El asfixiante modelo lingüístico catalán: le niegan castellano para su hija pese a lo que dictan los médicos
En Cataluña, la «ley Celaá» se suma a décadas de exclusión del castellano en las aulas. Ximena Vega ha sufrido «la peor cara» de la imposición del catalán
Ximena Vega, en una foto cedida a ABC
El rodillo del catalán no solo doblega la voluntad de muchas familias castellanohablantes que quieren que sus hijos se escolaricen en su lengua materna en Cataluña, sino que puede convertirse en « un obstáculo insalvable que te impide continuar tu vida con normalidad». A ... Ximena Vega la «férrea» inmersión lingüística que hay en la escuela catalana le condujo, denuncia, hasta «el abismo». «El catalán ha destruido mi vida, mi matrimonio y ha agravado los problemas de salud de mi hija», denuncia esta abogada chilena a ABC. Su historia es, según afirma, la «prueba fehaciente de que el modelo lingüístico en las escuelas catalanas no es solo un instrumento pedagógico», ya que, según dice, «no tiene en cuenta las circunstancias de los alumnos, pese a ser importantes».
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Su hija, que ahora tiene 8 años, contaba con 6 cuando en Educación Primaria le detectaron en una escuela de Barcelona «problemas de aprendizaje». Sus padres, preocupados, decidieron ir al centro a hablar con la profesora. «Me dijeron que iba muy retrasada, que no podía pasar de curso pero no me daban muchas más explicaciones y yo les pedí que por favor no la apartaran de sus compañeros porque para ella sería duro», explica la madre, natural de Chile. Ese primer informe del colegio fue el inicio de un problema que, denuncia, la ha llevado a dar un giro radical en su vida e, incluso, a cambiar de país.
«Inteligencia límite»
«La asistente social de la zona educativa a la que pertenece el centro le hizo a nuestra hija un test de inteligencia y nos indicó que tenía una inteligencia límite, por lo que no teníamos que exigirle mucho . Mi marido no supo encajarlo y marchó a Chile y nos abandonó», dice Ximena. Ella, por contra, optó por luchar. La valoración del centro contrastaba con la actitud que ella veía en su hija. Por eso, decidió contrastar el dictamen con diferentes especialistas. Acudió a un experto de la Clínica Quirón y consultó también a otros. «Todos coincidieron en que María no tenía inteligencia límite, solo presentaba problemas de aprendizaje por dislexia, un trastorno que suele trabajarse desde la escuela con la colaboración de padres y profesores».
Le indicaron, afirma, que «en estos casos es recomendable ofrecer una atención especial a la alumna y escolarizarla en la lengua que más conoce, la materna». Así lo exponen varios documentos a los que ha tenido acceso ABC. Ximena acudió con los informes al colegio pero –denuncia– « la escuela no cedió y se negó a escolarizar a la pequeña en castellano». «Les expliqué que mi hija tenía un bloqueo con el catalán y que necesitaba, porque así me lo habían recomendado los expertos, que le hablaran en castellano en su escuela, pero se limitaron a repetir que mi hija tenía problemas que nada tienen que ver con la lengua», recuerda dolida. Llegó el verano de 2019 y, ante la falta de flexibilidad del centro, la madre decidió pasar, junto a su hija, todo el verano en Santiago de Chile (allí no era temporada estival) y escolarizarla esos meses en una lengua diferente. Avisó, según relata, al centro de que lo haría. El cambio fue, según dice, «increíble».
«Me dijeron que iba algo retrasada pero que eran problemas solucionables con logopedia y refuerzo. Recalcaron que no tenía problemas de inteligencia, solo había sido dañada socialmente , y que dado su bloqueo con el catalán era mejor escolarizarla en castellano», explica. Los meses de experiencia educativa en Chile tuvieron un efecto positivo en ella.
La niña volvió a la escuela en Barcelona meses después de empezar el curso –Ximena refrenda que ella ya lo había comunicado– y les explicó que la niña había «mejorado mucho recibiendo las clases en castellano». Así lo apuntan informes presentados por la madre de la etapa de la menor en Chile. «Vieron que había evolucionado pero ni con esas», añade la madre. En marzo, llegó la pandemia y Ximena se contagió. Sufrió un cuadro severo de la enfermedad y tuvo que que «trampear» la situación de su hija en la escuela con dificultad. «Fueron incapaces de ayudarme. Solo me repetían que el problema no era el catalán, sino mi hija», dice. Bloqueada, débil y sin apenas fuerzas, Ximena recurrió a comienzos de 2020 a la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB), dónde recibió el espaldarazo que esperaba. «Activaron mecanismos para ayudarme. Consultaron a la inspección y se estudió mi caso», dice. Le plantearon la opción de cambiar de centro, aunque prefirió poner tierra de por medio y se fue con su hija a Francia, donde la pequeña está escolarizada sin problemas con niños de su edad. «Lo recuerdo todo como una pesadilla».
Atención individualizada
El Consorcio de Educación de Barcelona sostiene que la madre pidió castellano para su hija el 17 de enero de 2020 y no fue hasta febrero que lo comunicó formalmente. Ese mes se acordó un plan de atención individualizada en castellano para la menor, fórmula desestimada «por discriminatoria» por varios tribunales, entre ellos el Supremo (TS).
Según el Consorcio, el impacto de la pandemia hizo que hasta junio no se citara a la madre para formalizar la firma en el centro. Aseguran que ella abandonó la escuela porque estaba en desacuerdo con la decisión del centro de que la niña repitiera curso. La madre niega esta versión y asegura que «lo máximo que ha hecho el centro desde que mi hija cursó Primero y pedí castellano es aceptar darle una atención individualizada, algo discriminatorio y perjudicial para una niña con hipersensibilidad social».