Caña a los obispos vascos

Monseñor José María Setién ocupó la misma sede que tiene ahora monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián. Pero no son lo mismo en su forma de entender cuestiones claves de su ministerio. Cuando los actuales dicen que «también se han dado entre nosotros complicidades, ambigüedades , omisiones… por las que pedimos sinceramente perdón», ¿están acaso haciendo lo mismo que sus predecesores con lo que firman? Si la Iglesia mudó la orientación, ¿por qué no ha cambiado la percepción en determinada opinión pública ?

Un grupo de curas y de comunidades de base ha pedido a los obispos, después de su texto de días pasados, que su solidaridad «llegue a las víctimas de toda violencia sin excepción », dando por su puesto que la solidaridad de los obispos llega solo a unas. Otra cuestión es que exijamos a los obispos más de lo que pueden dar.

No seré yo quien defienda lo indefendible . En gran media, con lo que tienen que lidiar los actuales obispos es fruto de lo que se hizo, y de lo que se dejó de hacer, en otros tiempos. Ahí está la escasez de vocaciones, o a la infiltración de la ideología marxista en el movimiento vasco de liberación nacional y su relación con la Teología de la Liberación en comunidades eclesiales y en foros teológicos.

El jesuita argentino y discípulo dilecto del Papa, Diego Fares, dice que no tiene sentido hablar ya de obispos conservadores o progresistas, «seguidores» de la doctrina o «adaptadores» de la misma. Ahora las diferencias están entre obispos «ideólogos» o «pastores». Poco favor hace a monseñor José Ignacio Munilla, y a sus actuales hermanos, la procesión de los sambenitos.