«Brochazos» contra un vampiro

«Nunca pensé en hacer nada de lo que hago ahora», asegura Pilar Mateo a ABC.es . Nació en Valencia hace 50 años en el seno de una familia de buena posición. Su padre era el dueño de una empresa de barnices y pinturas y ella estudió Químicas con el objetivo de ser directora de laboratorio del negocio familiar. Pero como pasa muchas veces en la vida, el destino nos acaba llevando por caminos que jamás imaginamos. Desde hace 10 años la protagonista de esta historia lucha contra el mal de Chagas en los poblados guaraníes de Bolivia utilizando una pintura insecticida creada por ella misma y que ha demostrado su eficacia para acabar con la vinchuca, la chinche transmisora de la enfermedad. El mejor ejemplo de cómo la ciencia puede ponerse al servicio de la sociedad. Ahora está en Madrid, a donde ha llegado para presentar el libro «El vampiro de los pobres», escrito por la periodista Charo González Casas, en el que se cuenta «la increíble historia de la lucha de Pilar Mateo contra el mal de Chagas» y que tiene además un fin solidario puesto que el 2 por ciento del precio de cada ejemplar va destinado al proyecto solidario.
25 millones de infectados
Cuando comprobó que entre sus manos tenía un «gran producto para matar bichos en el primer mundo» decidió registrar la patente. Lo que no imaginaba en ese momento es que el invento para matar cucarachas también servía para acabar con el insecto que asola a las regiones más pobres de América Latina, la vinchuca. Una chinche que chupa la sangre de sus víctimas por las noches como un vampiro y que transporta en su interior el Tripanosoma cruzi, un parásito que provoca el mal de Chagas y que afecta a unos 25 millones de personas. El sistema inmunitario humano no puede luchar contra estos tripanosomas, no existe vacuna y los medicamentos que existen para aplicar la enfermedad son muy tóxicos, muy caros para una población que vive con menos de un euro al mes, y sólo son efectivos en los menores de 15 años.
Se trata, además, de una enfermedad silenciosa ya que la primera fase del contagio suele ser asintomática y puede durar de 10 a 25 años. Se calcula que entre un 30 y un 40% de la población infectada alcanza la fase crónica del mal y para entonces los pacientes han desarrollado lesiones irreversibles en el corazón, el esófago y el colon. De hecho, el fallo cardíaco es la causa de muerte más frecuente entre los jóvenes adultos, según datos de Médicos sin Fronteras.
En la vida de Pilar hay un punto de inflexión en su carrera cuando un médico boliviano que investigaba en España sobre insecticidas contra la vinchuca le hace una llamada para decirle: «Tengo la enfermedad de Chagas y mi pueblo se muere. El 80 por ciento tiene el mal y estamos condenados a morir». «Decidí que tenía que ir yo», asegura Pilar.
Eficacia con otros insectos
Pilar cuenta con un equipo de «vinchuqueros» que le ayudan a localizar las colonias de esta chinche en los campamentos de indígenas. Una vez ubicadas se extiende la pintura por las casas, las zonas donde pastan los animales, los árboles, en cualquier sitio donde esté el bicho se puede dar el «brochazo» porque el insecticida resiste al aire libre. «Después de tres años en la localidad boliviana de Cuevo no queda ni una vichuca», asegura Pilar, que trabaja ahora para que su tecnología sirva para luchar contra los insectos que transmiten otras enfermedades como el dengue, la malaria, la leishmaniasis o el virus del Nilo en lugares de África y Sudamérica.
«Antes veía una cucaracha y me subía a una silla, pero cuando voy a una comunidad indígena cualquier miedo se me convierte en rabia y la rabia en acción», explica Pilar, que ha tenido la suerte de contar siempre con el apoyo de su familia en todas las aventuras que la llevan de un lugar a otro del mundo, aunque su equipo de investigación de nuevos productos se encuentra en España. «Mi marido me apoya muchísimo y mis dos hijos han desarrollados sus propios proyectos solidarios. Hasta mi madre colabora en la radio que tenemos en el Chaco explicando recetas a los guaraníes». Todo un ejemplo.
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