó en 1691 esta representación de la muerte, sentada sobre el mundo, junto a una cruz desnuda sobre la que se apoyan unas escaleras empleadas para bajar el cuerpo de Cristo y de la que cuelgan dos sudarios, uno de ellos con el mensaje « Mors mortem superavit » (La muerte vence a la muerte). Salió por primera vez en procesión en 1693, a última hora de la tarde, causando «verdadero pavor», según un manuscrito anónimo que se conserva...

La Canina en La Campana en 2014 JUAN FLORES

Mestre relata cómo el origen del paso se remonta a finales del siglo XVI. «Entre 1575-1582 salía un paso con la cruz y unos sudarios, una especie de cruz de mayo, en el último lugar, tras el Santo Entierro y la Virgen», explica el autor de la «Historia de la Real Hermandad del Santo Entierro de Sevilla». El paso fue incorporando un esqueleto de madera sentado al pie de la cruz, así como un árbol del bien y del mal y un Niño Jesús (representando al Resucitado) sobre una bola del mundo. Era un paso que se preparaba cada año, con materiales de baja calidad. Solo la cruz y el esqueleto eran de madera.

«Hay constancia de que el artista Juan de Valdés Leal participó en elaborar o rehacer este paso », según el historiador, que detalla cómo el famoso pintor le añadió al esqueleto una corona y un manto, atributos reales a una muerte que reinaba sobre el orbe. Para Mestre, es clara la influencia del autor de los Jeroglíficos («In ictu oculi» y «Finis Gloriae Mundi») del Hospital de la Caridad en La Canina que la Hermandad del Santo Entierro encargó a Cardoso de Quirós años después.

«In ictu oculi», de Valdés Leal

El artista sevillano esculpió a la muerte sujetando su guadaña meditabunda, con su guadaña caída. El Triunfo de la Cruz, que pasó a primer puesto en la procesión, se despojó de elementos del Antiguo Testamento, quedando tan solo una referencia en la serpiente con la manzana en la boca. De entonces es el lema "Mors mortem superavit" de la muerte vencida », apunta Mestre. De ser un paso de resurrección, pasa a ser un preludio de la misma.

«Más que de muerte, es un paso de esperanza», asegura este hermano del Santo Entierro antes de subrayar que « hay otra esperanza en Sevilla, no como Virgen, sino como muerte rendida ».

La «guasa» sevillana

Si bien la alegoría de la muerte infundía respeto y hasta temor, Sevilla no tardó en bautizarla como La Canina. Su nombre popular «aparece por primera vez escrito en 1797 , en una poesía con sorna, burlona», recuerda Mestre, y aún hoy La Canina «tiene su guasa en Sevilla».

Memorables fueron las risas que arrancó el pregón del padre José María Javierre en 1993 con la letra de una saeta que atribuyó a Pepe Peregil: «Hay Canina cuanto te quiero/pero como te hace falta/ un buen caldo del puchero».

«El paso de la muerte lleva siglos despertando la curiosidad y los comentarios de Sevilla, muchos de cuyos habitantes cruzan los dedos, medio en serio medio en broma, cuando pasa el esqueleto. Le colocaron el nombrecito zumbón, aficionados que somos a desdramatizar situaciones: "La Canina", decimos será por aquello del hambre canina. Representa una pincelada irónica y como tal soporta ciertas bromas sutiles», afirmó en aquel pregón el hoy fallecido Javierre, según recuerda Julio Domínguez Arjona .

La admiración que despierta La Canina explica que sea «la imagen más copiada, tras el Gran Poder y la Macarena», según destaca Mestre. En Alcalá del Río o Alcalá de Guadaíra, por ejemplo, procesiona una copia exacta de la sevillana, con su particular exorno floral de cardos borriqueros y yedra, que «representan simbólicamente la resurrección», recuerda Mestre.

Juan de Astorga restauró en 1829 esta imagen icónica que, según relata el historiador, a punto estuvo de ser apartada de la procesión en los años 60. «Se suprimió todo el cortejo simbólico, que estaba mal entendido y parecía más una procesión de carnaval, pero afortunadamente en 1980 se blindó el paso convirtiendo al Triunfo de la Santa Cruz en un titular más» de esta Hermandad de la que los reyes son Hermanos Mayores desde 1690 .

Felipe VI, como nuevo Hermano Mayor, quiso conocer La Canina el año pasado, en su visita a la Semana Santa sevillana. Seguro que quedó tan impactado como los cientos de personas que hoy la contemplarán en Sevilla.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación