El Congreso brasileño aprueba la polémica reforma de las leyes de suelos

Uno de ellos es un punto, aprobado ahora, que incluye una amplia amnistía para los dueños de haciendas que, durante las últimas décadas, desforestaron donde estaba prohibido y mantienen en esas zonas degradadas su actividad agropecuaria.

Contra ese perdón generalizado se han plantado organizaciones de defensa del medioambiente, como Greenpeace, que mantienen desde hace meses una campaña que han bautizado como «Veta Dilma». Esta organización ha pedido «hacer un coro en favor de los bosques» y sumarse así al rechazo a la nueva ley, que considera un «desastre ambiental».

El Amazonas, obviamente, está en la mente de todos. Las organizaciones defensoras del medio ambiente consideran que estas leyes se harán sentir en este «pulmón del mundo» que algunos consideran degradado ya en cerca del 50 por ciento y cuya cobertura vegetal puede ser más reducida todavía.

Entre los aspectos del proyecto que preocupan a los ecologistas está una reducción de las áreas de selva protegidas en propiedades privadas de la región amazónica, que hasta ahora eran equivalentes al 80 por ciento y con las nuevas normas pasarán a sólo la mitad.

Pero según los autores de la propuesta, ese punto pretende solamente reconocer y legalizar una «realidad existente» y «ya consolidada».

El diputado Luiz Heinze, del derechista Partido Progresista (PP), consideró la votación como «un momento histórico para la agricultura brasileña», un sector al que definió como el «motor del progreso de Brasil».