Cada vez más jóvenes y niños en las UCI de Brasil

Serían los jóvenes una de las claves en la escalada de casos y muertes que está viviendo Brasil, sumada al aumento de variantes , la mala gestión del Gobierno de Jair Bolsonaro, que negó la pandemia a lo largo de meses, y su lenta respuesta a la compra de vacunas.

Los especialistas, que ya calculan que Brasil debe pasar de los 3.000 muertos diarios en los próximos días , atribuyen el agravamiento de la pandemia en Brasil a las nuevas cepas, principalmente la P.1 identificada por primera vez en la Amazonía, que sería al menos tres veces más contagiosa que la original y cuya transmisión ha sido más potente entre los jóvenes .

En São Paulo, por ejemplo, el número de pacientes críticos de hasta 50 años ha aumentado entre un 25% y un 35% este año en relación con el anterior, según datos oficiales, con dos agravantes importantes: además de ayudar a transmitir el virus a los parientes mayores que se quedan en casa , los jóvenes, por ser más resistentes, pasan más tiempo en la UCIs, contribuyendo a la escasez de camas en los hospitales.

Como resultado, el estado de São Paulo, uno de los que ha sido más rígidos en las medidas de restricción en Brasil, puede no tener camas disponibles en las UCIs a partir de la próxima semana para atender nuevos casos de coronavirus. Datos de la Secretaría de Sanidad del estado de São Paulo, difundidos el viernes, informan que 49 de sus 105 ciudades que tienen camas para atender casos de Covid-19 ya han alcanzado una tasa de ocupación del 100% .

"Como los jóvenes tienen más defensas inmunitarias que los ancianos, un cuerpo más fuerte, luchan contra la enfermedad y tardan mucho más en salvarse o acaban muriendo. Así pasan más tiempo en la UCI", afirmó el infectólogo Marcos Boulos, profesor de mdicina de la Universidad de São Paulo, y asesor del Gobierno de São Paulo, en entrevista al portal UOL. « Es una matemática simple: a mayor número de jóvenes ingresados, menor rotación de camas en la UCI y mayor ocupación del sistema», concluye.

Según datos obtenidos por UOL sobre la segunda ola, en las UCIs de la ciudad de São más de la mitad de los pacientes son menores de 50 años. En el estado de Paraná, al sur del país, los jóvenes representan el 61,8% de los casos de contagio confirmados .

El aumento de muertes entre niños menores de 12 años también ha sido perceptible. De los 779 menores que murieron de Covid-19 en Brasil, 166 casos fueron después de las fiestas de navidad y de carnaval.

Para enfrentar la situación, el Gobierno de São Paulo, implantó en las últimas semanas restricciones más severas y un lockdown que debe durar 30 días, con cierre de actividades a las 8 de la noche. En los primeros diez días de marzo hubo 330 detenidos en el estado, que participaban de fiestas y aglomeraciones. Con 44 millones de habitantes, el mayor estado de Brasil, lidera en número de contagios (2.179.786) y de muertes por Covid-19 (63.531).

«El reto al que se enfrenta Brasil hoy y que seguirá enfrentándose al menos durante las próximas semanas es simplemente inédito. Si en marzo del año pasado, cuando había menos de 300 muertes en total y unos 6.000 casos, las cifras ya parecían preocupantes, lo que vemos ahora es un panorama desolador», explica Ana Lemos , directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Brasil.

El viernes, Brasil pasó de las más de dos mil muertes (2.216) por tercer día consecutivo y sumó 85.663 nuevos contagios, su segundo mayor registro desde el inicio de la pandemia. Según datos del Ministerio de Sanidad, el país llegó el viernes a un total de 275.105 muertes y 11.363.380 casos positivos desde que se registró la primera infección hace un año.

«Brasil es ahora el epicentro de la enfermedad en el mundo, con el mayor número de muertes diarias. Aunque somos un 3% de la población mundial, actualmente representamos el 15% de los nuevos casos. Es obvio que no se trata de una fatalidad », dice la ejecutiva para quien la falta de dirección clara y unida de las autoridades sobre medidas de distanciamiento social, interrupción de actividades, uso de mascarillas e incluso con respecto a la vacunación, han ayudado al país a llegar al borde de un colapso.

Sin citar al presidente Jair Bolsonaro, pero en una referencia clara a él, Lemos recuerda los momentos en que el mandatario difundió mensajes desalentando a la población a vacunarse y a usar mascarillas , y las inversiones de recursos públicos para estimular tratamientos ineficaces contra la enfermedad, como la Ivermectina, y la hidroxicloroquina, que por orden del Gobierno eran ofrecidos en hospitales, pese a las críticas de la Organización Mundial de Salud (OMS).

La desinformación sobre la vacunación y la mala gestión en la compra de vacunas están siendo otro problema, a medida en que el virus y sus variantes avanzan por el país, que ya es considerado una «cuna» o una «fábrica» de mutaciones de la enfermedad. Bolsonaro, que llegó a decir en uno de sus discursos que quien se vacunase podría convertirse en un cocodrilo o volverse gay, ha retrocedido en los últimos días al ver caer su popularidad y posibilidad de perder la reelección. En los últimos dos días, Bolsonaro sancionó la norma que permite que estados compren vacunas y comenzó a usar mascarillas.